El pueblo es quien ordena
A golpe de estado se ha decretado un estado de sitio en Catalunya. Todo estaba en el guión. Pero por muy preparados que estemos, por mucho que ya nos esperemos cualquier cosa de este estado, no dejemos de indignarnos, por favor. No dejemos de alarmarnos y denunciar la actitud totalitaria de las instituciones y dirigentes de un estado que prefieren saltarse todas las garantías democráticas antes que permitir un referéndum. Un re-fe-rén-dum, señores.
Cuando, hace media vida, la profesora de historia nos habló del Decreto de Nueva Planta y de Felipe (el V) y empecé a ser independentista, ni me pasaba por la cabeza que un día la tocaríamos con los dedos. Era aquella utopía para y por la cual andábamos. Hemos andado, hemos cogido el relevo a los imprescindibles que en las horas más lúgubres mantuvieron la llama encendida, y hoy ya hay millones de llamitas. “Segur que tomba, tomba, tomba”. Cómo se les ocurre pensar que responderíamos con enfrentamientos y crispación, si estamos viviendo un sueño. Eso hubieran querido, pero se han encontrado con gente que lleva claveles a la Guardia Civil; que si cierran una imprenta sale a empapelar la calle; que si amenazan con cortar la luz de los colegios electorales les dice que así será más romántico; que si entran en las instituciones, se planta en la puerta las horas que haga falta. Gente que sale a la calle y canta, que somos un pueblo que canta y mientras cantamos estamos vivos. “O povo é quem mais ordena”. Gente que responde a la represión con humor y con la mayor sonrisa. Sabe que va a ganar. «Tengo un voto y no me da miedo usarlo», rezan algunos carteles.
Decía Galeano que si votar sirviera para algo, estaría prohibido. Y aquí estamos, llenando las calles para poder votar. España ha sido la principal fábrica de independentistas, para qué nos vamos a engañar. Y estos días en los que ha echado sus leones a la arena y ha puesto en marcha todo su arsenal, está siendo una fábrica de demócratas. El estado español ha convertido el referéndum en una cuestión de democracia. Estas últimas horas ha habido un punto de inflexión en la cuenta atrás hacia el 1-O, con el asedio a las instituciones catalanas, a dirigentes, a la soberanía. Veremos qué pasa. Pero la gente seguirá ocupando la calle y cantando. Que el mambo no pare.