Otegi llama a escuchar al pueblo y ofrecerle un «Estado decente»
El Velódromo de Anoeta se quedó pequeño para escuchar a Arnaldo Otegi, que durante tres cuartos de hora detalló algunas de las reflexiones maduradas a lo largo de seis años y medio de encarcelamiento. Como idea central y prioritaria: la construcción de un proyecto independentista de izquierdas que asuma una agenda popular.
«Si en 18 meses parimos la nueva estrategia, que se vayan preparando a ver lo que hemos preparado en seis años y medio». Consciente de la expectación creada, Arnaldo Otegi aprovechó ayer un Velódromo desbordado (miles de personas se quedaron sin poder entrar) para profundizar en algunas de las ideas lanzadas desde que el pasado martes abandonase la cárcel de Logroño. Eso sí, sin fórmulas mágicas. En su lugar, una idea central: la necesidad de «escuchar más que hablar» como fórmula para reconstruir un «proyecto político» que asuma como propia y fundamental la agenda popular.
«No hay que construir una agenda para un pueblo», explicó Otegi, quien pidió invertir la ecuación: es el pueblo el que tiene que hacer la agenda y «nosotros defender la agenda popular». Otegi enmarcó esta idea central dentro del análisis de la situación actual, en la que reconoció sensaciones de «bloqueo, frustración e inacción». «Teníamos una agenda para el cambio político y social, pero las prioridades de la gente habían cambiado», apuntó mirando a estos años, antes de señalar que muchos esquemas han quedado envejecidos: «Tenemos que superar algunos esquemas mentales y culturales, y lo haremos».
Pero ni mucho menos fue la autoflagelación el tono general de un discurso en el que también hubo humor (en la respuesta a Aznar, por ejemplo, con cita bíblica incluida) y, sobre todo, una gran carga emocional. «Me dicen que hay falta de ilusión. ¿Quién os la ha robado? ¡Hay que recuperarla! ¡Y también la ambición! Hay que dar lo mejor de cada uno», animó Otegi a una militancia a la que también agradeció haber mantenido «el temple y la serenidad» pese a las provocaciones. «No han sido tiempos fáciles», reconoció antes de reivindicar la amabilidad según la definición de Bertolt Brecht: «Un puño apretado dentro de un guante de seda». «Nos quieren tristes y desilusionados, no lo conseguirán, para tristes ya están ellos y ellas», añadió.
Pasado, presente, futuro
Seis años dan para pensar mucho, según recordó el propio Otegi, que ayer quiso hacer partícipes a todos de algunas de sus ideas. Las primeras, sobre el pasado inmediato, para constatar que el tiempo «ha dado la razón» a la apuesta por el cambio estratégico de hace siete años. Y es que «cuando se hace una reflexión, es importante comprobar en la práctica si es correcta o no», recordó.
Otegi dio por buenos los tres ejes de la tesis con la que impulsaron el giro hace siete años: que existían las condiciones para formar nuevos estados a través de «medios democráticos y mayorías populares» (como ejemplos, Escocia y Catalunya), que era posible el paso de una confrontación político-militar a la formación de mayorías democráticas de izquierda (como ejemplos, los procesos latinoamericanos) y que en Euskal Herria existía un bloque popular a la izquierda del PNV «capaz de disputar la hegemonía», tal y como se vio en las elecciones de 2011. En este punto aprovechó también para reivindicar el trabajo hecho por la izquierda abertzale en las instituciones («abrimos oportunidades espectaculares») y para recordar que «existía una demanda de paz». «Interpretamos bien la voz del pueblo, trajimos un trozo de paz», explicó, recordando a continuación que la paz entera «no está en nuestras manos».
En el análisis del presente enmarcó Otegi la necesidad de construir un proyecto solido a través de la asunción de una agenda popular. De hecho, esta fue la prioridad que marcó al referirse también al «morboso» tema de la candidatura a lehendakari, según sus propias palabras. «Lo importante no es el candidato, puede haber muchos. Las elecciones tampoco son lo más importante», apuntó el líder abertzale, remarcando la prioridad que debe tener la construcción de un proyecto «de abajo arriba». «Yo creo que a nosotros y nosotras nos toca mucho más escuchar que hablar. Y estoy convencido que en los próximos meses ese tiene que ser el trabajo: escucharos, hacer agenda y construir un proyecto liberador», remató.
Y será ese proyecto, según Otegi, el que debe recoger la propuesta de «construir un Estado desde la izquierda». Sugirió superar la definición clásica del derecho a la autodeterminación y reivindicó que no solo los pueblos tienen derecho a tener un Estado, sino que todas las personas tienen derecho a vivir en un Estado «decente» que «dé satisfacción a todas las necesidades básicas». Dicho de otro modo: «No es decente un Estado que permite que las mujeres vivan con más miedo y con menos derechos, que desaloja a los trabajadores de sus casas, que no es capaz de garantizar la salud y la educación». «Queremos vivir en un Estado decente, y eso lo tenemos que reivindicar», concluyó.
También hubo referencia, breve pero transversal, a los presos: «Estoy hablando de los presos desde el primer momento, porque son militantes de un proyecto político». «No luchamos porque hay presos y presas, sino que hay presos y presas porque luchamos», aseguró en un discurso que arrancó con un recuerdo para Rafa Díez y otros encarcelados, y que concluyó con menciones al preso en EEUU Leonard Peltier y a la activista y pensadora Angela Davis, a la que no permitieron entrar en la cárcel de Logroño.
Propuesta de «reciprocidad» a «la nueva izquierda española»
Fijado como objetivo una «vida digna» en un «Estado decente», Arnaldo Otegi explicó dos opciones para alcanzarlo: pensar que la democracia plena es posible en los estados español y francés, o construir un Estado propio. En este punto, el líder abertzale se dirigió directamente a lo que bautizó como «la nueva izquierda española». Apuntó que, si de verdad fuese posible una democratización del Estado español, «los independentistas vascos participarían». Por ello, y «en justa reciprocidad», pidió a la izquierda española que «el día que comprobéis que esa democratización es imposible, os suméis a los independentismos de las naciones del Estado».
«Es la única solución», aseguró Otegi, que añadió que es en las naciones sin Estado donde existe «la relación de fuerzas para hacer esa democratización». «El proyecto de dominación de las élites españolas pivota sobre la unidad española», aseguró después de recordar las recientes declaraciones de Juan Carlos de Borbón sobre las últimas palabras que le dirigió Francisco Franco (en relación a la unidad de España). «Por eso los procesos nacionales de ruptura democrática son la garantía democratizadora del Estado», concluyó Otegi, acordándose de Castelao, desengañado federalista gallego.B.Z.