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Díaz no tenía ni militancia en la que esconderse y debía saberlo


El pasado viernes, en una de sus últimas oportunidades para tratar de influir en las primarias del PSOE, el diario “El País” entrevistaba a Susana Díaz y abría la primera página con un frase suya: «Los líderes no podemos escondernos en la militancia». Cabe suponer que “El periódico global”, que no ha disimulado sus filias y mucho menos sus fobias en este proceso, pretendía hacer un favor a la presidenta del Gobierno andaluz, al tiempo que deslizaba sobre su principal rival, Pedro Sánchez, la sospecha de cierta cobardía y dejación de responsabilidades.

«Los líderes no podemos escondernos en la militancia». Ocho palabras que ya daban para un comentario de texto antes de que se conociera la opinión de la militancia del PSOE y que ahora pueden explicar por qué Susana Díaz se ha visto arrollada por Pedro Sánchez.

¿De quién es un partido político? Por mucho que en la entrevista Susana Díaz insistiera en las bondades de la participación de la militancia ante la que la dirección debe «rendir cuentas y asumir responsabilidades», la frase denota que la presidenta andaluza entiende que el patrimonio del partido debe ser custodiado por una élite que se arroga la representación de sus esencias, y el papel de la militancia es la de evaluar esa actuación siempre a toro pasado. Esta concepción, muy del siglo XX, está en el fondo de lo ocurrido en el PSOE en el último año y medio.

La frase del titular muestra también una confusión entre el concepto de «líder» y el de «dirigente». Quizá los líderes, dotados de autoridad moral, puedan ir por delante de la militancia sabiéndose seguidos. Los dirigentes deben limitarse a gestionar con más humildad el poder que les han delegado las bases.

Pero, visto el resultado de las primarias, el problema para el PSOE no es tanto que Susana Díaz se creyera la líder que ha quedado demostrado que no es, sino que ni siquiera conocía que no tenía una militancia tras la que esconderse. Era su obligación tener esos datos. Resulta patético que el aparato del PSOE se haya distanciado tanto de su base hasta no saber ya dónde está. Todos los errores cometidos en estos meses por Susana Díaz, la Gestora y los ángeles custodios del patrimonio del PSOE (Felipe González, Rodríguez Zapatero, Alfredo Rubalcaba, los barones...), todo esos errores, decía, quedan minimizados ante el último gran error fatal: no haber detectado lo que se les venía encima.

No voy a opinar ni sobre Pedro Sánchez ni sobre su programa. Lo que está claro es que un aparato que no se entera de lo que está ocurriendo en sus propias bases no está capacitado para dirigir el partido, y mucho menos para tratar después de acceder a la presidencia de un gobierno.