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El este de Caracas lidera la estrategia de tensión de los opositores

Calles vacías y barricadas en el este de Caracas, donde se registraron choques, y (casi) normalidad en el oeste. Así se desarrolló la primera jornada de huelga opositora en Venezuela, que busca una escalada de tensión hasta el domingo, cuando está prevista la elección de la Constituyente.


La dinámica de toda protesta opositora en Caracas es siempre la misma si se trata de una huelga. En el este, en los barrios de Chacao y Altamira, donde se concentran las familias más pudientes, seguimiento absoluto. Calles vacías, arterias cortadas con barricadas y comercios clausurados. En el centro y el oeste, donde uno pasa de los principales edificios oficiales a los barrios más populares, los negocios seguían funcionando, quizás sin tanto tráfico en la carretera, pero como una realidad completamente diferente a los bastiones opositores. Ayer, la Mesa de Unidad Democrática, que unifica al bloque opositor, iniciaba un paro de 48 horas como parte de la estrategia de escalada de la tensión que busca que el Gobierno suspenda las elecciones a la Asamblea Constituyente previstas para el domingo. Aunque observando el ambiente tanto en sus feudos como en el resto de la capital, parece que su capacidad de presión se ha desinflado respecto a la semana pasada.

Que el país sufre una crisis profunda no puede negarse. Aunque, para muchos de los que están en las calles aledañas a Altamira, daría un poco igual. Son los mismos que se manifestaban contra Hugo Chávez desde 1999. «Queremos que (Nicolás) Maduro se vaya. Esto no es por la Constituyente», dijo Flor Lanz, una mujer entrada en años en una barricada junto a la autopista Francisco Fajardo. Junto a ella ya se podían ver los primeros chavales encapuchados, con cócteles molotov colgando. Los enfrentamientos no comenzarían hasta pasado el mediodía. Según afirmaba Lanz, el problema no está en los comicios del domingo, sino en el propio modelo político de Venezuela. A su alrededor, un grupo de vecinos autodenominado «de clase media» enumeraba la lista de agravios chavistas y se mostraban decepcionados ante las noticias que llegaban del oeste, donde la vida seguía igual.

Paradójicamente, Lanz, que ejercía de portavoz a falta de compañeros dispuestos a dar su nombre, decía defender la Constitución aprobada en 1999 por un recién elegido Chávez, contraponiéndola a la modificación que abordará la Constituyente que se vota este domingo. «¿Apoyó usted la anterior Carta Magna?» «No, pero tuvo cosas buenas, aunque siempre me manifesté en contra».

«Les utilizan»

En el este, apenas hay calle sin cerrar por barricadas de piedras y ramas (las más fácilmente esquivables) o alambres (las más peligrosas). En muchas de las vías, sin embargo, nadie vigilaba el bloqueo. Es decir, que eran muchos más los obstáculos que manifestantes sosteniéndolos.

«Les utilizan. Es triste, pero los pseudolíderes de la derecha utilizan a la gente que sale a la calle». Wilmar Marquez, trabajador en el Sistema Nacional de Orquesta, censuraba las manifestaciones, considerándolas producto de «pequeños grupos» y su «fanatismo absurdo».

Desde la lejanía, EEUU contribuyó a calentar la primera de las jornadas de huelga en Venezuela, anunciando sanciones contra funcionarios y exfuncionarios bolivarianos y amenazando con incrementar la presión desde el momento en el que la Constituyente se ponga en marcha. En paralelo, la oposición tiene previsto aumentar la tensión. Tras la huelga, será el turno de la «toma de Caracas» convocada para mañana. Nadie sabe qué ocurrirá a partir de entonces.