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Los de la Cuenca, cuencos, los de Uharte, cebolleros

La palabra «cuenco», ya en desuso, se ha utilizado durante años para designar a los habitantes de la Cuenca de Iruñea, muchas veces con el significado de astuto. Pero dentro de la Cuenca hay pueblos que tienen su propio mote, al igual que ocurre en gran parte de Nafarroa.

Vista parcial de Iruñerria, con la sierra de Andia al fondo. (Iñigo URIZ/ARGAZKI PRESS)

Cuencos eran los aldeanos cuyas raíces familiares se encuentran en los pueblos de la Cuenca. Históricamente, los vecinos de la capital les han considerado sagaces, zorros, desconfiados y socarrones, y no era difícil identificarlos porque poseían una jerga bastante peculiar, mezcla de palabras castellanas y expresiones euskéricas. Pero además de cuencos, los vecinos de cada pueblo tenían, todavía tienen, un mote o apodo común que les diferencia de sus vecinos y les acompaña de por vida.

El hecho de nacer en un pueblo con mote (no todos lo tienen) era una marca de por vida, a la que había que añadir en muchas ocasiones el mote individual que cada cual recibía dentro de su localidad. Así, los de Atarrabia son «chatarreros», los de Burlata,  «campaneros», y los de Uharte, «cebolleros». Son motes genéricos que se han aplicado durante generaciones a los vecinos de estos pueblos en función de oficios o actividades en las que eran especialmente diestros. De la misma forma, «patateros» se llama a los de Urrotz, pueblo situado a medio camino entre Iruñea y Agoitz.



El mote de «gitanos» es más habitual, ya que es compartido por los vecinos de Arre, Eskirotz y Arazuri, mientras que los de Alzorritz son «diablos», los de Elkano, «gallegos», los de Orkoien, «hebreos», los de Oriz, «chinos», los de Ororbia, «chulos», y los de Noain son «cancanos», palabra cuyo significado probablemente desconoce la mayoría de ellos.

Los motes que aluden a actividades concretas y que no tienen carga peyorativa son casi una excepción, ya que predominan los apodos surgidos de piques o rivalidades entre pueblos vecinos, y por tanto con intencionalidad satírica. En muchas ocasiones se echa mano de las características de determinados animales para adjudicar motes a los pueblos vecinos, casi siempre con un sentido burlón. Es el caso de los «patos» para denominar a los vecinos de Zizur Nagusia, «golondrinas» a los de Zizur Txikia, «caracoles» a los de Etxauri, «leones» a los de Orikain, «piojosos» a los de Getze (Salinas), «gorriones» a los de Gazolaz y Elo (Monreal), «sogandillas» a los de Zenborain, «txinurris» a los de Sagues y «zorros» a los de Gorraiz y a los de Tiebas. Este último mote tiene el sentido de astuto, pero en el caso de aplicarse a las mujeres adquiere un significado totalmente distinto. En algunas zonas de Nafarroa a los zorros también se les llama «rabudos», apelativo usado para referirse a los vecinos de Gares.



Muchos de estos motes de pueblo han surgido del afán de responder con otro apodo al que previamente se ha recibido, o de  reflejar determinadas prácticas o atributos. Puede ser el caso de los «pelamingas» de Miranda de Arga o los «cipotes» de Hiriberri de Aezkoa.

Algunos tienen siglos de antigüedad

La mayoría de estos motes todavía están muy arraigados entre las personas mayores y han sido usados coloquialmente hasta fechas recientes, pero se están perdiendo de forma galopante entre los jóvenes tanto en Iruñerria como en el resto de Nafarroa.

Es muy difícil conocer la antigüedad de cada mote, aunque se sabe que  algunos se remontan a hace varios siglos. Es el caso de los «judíos» de Lizarra o Lerin, localidades donde había importantes juderías hasta que se produjo su expulsión de la Península. Este apodo de carácter étnico-religioso es una excepción en el herrialde, donde la mayoría están asociados a animales. Así, los de Irunberri son «gatos», los de Fustiñana y Lekunberri son «perros», los de Legaria, «loritos», los de Zabaltzeta, «arrapos», a los de Galipentzu les llaman «cutos», y a los de Oroz-Betelu, «caparras».

La lista de apodos de pueblo es muy amplia y variada, y algunos resultan un tanto desconcertantes. Los de Mendigorria son «canonos», los de Pitillas, «brujos», y los de Oloritz han alcanzado el punto más sublime, pues son nada menos que «dioses», aunque muchos se refieran a ellos como «diosesfalsos». Los vecinos de Oibar debían tener extrañas cualidades, porque se les conoce como «duendes».

El origen de los motes es casi siempre conocido. Por ejemplo, los de Arroitz (Arroniz) son «sopicones», un mote sobre cuyo origen hay diversas explicaciones. Pero existen algunos cuyo significado nadie ha podido desentrañar. Es el caso de los «chaparreros», apodo aplicado a los vecinos de Añorbe y que quizás haga referencia a los «txaparros» de la zona; «catatos», como se conoce a los vecinos de San Martín de Unx, y «babutos», apodo que comparten los de Arellano, Artaxoa y Carcar. Son palabras que ni siquiera existen en castellano y a las que se suelen atribuir diferentes significados según las distintas comarcas.

También en euskara

La mayoría de los motes de pueblo utilizados en Nafarroa son castellanos, pero también existen otros muchos euskaldunes, y probablemente más antiguos. En algunos textos medievales ya aparecen motes que han caracterizado durante siglos a pueblos de la zona de Leitza: «Leitza, herrie haundie; Areso, seta herrie; Eratsun, aceitera; Saldias, ilunbe; Ezkurra, ero herrie; Goizueta, apotegie».

Los vecinos de Leitza todavía son llamados «leitzarroak» («orgullosos») por los vecinos de otros pueblos; a los de Goizueta se les conoce como «apos» o «limacos»; los de Areso siguen teniendo fama de «reñidores» o «setosos» («seta» significa riña); a los de Eratsun les llamaban «ardatza» (eje), porque decían que sus vecinos se creían el eje del mundo (aunque también les llaman «txindurriak»), y los de Ezkurra tienen el apodo de «locos». Pero estos ya tienen una frase hecha para responder cuando les llaman así: «Ezkurrak, izena, eta leitzarrak, izana» («Los de Ezkurra, el nombre, y los de Leitza, el ser»).