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Escuchar y marcar un plan, claves de una ciudad sostenible

Preguntados por «el reto de las ciudades sostenibles en el siglo XXI», expertos defendieron en Bilbo que un espacio de vida ambientalmente sostenible tiene que serlo también socialmente y debe crearse escuchando, porque «no sabemos lo que la gente quiere».


Pensar en ciudades sostenibles en el siglo XXI es hablar de espacios de vida en un planeta al límite, pero también de justicia social, de empleo, de crianza y de cuidados en un encaje que garantice bienestar en igualdad de condiciones en sociedades en plena transformación. Estas son algunas de las reflexiones que expertos en desarrollo urbano desde distintas ópticas volcaron en un encuentro reciente organizado por la Asociación de Periodistas y el Colegio Vasco de Periodistas en Bilbo, y en el que aparecieron otras claves: nuevos modelos de gobernanza y mecanismos de escucha y de intercomunicación con todas las capas de la sociedad, superando el sistema de participación tradicional.

En el esbozo de cómo deben transformarse las ciudades en las próximas décadas, la arquitecta Isabel Velázquez puso el acento en la interconexión que existe entre los factores ambientales y sociales y recordó que la crianza, los cuidados, la dependencia o el envejecimiento son cuestiones que tienen que estar en la agenda de la planificación urbana y que esta ha de hacerse con los colectivos que menos representados han estado hasta ahora. El apunte casa con la reflexión que lanzó Gorka Espiau, director de Innovación para Ciudades y Regiones e investigador en el centro de Estudios Sociales y Políticos Lehendakari Agirre, para quien «la discursión de un plan tiene que estar también en la calle». Espiau, que se detuvo en algunos procesos de transformación en los que ha trabajado de cerca en Gran Bretaña y Canadá, remarcó que «el proceso de escucha es el comienzo de cualquier proceso de transformación» y puso como ejemplo el caso de Montreal, en el que antes de la licitación de un proyecto se desarrolla una investigación etnográfica barrio a barrio «para intentar comprender cuáles son las necesidades y la percepción que tiene la gente».

Ahondó Espiau en la necesidad de modelos que permitan «escuchar lo que la gente está pensando», más en un momento en el que se está produciendo «un gran cambio social a nivel global» y en el que citó como apunte elementos conectados como el Brexit o Trump, que «nos van a llevar a un incremento de la seguridad que está afectando al sistema y lo está haciendo a nivel económico y social». Según indicó, «en relación a cómo se hacen las cosas en las ciudades, se están dando una serie de señales que no entendemos». «Analizamos lo que está pasando desde un esquema totalmente alejado de esos espacios», apuntó, y destacó, asimismo, que la desigualdad social es un factor que no debe olvidarse, más cuando los indicadores siguen creciendo en nuestro entorno.

Marcar una estrategia a largo plazo

Ibon Zugasti, director gerente de Prospektiker, que ofreció su visión de nuevas ciudades desde el punto de vista de la nueva gobernanza, comentó que el punto de partida es definir qué tipo de actividad económica se va a imponer, y consideró que es más probable que el modelo industrial del futuro esté más cerca de unidades más pequeñas, por lo que aseguró que el urbanismo tendría que replantearse qué tipo de actividades más micro pueden implantarse, lo que tendría menor impacto en el medio ambiente.

Por ello, Zugasti incidió en la necesidad de una estrategia a largo plazo bien definida y citó el caso de Detroit, una ciudad industrial dedicada prácticamente en exclusiva al sector de la automoción cuyo declive no solo tuvo que ver con la crisis del sector sino con factores sociales como las tensiones raciales, la escasez de liderazgo, la falta de eficiencia del sistema público de transporte o el impacto de la pobreza, entre otros. Tal y como comentó, es importante anticiparse y marcar un camino que tenga en cuenta diversos factores. También miró al exterior para explicar qué se está haciendo, al señalar que los planes estratégicos están muy pendientes de factores como la disponibilidad de recursos ambientales pensando en cuestiones claves como la alimentación, el cambio climático y las fuentes de energía, el envejecimiento de la población, las migraciones, el control del «desparrame urbano» y las nuevas demandas de servicios públicos, pero también de los desajustes en el mercado de trabajo, en el protagonismo de la sociedad civil o en el declive rural y la desertización.

Julen Rekondo, técnico y consultor ambiental, apostó por ciudades que se conviertan en «motor del cambio climático» y apuntó que deberían precisarse objetivos estratégicos como escenarios de descarbonización generalizada a mediados de siglo. Abogó, asimismo, por instalar un proceso de información y diagnóstico, junto a un sistema transparente de evaluación que informe no solo a agentes políticos sino también a la sociedad en general.

Durante la conferencia, en la que el exalcalde y arquitecto Ibon Areso habló sobre el desarrollo urbanístico y económico de Bilbo, apuntó que uno de los problemas es el envejecimiento de la población y «cómo atraemos a la juventud», y en materia de regeneración urbana, el viceconsejero de Vivienda del Gobierno de Lakua, Javier Jáuregui, remarcó que el reto del Ejecutivo esta legislatura es movilizar 35.000 viviendas vacías, para lo que van a lanzar medidas que «incentiven» a los propietarios.