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¿Qué es el Privilegio de la Unión?

A primeros de septiembre, Iruñea celebra el denominado Privilegio de la Unión, que en siete años cumplirá 600 años de existencia. ¿Pero en qué consiste ese privilegio y a qué unión se refiere?

Imagen del documento original del Privilegio de la Unión.

Cuando pensamos en Iruñea, nos viene a la cabeza una ciudad cuyos habitantes están regidos por un  Ayuntamiento ubicado en un edificio de imagen muy reconocible levantado sorprendentemente en un barranco, pero esta situación es relativamente reciente si tenemos en cuenta que la población cuenta con miles de años de historia.

La actual capital de Nafarroa surgió en un promontorio cercando al río Arga, entonces conocido como Runa. El origen fue un poblado vascón de nombre Iruñea, precisamente como referencia a la importancia que tenía (Hiria, ciudad). En ese poblado, el general romano Pompeyo fundó la civitas de Pompaelo en el año 75 antes de Cristo.

Ese núcleo original de Iruñea se vio afectado por los saqueos que provocaron las invasiones bárbaras que acabaron con el Imperio romano. Más adelante fue escenario del pulso entre sus habitantes, los vascones, y los visigodos dominadores de buena parte de la península Ibérica, hasta que posteriormente, estos últimos fueron sustituidos por los musulmanes a partir del año 714.

Sin embargo, gracias a la entente de los Aritza y sus familiares musulmanizados de la Ribera, los Banu Qasi, esa ciudad terminaría convirtiéndose en capital del reino al que dio nombre y que surgió hacia el año 824.

A raíz de la destrucción de la ciudad por el califa Abd Al Rahman III en su campaña del año 924, Iruñea quedó eclipsada por Nájera, que pasó a ser la capital del reino al que todavía daba nombre. Pero la pérdida de esta última a manos de Castilla, le hizo recuperar su papel preponderante. Se trataba de una ciudad cuyos habitantes eran campesinos colocados bajo el señorío temporal del obispo y que recibió un cierto impulso durante el reinado de Sancho Ramírez, a partir del año 1076. A ese núcleo original se le terminaría conociendo como la Navarrería, de la que más adelante se desgajaría el barrio de San Miguel.

En el siglo XII, la monarquía quería potenciar su presencia en una ciudad controlada por el obispo y fomentó el asentamiento de nuevos habitantes concediéndoles el fuero de Jaca en tiempos de Alfonso I el Batallador. De esa manera fue surgiendo el burgo de San Cernin, con una fuerte presencia franca, ya que sus habitantes procedían principalmente de la zona de Tolosa y se dedicaban sobre todo al comercio y la artesanía.

Poco después, más alejado en la llanura creció otro burgo cuya población estaba integrada tanto por francos como por navarros. Este burgo terminó llamándose la Población de San Nicolás y su principal referencia tanto defensiva como ofensiva era su iglesia.

En principio, los tres burgos estaban bajo el mandato del obispo, pero las relaciones eran muy complejas, ya que los nuevos núcleos gozaban de unos derechos gracias a sus fueros de los que no disfrutaban los habitantes de la Navarrerría, lo que generó envidias entre vecinos.

Esos roces llegaron a derivar en auténticos choques armados, como cuando en 1222, los habitantes de San Cernin atacaron San Nicolás y quemaron su iglesia-fortaleza. En varias ocasiones se intentó poner freno a esos enfrentamientos. Así, en 1213 se llegó a firmar una tregua por veinte años entre las partes. Incluso en 1266, los vecinos de las tres comunidades proyectaron su unión y se organizaron en un solo concejo, pero en 1273, el rey Enrique I el Gordo (apodo muy apropiado, ya que murió víctima de su obesidad) autorizó a la Navarrería y San Miguel a separarse de los otros dos burgos.

A partir de ese momento, se volvieron a complicar las relaciones entre las diferentes zonas de la ciudad. Una situación que se vio favorecida por la ausencia de la nueva reina, Juana I, sucesora de Enrique el Gordo, y que era una niña. La soberana no se encontraba en el reino, ya que residía en Francia, donde se casaría con Felipe el Hermoso, heredero del trono galo, con el que se produciría la unión de las dos coronas. Pero a las alturas de 1276 el que gobernaba efectivamente en Nafarroa era Felipe III de Francia.

El soberano galo envió un gobernador a Nafarroa y a partir de ese momento, se avivaron las disputas entre el poder real y el eclesiástico, representado por el cabildo de la catedral, por el control de las diferentes partes de la ciudad. La Navarrería, dirigida por los religiosos, no acataba las órdenes del gobernador, al que, en cambio, secundaban los burgos de San Cernin y la Población de San Nicolás. Esa disputa derivó en un enfrentamiento bélico conocido como la guerra de los Burgos, que se desarrolló durante el verano de 1276 y que terminó con la Navarrería arrasada por el ejército francés después de que los nobles que la debían defender huyeran de ella una noche dejando a sus habitantes abandonados a su suerte. Durante cincuenta años, en ese lugar solo crecería la hierba.

En 1324, el rey Carlos II el Calvo otorgó el privilegio para la reconstrucción de este burgo. Para entonces, San Cernin y la Población habían formado una nueva unión jurisdiccional, concretamente en 1287, pero sin gran consistencia.

Finalmente, fue el rey Carlos III el Noble quien decidió poner fin a esa situación por la que Iruñea era una especie de tres en uno. El 10 de agosto de 1423 se reunieron los distintos barrios mientras sus letrados y los reales preparaban el texto de la definitiva unión. Ese documento de fusión, conocido como el Privilegio de la Unión, fue promulgado el 8 de septiembre de ese año.

A partir de ese momento, Iruñea se configuró en un solo municipio, gobernado por diez jurados que representaban a San Cernin en número de cinco, a San Nicolás con tres y dos a la Navarrería. Todos ellos se reunían en la casa de la Judería, que se proyectó construir en la confluencia de los antiguos barrios, es decir, en el barranco en el que actualmente se levanta el edificio consistorial.

Además, se estableció la demolición de las murallas que separaban a los diferentes burgos para constituir un recinto defensivo unitario. Ese proceso dio lugar a la creación de nuevas calles, como la que hoy en día se conoce como calle Nueva y que se encuentra en el espacio que separaba la Población de San Cernin.

En el citado privilegio, que consta de 29 capítulos, se fija cómo debe ser el escudo que representará a la ciudad. En concreto, aparece en el capítulo 15, donde se establece que el fondo será de color azul y en medio aparecerá un león pasante, con la lengua y las uñas de color rojo. Alrededor debe figurar «un renc de nuestras armas de Navarra», en la que el campo será rojo y «la cadena que irá alrededor de oro». Sobre esta última expresión, cabe recordar que en aquella época la palabra «cadena» servía para designar las cuerdas anudadas que se utilizaban en la construcción a modo de metro. Por lo tanto, no se trataría de cadenas metálicas, ya que entonces en el escudo de Nafarroa no aparecían esas cadenas.

Asimismo, sobre el león, debe figurar una corona real «en señal de que los reyes de Navarra suelen y deben ser coronados en la iglesia catedral de Santa María de nuestra Muy Noble Ciudad de Pamplona».

Ese león pasante, como rey de la selva, simbolizaría que fue el soberano quien se encargó de unir a Iruñea en una sola entidad jurídica. Dentro de siete años se cumplirán 600 años de ese acontecimiento que se celebra cada 8 de septiembre.