Fernando Ortega: «El estrés es una reacción positiva ante el peligro, pero si la mantenemos en el tiempo, puede ser perjudicial»
«Somos un sistema de focalización. Detectamos dónde está el problema del estrés e intentamos solucionarlo». Así lo ha explicado el médico y profesor de la Facultad de Medicina y Odontología, Fernando Ortega, en el curso de ‘Estrategias de control del estrés: alimentación, actividad física y relax’, que se ha arrancado dentro de los Cursos de Verano de la UPV/EHU, en el palacio de Miramar.
El estrés, según define la Organización Mundial de la Salud, es el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara el organismo para la acción. Para Ortega es «la reacción del organismo ante la percepción de una amenaza». Ha apuntado que el organismo hace referencia a su totalidad, tanto física como mental; y la amenaza puede ser real o imaginaria.
El profesor afirma que, por lo tanto, «el estrés es una reacción positiva ante la vida, nos defiende de los peligros. Tenemos mecanismos para enfrentarnos a ellos, superarlos y mejorar como especie. Si somos conscientes de ello, nos ayudará a sobrellevar el estrés».
La presión social, personal, moral y económica son las causas o agentes más comunes del estrés. El cuerpo puede reaccionar en un sentido u otro, «nos prepara para la lucha o huida de ese peligro» y esto supone un gasto de energía.
Sin embargo, según apunta el profesor, el cuerpo también puede poner en marcha una serie de mecanismos de reparación, descanso, apropiación de energía que nos vuelve al equilibrio, al homeostasis o al balance dinámico entre el sistema nervioso simpático y parasimpático, es decir, al «punto de partida de nuestro cuerpo». Ortega ha explicado que eentro del sistema nervioso hay grupos neuronales, que actúan en sentido antagónico y de forma complementaria. El simpático detecta el estrés y gasta energía; el parasimpático es la reparación como respuesta al estrés. Sin embargo, la reacción del estrés depende, según Ortega, de la personalidad de cada uno, según su experiencia personal. «Por lo general, se puede clasificar a una persona como competitiva, impaciente, que todo lo hace rápidamente y es ávida por el reconocimiento, le aburre el ocio y es consciente del tiempo; o una persona que no es competitiva, no le afectan los retrasos, vive sin prisa, no busca la fama, disfruta del tiempo libre y no está pendiente del tiempo».
La respuesta o resolución ante el estrés es positiva, cuando el cuerpo genera unas sustancias químicas, que provocan satisfacción. Esta satisfacción puede generar adicción y, en ocasiones, dependencia. Cuando la resolución del estrés es negativa, significa que no se ha solucionado el problema o que vuelve a surgir: ˜Es aquí cuando surge el distrés, el estrés que nos pesa y nos consume».
Las manifestaciones comunes del estrés son la irritabilidad, el nerviosismo, insomnio, depresión, amnesia, cansancio, dolores, ahogos, extrasístoles, acidez gástrica o estreñimiento. Según ha explicado el profesor, el estrés surge del sistema regulador, es decir, del sistema nervioso central que es el cerebro. Dentro de éste «se encuentran unos núcleos en la amígdala, que se ubica en el sistema límbico, es decir, un sistema que se encuentra en el interior del cerebro, entre los dos hemisferios cerebrales y muy relacionado con las emociones». «Todo aquello que sintamos como algo emocional se materializa dentro de este sistema límbico. Es, además, el primer núcleo que recibe una sensación de miedo o peligro».
Según ha detallado Ortega, dentro del sistema límbico el estrés actúa sobre él y llega al hipotálamo, es decir, al lugar donde el sistema nervioso responde sobre los peligros que encuentra. Es entonces cuando el sistema nervioso puede responder de forma instantánea, en cuestión de milisegundos. «El sistema nervioso tiene una serie de estructuras que se encargan de despertar nuestro cerebro. Son estructuras que actúan de forma instantánea y excitan el cuerpo. Se trata de una reacción ascendente, pero repercute en las partes inferiores del cuerpo, ya que pone en tensión todo el organismo».
Cuando la respuesta o reacción tiene una duración prolongada, actúa el sistema hormonal. Existen hormonas artificiales como es el cortisol, para combatir el estrés duradero. Según Ortega, generalmente las corticoides se toman contra las inflamaciones: «Se vierten en la sangre y esto nos genera energía». Pero además, aumenta el azúcar, la insulina, la acidez gástrica, la actividad neuronal, la presión arterial, el calcio y el sodio en sangre. No obstante, disminuye la inflamación, el calcio en hueso y la producción de anticuerpos. Si éstas se mantienen durante mucho tiempo pueden convertirse en diabetes, úlceras gástricas, ansiedad, hipertensión arterial, osteoporosis, retención de agua o infecciones.
Fernando Ortega ha hecho hincapié en que «el estrés es una reacción positiva, que si la mantenemos en el tiempo, puede ser perjudicial«. La alimentación, el ejercicio y el relax son las claves para prevenirlo.