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El levantamiento rifeño suma otra víctima policial y una víctima política de peso

El régimen marroquí reconoció ayer la muerte de un joven rifeño en una carga policial de las protestas en Alhucemas. El mismo día, el líder del PAM, Ilyas al Omari, anunciaba su dimisión tras ser señalado directamente por el rey Mohamed VI como gobernador del Rif.


Tras semanas de hermetismo, el régimen marroquí reconoció ayer la muerte del joven rifeño Imad Attabi tras las gravísimas heridas cerebrales sufridas el pasado 20 de julio en choques registrados con la policía marroquí durante la represión de la última protesta en la ciudad norteña de Alhucemas por la oleada de redadas y detenciones de activistas del movimiento bereber Hirak.

Según anunció en un comunicado el Procurador del Rey (fiscal) ante el Tribunal de Apelación de Alhucemas, el joven murió «casualmente» en el Hospital Militar de Rabat.

Imad Attabi era uno de los cientos de jóvenes que el pasado 20 de julio respondió al llamamiento del Hirak Chaabi (movimiento popular rifeño) y salió a manifestarse en Alhucemas.

La policía marroquí reprimió brutalmente las protestas y fue en el barrio de Afazar donde el joven resultó herido en la cabeza –un trozo de metralla le quedó alojado dentro del cerebro–.

Desde entonces, el estado de Imad era de «muerte cerebral», aunque Rabat impuso un apagón informativo total sobre su estado clínico.

Dimisión en el PAM

La crisis en el Rif se cobró su primera víctima política en la persona de Ilyas al Omari, que presentó su dimisión irrevocable como secretario general del Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), el primero de la oposición marroquí.

El pasado 29 de julio, el rey Mohamed VI dio un discurso en el que criticó con dureza a la clase política marroquí en general, con claras alusiones al PAM, entre otros partidos, y esta es la primera dimisión que se produce tras aquel discurso.

Al Omari, que se niega a dejar el cargo de presidente de la Región de Tánger-Tetuán-Alhucemas, es uno de los tantos ejemplos marroquíes de políticos contestatarios reconvertidos en pilares del «establishment». Sin embargo, ha fracasado en sus principales apuestas: frenar a los islamistas en las últimas elecciones (quedó claramente por detrás del Partido Justicia y Desarrollo, PJD, y no pudo formar gobierno) y contener las protestas en el Rif.

Y es que Al Omari llenó el PAM, un partido de notables cocinado en el palacio real, de rifeños y con él copó gran parte de los cargos locales, pero en las protestas el partido ha quedado claramente fuera de juego y por ende inhabilitado para tomar parte en una futura solución.