Urkullu no ha explicado por qué ir a otoño es «lo más responsable»
El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha dejado pasar el tiempo sin convocar elecciones autonómicas para el 26 de junio, pero también sin explicar por qué «la ciudadanía necesita dos elecciones en un mismo año en un ambiente político confuso» y que los partidos se «metan en gastos».
No hubo ayer convocatoria extraordinaria del Consejo de Gobierno ni el Boletín Oficial del País Vasco anuncia hoy la disolución del Parlamento. Esto no sería noticia si el pasado 7 de abril el lehendakari no hubiera declarado en una entrevista que barajaba la posibilidad de hacer coincidir las próximas elecciones autonómicas con las de Cortes Generales del 26 de junio. No consta si fue un globo sonda, un error de comunicación o un intento de despistar a los adversarios.
Parece claro que si hubiera acabado cerrándose un acuerdo de gobierno en Madrid, Iñigo Urkullu y el PNV habrían adelantado las autonómicas a junio, alegando razones de operatividad como poder arrancar la nueva legislatura con el inicio de curso y presentar un proyecto de presupuesto antes de acabar el año. Pero juntar el mismo día las urnas del Congreso, el Senado y las de Gasteiz era una operación inédita y arriesgada. Sin embargo, todo indica que estuvo sobre la mesa. De hecho, con las palabras del lehendakari anunciando esa posibilidad, cobran sentido otras declaraciones anteriores del portavoz de su Ejecutivo, Josu Erkoreka, que tras pronunciarse fueron tomadas como una confusión propiciada por el intercambio de preguntas reiteradas y respuestas esquivas en una rueda de prensa del 16 de febrero. Erkoreka dijo que si hubiese un adelanto de las elecciones estatales «se podría empezar a hablar de hipótesis» como la del adelanto electoral en la CAV. Desde su propio Departamento señalaron entonces que la previsión, en todo caso, sería la contraria.
Cuando Iñigo Urkullu avisó de que estaba «analizando» hacer coincidir ambas elecciones dio una serie de razones que podrían justificar esa decisión. Alegó que desde hoy estaríamos en precampaña y que la campaña del mes de junio paralizaría los trabajos parlamentarios. Añadió que «hay que pensar también si la ciudadanía necesita dos elecciones en un mismo año en un ambiente político confuso y si verían bien que los partidos nos tuviéramos que meter en gastos». Y a la observación de su entrevistadora de que esa decisión podría tener un coste político para el PNV porque la ciudadanía votaría en clave española, respondió contundente que «no estoy pensando en eso. Como lehendakari no pienso en si sería bueno o no para un partido, sino cuál sería la actitud más responsable ante la ciudadanía».
El caso es que por la vía de los hechos hemos acabado sabiendo que, finalmente, Iñigo Urkullu ha decidido no adelantar las elecciones autonómicas, pero no ha explicado por qué ha llegado a la conclusión de que esto es «lo más responsable» y lo más conveniente para la ciudadanía, y que no tiene nada que ver con la contaminación que las estatales podrían provocar en los resultados del PNV en el Parlamento a la vista de los últimas sondeos.
Disolver la Cámara y convocar elecciones es una potestad personal del lehendakari, que nadie cree que no la utilice de común acuerdo con su partido. Pero ya que con el anuncio que hizo ha tenido en vilo durante días al resto de partidos y a una parte del electorado, haría bien en dar unas explicaciones que diluyan la impresión de que ha estado usando este asunto para jugar a aprendiz de brujo.