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«Kirkuk es un barril de TNT a punto de estallar»

El referéndum de independencia que se celebra hoy en Kurdistán Sur ha avivado las tensiones étnicas y políticas en las zonas que se disputan Erbil y Bagdad. El petróleo de Kirkuk es el epicentro de la pugna. En zonas como Sinjar, donde la milicia yazidí próxima al PKK ha protagonizado choques con los peshmerga del PDK, no habrán urnas.


En los barrios orientales de mayoría kurda de Kirkuk, una región en disputa por el Gobierno de Bagdad y el Gobierno autónomo kurdo, hay más banderas y simbología nacional que en muchas calles de Erbil o Suleimaniya. Con dicha exaltación patriótica, los kurdos quieren acentuar su legítimo derecho a realizar un referéndum en un territorio que históricamente han reclamado como propio. Una situación muy diferente a la del centro de la ciudad, donde la comunidad turcomana chií ha colgado decenas de banderines con inscripciones e imágenes del imán Husein.

«Kirkuk es un barril de TNT a punto de estallar y puede hacerlo después del anuncio de los resultados del referéndum», advierte Sami Abdulaziz, segundo de a bordo del Partido Turcomano Iraquí por los Derechos. «Rechazamos la votación tanto en las regiones kurdas como en las zonas en disputa porque creemos en la unidad de Irak. Supone una violación de la Constitución y de sus leyes», destaca el miembro de esta formación adscrita al Frente Turcomano Iraquí.

Una opinión que comparte parcialmente el sheikh Ismail al-Hadidi, líder y representante del Consejo Árabe en Kirkuk, quien afirma que «los árabes de Kirkuk no están en contra del referéndum en la región autónoma kurda, pero sí en los territorios en litigio con Bagdad». Este representante de la comunidad árabe cree que «el ISIS y el terrorismo han afectado a la mentalidad de la gente» y tiene miedo que el plebiscito «pueda generar enfrentamientos y traer más inestabilidad a la región».

Oscuro objeto de deseo

Con decenas de pozos de crudo a su alrededor, Kirkuk es ese oscuro objeto de deseo por el que luchan Bagdad y Erbil. Un auténtico Irak en miniatura habitado por árabes, kurdos y turcomanos, que a su vez pertenecen a distintas tribus y profesan religiones diferentes con sus correspondientes sectas. Una sociedad mixta que durante décadas convivió con notable armonía, pero que hechos como la invasión estadounidense de Irak de 2003, la irrupción del ISIS y la celebración del referéndum han ido mermando poco a poco.

«Desde 2003 los kurdos han desarrollado un plan para dar un vuelco demográfico a la región. Para ello han traído a mucha gente a dar a luz en Kirkuk y a kurdos de Turquía, Siria o Irán a los que se les han dado permiso de residencia», denuncia Sami Abdulaziz quien reconoce que reciben apoyo de Ankara. Se estima que de los 1,4 millones de habitantes con que cuenta la ciudad, alrededor del 25% son turcomanos. «En estos 14 años, la experiencia con la Administración kurda no ha sido buena, sobre todo en regiones con una elevada población turcomana como Tuz Khurmato o Kirkuk», señala Abdulaziz.

En junio de 2014, el Ejército iraquí se evaporó ante la llegada de ISIS en ciudades como Mosul y Kirkuk, lo que provocó que los peshmerga de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) se hiciesen con el control de la ciudad y los pozos de petróleo de la región. Erbil teme que la ofensiva lanzada en Hawija por Bagdad contra el ISIS pueda tener continuidad para arrebatar Kirkuk a los kurdos. A pesar de las amenazas de Bagdad, el Gobierno kurdo está decidido a celebrar el referéndum en las zonas en disputa donde viven cerca de 2,7 millones de personas.

«En los últimos días no hemos parado de mantener reuniones y enviar cartas a las autoridades kurdas para que paren un referéndum de consecuencias fatales», comenta Ismail al-Hadidi. El líder del Consejo Árabe local reconoce que una «autonomía como la kurda podría ser la solución para el resto de comunidades del país, pero la geografía y la demografía lo impiden».

El líder turcomano explica que hace poco se reunieron con el UPK y propusieron «posponer el referéndum hasta dentro de diez años». Según Abdulaziz, «si su política se demostrase inclusiva entonces podríamos cambiar de parecer».

En el lado kurdo, las cosas se ven de forma distinta. La euforia e ilusión se palpan en la calle. «Todos los kurdos de Kirkuk nos movilizaremos por el ‘Sí’», destaca Najmadin, un comerciante de 42 años. «Son siglos de convivencia y no creo que haya problemas», se afana en añadir.

Los yazidíes y el referéndum

No sólo hay disputas territoriales entre Erbil y Bagdad. Sinjar, la región autónoma declarada por la Administración yazidí próxima al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), no va a permitir que en su territorio se coloquen urnas. «Estamos a favor de un Kurdistán libre pero este referéndum no tiene nada que ver con los yazidíes. Sólo refuerza el poder de Barzani», señala por teléfono Zardasht Shingali, portavoz de las Unidades de Protección de Sinjar (YBS).

Gran parte de la comunidad yazidí acusa a los peshmerga del Partido Democrático de Kurdistán (PDK) del presidente Masud Barzani de abandonarles en agosto de 2014 cuando el ISIS llegó a este territorio montañoso y mató y secuestró a miles de personas. «Con la votación y la supuesta defensa de los derechos nacionales, Erbil quiere tapar el abandono que sufrieron los yazidíes», denuncia Shingali.

En relación a los recientes enfrentamientos con la milicia chií de Hashd al-Shabi, Shingali señala que están mantenido reuniones para «tratar de buscar una solución política porque a ninguna de las dos partes les interesa abrir un nuevo frente».