No se intuye saldo favorable para la cuenta jeltzale
Imposible no hay casi nada, pero se antoja muy difícil que el PNV pueda hacer presidente a Mariano Rajoy.
Y no porque los jeltzales no sean capaces de pactar con el PP o viceversa (ya verán la que se va a montar en otoño en el Parlamento de Gasteiz), sino porque no se otea en el horizonte qué pueda ofrecer el hoy inquilino en funciones de La Moncloa al partido de Andoni Ortuzar para que le confirme en su cargo presidencial a tres meses de unas elecciones autonómicas. Y menos aún cuando en Ajuria Enea y Sabin Etxea amontonan una lista de agravios que comenzó a levantarse con la arrogancia de la mayoría absoluta, ha seguido por inercia entre elección y elección («El Gobierno está en funciones pero el Estado no») y la siguen alimentando los Oyarzábal y Barrio de turno con acusaciones de corruptelas que en Landaburu Etxea SL llevan muy mal.
Que el EBB vaya a poner sobre la mesa de Rajoy la cuestión del acercamiento de los presos o la política penitenciaria no hay quien se lo trague, al menos donde hay conocimiento de causa. Baste comprobar que ningún periódico vasco vio en las palabras de anteayer de Iñigo Urkullu una condición para la negociación. Fueron los medios españoles quienes agitaron la especie, probablemente por poner un pico de nostálgico exotismo vasco a un guión tedioso. El lehendakari tuvo que desmentirles ayer desde París. No se espera tampoco a los jeltzales forzando al Gobierno español a retirar los recursos contra decretos o leyes vascas estando de por medio la Ley contra el Fracking y la Ley de Vivienda. Otros contenciosos competenciales como las OPEs de la Ertzaintza ya podrán encauzarse con un gobierno minoritario necesitado de geometría variable. ¿Y la agenda vasca? En 2010 el PNV ya cambió 27 competencias por la estabilidad presupuestaria de José Luis Rodríguez Zapatero y la mayoría de ellas siguen sin transferir. ¿Y el TAV? El PP lo ha prometido tantas veces que como moneda de cambio resulta falsa.
Pese a lo escrito, conviene no olvidar que el PNV ya salvó en 2009 al Gobierno español que semanas antes había mancillado a Ibarretxe y su consulta, y lo hizo a cambio de 86,8 millones en una trasferencia de I+D+i, el apoyo al puerto de Pasaia y la jubilación de ertzainas a los 60 años. Pero entonces no faltaban tres meses para unas autonómica tan inciertas.