Puigdemont se desplaza a Bruselas y abre nuevo ciclo
Puigdemont y cinco miembros del Govern sorprendieron ayer viajando a Bruselas, donde hoy aclararán su situación en medio de especulaciones sobre una posible petición de asilo. El president trata así de poner una pica en Flandes en respuesta a la dura querella de la Fiscalía por rebelión y sedición contra el Ejecutivo y la Mesa del Parlament.
El president, Carles Puigdemont, y cinco miembros de su Govern están en Bruselas. «En un entorno discreto y seguro» del corazón de la Unión Europea. Desde allí, según se difundió, realizarán hoy una comparecencia para explicar una situación sobre la que ayer solo se podía especular. ¿Exilio? El diputado de JxSí Lluís Llach alimentó la idea, que ya fue abonada el domingo por el ministro belga de Migración y Asilo, Theo Francken. «Tenemos que preservarnos de su represión», anticipó el president el sábado. Ayer “La Vanguardia” aseguraba que Puigdemont ya ha contactado con el abogado Paul Bekaert para asesorarse sobre la posibilidad de pedir asilo.
¿Un gobierno en el exilio? La memoria colectiva del país se activó rápidamente. Sería un salto cualitativo y un giro espectacular. Veremos en qué se concreta hoy, pero el papel de Bélgica no es sencillo: conceder asilo a Puigdemont sería aceptar que España no garantiza un juicio justo. El conflicto diplomático estaría servido en plena UE, aunque también hay vías indetermedias. Conexión flamenco-catalana históricamente embridada por la resistencia a la cruz y la espada del imperio español. Hoy se cumplen cinco siglos desde que Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la capilla del castillo de Wittenberg, iniciando un terremoto tras el cual Europa no volvería a ser la misma. El protestantismo se escampó con rapidez en los territorios flamencos y catalanes. En 1523, en Bruselas, Voes y Van Eschen se convirtieron en los dos primeros luteranos ejecutados por Carlos I de España y V de Alemania. Cinco meses después le siguió, quemado vivo en Palma, el pintor catalán Gondisalví.
La Inquisición se acabó, pero la Fiscalía española permanece. El cuadro bruselense de Puigdemont se completa con las querellas contra el Govern y la Mesa del Parlament presentadas ayer ante la Audiencia Nacional española y el Supremo. Poca broma. Los delitos de rebelión y sedición pueden implicar penas de largos años de cárcel –lean a Iñaki Iriondo en la página 5–. Los respectivos jueces –en la AN será Carmen Lamela– citarán próximamente a los denunciados, con los catorce días de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart en Soto del Real en la retina. «Preservarnos de su represión».
La convivencia entre la República independiente y la autonomía suspendida en la Catalunya duplicada saltó ayer irremediablemente por los aires. La supervivencia del símbolo de la República pasa ahora mismo por Bruselas, mientras que en Barcelona, en la práctica, se impone de momento la autonomía suspendida. «Nuestra República no tiene toda la capacidad de defenderse que nosotros querríamos», explicó en un ejercicio de realismo el portavoz de ERC, Sergi Sabrià. «El país necesita transparencia, alguien nos tiene que explicar cuáles son los planes del Govern», reclamó la diputada de la CUP Mireia Boya.
Es el sentir más generalizado en Catalunya. ¿Dónde estamos? ¿En qué punto del viaje entre la postautonomía y la preindependencia? A falta de respuestas claras –veremos si llegan hoy desde Bruselas–, los hechos van dibujando un escenario en el que las instituciones catalanas apostarían por minimizar los efectos represivos que se puedan derivar de la desobediencia al 155 –los Mossos obedecen a Zoido y el Parlament acató en la práctica su disolución al suspender la reunión de la Mesa de hoy– y por asumir las elecciones impuestas del 21 de diciembre.
El horizonte del 21D
A primera hora del día toda la atención se centró en el Palau de la Generalitat, a la espera de ver si Puigdemont desafiaba su cese. Pero solo el conseller de Territorio, Josep Rull, se dejó ver en su oficina a la mañana –por la tarde, el vicepresident, Oriol Junqueras, también acudió a su consejería–, y la atención se desplazó rápidamente a las sedes de los partidos independentistas, donde se reunían las direcciones –excepto la CUP, que ayer trabajó desde el Parlament–.
El primero en hablar fue Sabrià (ERC), que confirmó que participarán el 21D, aunque no quiso especificar si presentándose a las elecciones o llamando a un boicot activo. De su intervención se extrajeron dos ideas. La primera: «Nos han puesto una trampa en forma de elecciones ilegítimas», pero «las urnas no nos dan miedo, el Estado quiere jugar en un terreno que es nuestro. El 21 de diciembre estaremos presentes, presentándonos o no, encontraremos la manera de estar». La segunda: «Se buscará la unidad de acción con todo el que se sienta interpelado por los valores republicanos, tenemos que encontrar estrategias conjuntas». Se entiende la apuesta por participar, pero se supedita a una estrategia conjunta del soberanismo.
No lo hizo así el PDeCAT, cuya coordinadora general, Marta Pascal, lejos de priorizar la unidad de acción, anunció directamente su participación en las elecciones. «Señor Rajoy, nos vemos en las urnas», apuntó Pascal, que añadió que «las urnas son una oportunidad para defender nuestro autogobierno».
Por su parte, Boya (CUP) ni confirmó ni descartó una posible participación en las elecciones. Sí que subrayó, en cualquier caso, que son «unas elecciones ilegítimas que se celebrarán en un contexto de represión». Junto a una demanda de mayor transparencia, la CUP también reclamó al Govern que, como cada martes, se reúna en Barcelona o en Bruselas y ponga en marcha los primeros decretos para implantar la República.
Veremos cómo lo hace un Govern del que seis miembros han dormido esta noche en Bruselas. Fueron Joaquim Forn (Interior, PDeCAT), Antoni Comín (Salut, ERC), Meritxell Borràs (Governació, PDeCAT), Meritxell Serret (Agricultura, ERC) y Dolors Bassa (Trabajo, ERC).
Los apuntes del día
Españoles a favor del referéndum
El diario “El Mundo” publicó ayer una encuesta de la que destacó el descenso del apoyo soberanista. El mismo sondeo apuntó, sin embargo, que el 57,4% de los españoles está de acuerdo con un referéndum pactado en Catalunya. El porcentaje sube al 75,6% si se pregunta solo en Catalunya.
Junts pel NO
El unionismo en Catalunya está ya en campaña electoral. Ayer la candidata de C’s, Inés Arrimadas, llamó al PP y al PSC a un pacto previo que garantice el apoyo al partido más votado. Sin entrar en ese juego, también ha confirmado su participación sin ambages Catalunya en Comú.