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Agur Merino, ongi etorri Promesas

El ascenso de Osasuna Promesas ha puesto la guinda a una temporada memorable, y de paso las bases para que el éxito se consolide. Que de la cantera de Tajonar sigan saliendo lingotes de oro como Merino es la garantía del futuro, en lo económico y en lo deportivo, pero para esto último convendría más clase media y menos jugadores de élite que los que se han ido en estos años.


El domingo en Tajonar, con las gradas abarrotadas, no hubo un Mikel Merino que dominara el partido a su antojo, pero sí un trivote en el centro del campo que se encargó de doblegar al Ilicitano y sellar el ascenso.

Lo formaban Miguel Díaz, el capitán y mejor jugador del grupo navarro de Tercera, que ya ha entrenado a las órdenes de Martín en esta recta final de temporada, aunque sin debutar con el primer equipo; Rubén Morillas, otro fijo para Mateo tras volver a la disciplina rojilla después de una cesión a Oberena; e Imanol García, el hermano de Unai, un pivote eficaz y que además –como Miguel Díaz– vio portería en el triunfo por 4-2. Quizás ninguno de los tres lleguen al primer equipo (quizás sí), pero son un buen ejemplo de lo que viene detrás.

Endika Galarza, Endika Irigoien, Kike Barja… no parecen jugadores de postín, pero sí responden al perfil que en Osasuna llega a ser el jugador de club, el que no vende demasiadas camisetas pero acaba jugando 200 partidos mínimo, la tropa que permite ganar muchas batallas. Son aquellos Castañeda o De Luis de los 80, los Krutxaga o Puñal que abarcaron los 90 y el inicio de siglo, los Oier, Miguel y Javi Flaño de este tiempo de renacimiento.Gente con mucho corazón, testa bien amueblada y cabezonería añadida, cargada de oficio, acostumbrada a hacer de la necesidad virtud.

¿Quién pensó a inicio de temporada que Javi Flaño llegaría a ser un lateral izquierdo con desborde? Ese regate con amago hacia fuera para acabar entrando por dentro, en realidad el único que practica el de Noain sin que las defensas contraria le pillen el truco, no es la croqueta de Iniesta ni la cola de vaca de Romario, ni siquiera la ruleta de Merino, pero sí el ejemplo de lo que uno puede llegar a conseguir con fe y práctica.

Vuelve Tajonar, que en realidad nunca se ha ido pero sí ha estado a punto de morir de puro éxito: Raúl García, Javi Martínez, Azpilicueta, Monreal, ahora Merino… lo que ha salido de ahí estos años ha sido tan bueno que retenerlo era una quimera. Sin embargo, mientras tanto esa clase media que sí debe alimentar al primer equipo con continuidad no acabó de aparecer estos últimos años, y con ello el filial se fue al pozo de la Tercera hace tres temporadas.

Esta hornada, más los David, Unai, Olavide,  Berenguer o Aitor Buñuel que ya están arriba, sí puede ser la buena para nutrir la plantilla durante un montón de tiempo.

Y a Merino, ya lo disfrutaremos por la tele en la Champions.