LA LISTA NEGRA UNIONISTA CRECE Y LOS ULTRAS SE PEGAN ENTRE SÍ
El unionismo catalán volvió a su cauce real cuatro días después de la gran marcha. De nuevo convocaba SCC, pero esta vez solo salió el núcleo duro local, que pone a la autonomía en su diana: tras Puigdemont van Trapero o Terribas. Y en el grupo, los más ultras acabaron liándose a golpes.
Las proclamas lanzadas el martes en el Parlament por Xavier García Albiol (PP) afirmando que el españolismo ya no iba a dejar la calle se ponían a prueba ayer en Barcelona, a las 11.00 del 12 de octubre, Día de la Hispanidad. El convocante era el mismo: Sociedad Civil Catalana, el paraguas unionista que tiene claramente los colores de Ciudadanos pero da cobijo desde a convencidos constitucionalistas hasta a fachas supremacistas. Sin embargo, había dos diferencias evidentes entre el domingo y ayer. Una cuantitativa: con el mismo sistema de recuento de GARA los 170.000 se quedaron en un cero menos, 17.000. Y otra cualitativa: pese a ser el Día de la Hispanidad, esta vez se coreó menos a España y más contra los símbolos autonómicos locales, lo que apuntala la tesis de que el 8-O hubo desembarco masivo de unionistas foráneos.
La pancarta llevaba el lema ‘‘Catalunya sí, Espanya también’’, pero se gritó sobre todo contra su president, Carlos Puigdemont (encarcelarlo se ha convertido en algo auténticamente obsesivo para este sector social). También contra el máximo representante de los Mossos d’Esquadra, citado el lunes de nuevo en la Audiencia Nacional: «Trapero, traidor/ tú también a prisión». Y contra TV3, acusada reiteradamente de «manipular». Se veían algunos rótulos contra Mònica Terribas, la popular conductora de ‘‘El matí’’ de Catalunya Radio, junto a carteles en que la audiencia de los medios públicos catalanes era reflejada como la protagonista de ‘‘La naranja mecánica’’, con los ojos muy abiertos y sostenidos por ganchos.
Unos pocos manifestantes mostraban, en la misma línea, carteles de apoyo al 155. Todo a mayor gloria de Ciudadanos, y más concretamente de su líder en el Parlament, Inés Arrimadas, referencia central. De hecho, se distribuyeron con profusión banderitas con el mismo símbolo que Arrimadas mostró en la tribuna el martes en la réplica a Carles Puigdemont: un corazón dividido en tres partes –para la senyera, la rojigualda y la enseña europea–, con el que el unionismo quiere trasladar a la UE que son de su bando.
¿Lo son? Quizás sí en las primeras filas, donde predominaban grupos de familias enteras y camisetas de «La Roja». Pero no en la parte trasera, donde caminaban con sus propias pancartas grupúsculos tan pintorescos como Somatemps, con su escenografía carlistona (boinas, Sagrado Corazón...) y el lema militarista ‘‘Desperta Ferro’’, usado por los guerreros almogáraves de la Corona de Aragón.
Golpes y fuego a esteladas
Metros más atrás iban los neonazis de Hogar Social, lanzando gritos contra la Constitución y lemas como ‘‘España no se vende, se defiende’’. A miembros de ese grupo les habían incautado los Mossos, a primera hora de la mañana, puños americanos, pasamontañas y cadenas. Hubo en ese momento 28 identificados.
Otros grupúsculos ultras acabaron a golpes... pero entre ellos. Ocurrió al final de la marcha de SCC en la misma Plaza de Catalunya, en la terraza de un bar en la que decenas de sillas volaron por los aires. Los Mossos practicaron allí otras 25 identificaciones, pero no constan ni detenidos ni heridos. La versión oficial habla de gresca por cuestiones futbolísticas, entre aficionados ultraderechistas de Valencia, Atlético de Madrid y Sabadell.
En otro punto de la ciudad, la Plaza Espanya, 300 falangistas cantaron el ‘‘Cara al sol’’ y quemaron esteladas. Los Mossos impidieron que chocaran con una movilización antifascista que había partido de Sants.