Puigdemont tratará de ser investido en el Parlament si ganara el 21D
El president declara hoy ante el juez belga que debe decidir sobre la euroorden de detención y entrega, si bien no se espera ninguna decisión inmediata. En términos políticos, con las listas ya a punto de cerrarse, el debate empieza a trasladarse a los escenarios posteriores al 21D. Puigdemont, de momento, anunció que contempla acudir al Parlament.
El president de la Generalitat, Carles Puigdemont, entrará hoy en el Palacio de Justicia de Bruselas, un megalómano edificio construido por un arquitecto peculiar llamado Joseph Poelaert, que murió sobrepasado por su obra magna y fue enterrado en un mausoleo que reproduce la increíble construcción. Aquel debía ser el homenaje de un joven país laico a la independencia judicial, por lo que superó en tamaño hasta al Vaticano. Fue el edificio más grande construido en el siglo XIX. Ahora es un mamotreto que lleva tres décadas cosido de andamios. La Justicia da para alegorías apetecibles en cualquier lugar del mundo.
Ante el juez que debe decidir sobre la euroorden emitida por el Estado español, Puigdemont alegará la motivación política del caso abierto en la Audiencia Nacional española, según explicaron ayer los abogados del president a la prensa belga. «La euroorden se basa en su proyecto político», explicó al diario ‘Le Soir’ la abogada Michéle Hirsch, que defenderá a Puigdemont junto al más conocido Paul Bekaert.
Además del alegato político, insistirán en que la extradición no se puede dar debido a la naturaleza de los hechos imputados al president: los delitos de prevaricación y desobediencia no son legalmente suficientes para justificar la entrega al Estado español, la malversación no ha sido acreditada ni siquiera indiciariamente –la jueza Carmen Lamela tuvo que frenar la imposición de una fianza por los gastos del 1-O–, y los delitos de sedición y rebelión requieren estar sostenidos por episodios de violencia que, por mucho que insistan desde el Estado, no se han dado en Catalunya.
Aunque la declaración judicial de Puigdemont centrará todos los focos, cabe aclarar de antemano que hoy no se decidirá nada. Ni Puigdemont será entregado a España ni quedará exonerado definitivamente. El juez tiene todavía un amplio plazo para tomar una decisión y pedir a las partes toda clase de documentación. Luego vendrán los recursos. De momento, ayer se supo que ya ha solicitado a la juez Lamela información acerca del trato que el president tendría bajo custodia española.
El horizonte del 22D
Pero todo podría acelerarse en función de los resultados de las elecciones, ante las que los partidos agotan hoy el plazo para presentar candidaturas. Ayer siguió el baile de fichajes, destacando sobre todo la confirmación del presidente de la ANC, Jordi Sànchez, como número dos de Junts per Catalunya, la lista de Puigdemont avalada por el PDeCAT. Desde la cárcel, Sànchez renunció ya a la presidencia de la Assemblea. ERC, por su lado, anunció la incorporación de la atleta Núria Picas.
Uno de los anuncios que pasó más desapercibido es el que expresó Puigdemont en una entrevista con “El Punt Avui”: «Si gano las elecciones, está claro que tomaré posesión». Es decir, el president tiene intención de presentarse ante el Parlament para volver a ser investido si los números le dan. Es difícil que consiga ganar con su lista, pero Junqueras ya avanzó el miércoles que su candidato es Puigdemont, por lo que es fácil prever que sumado el voto o la abstención de la CUP, algo que todavía no se ha definido, podría alcanzar para ser investido –lo contrario sería un descalabro del independentismo–. Si se diese el caso, se entiende que Puigdemont, prófugo para la Justicia española, está dispuesto a viajar a Barcelona y presentarse ante el Parlament. ¿Con qué consecuencias? El momento catalán es confuso a día de hoy y apenas deja entrever que el escenario posterior al 21D es una incógnita enorme tanto para catalanes como para españoles.
Entrevistado por el ex primer ministro escocés Alex Salmond, Puigdemont anunció una nueva tentativa de «diálogo y negociación» con España y la UE si el independentismo gana el 21D. El discurso tendrá que ser afinado de aquí a las elecciones, pero, pasado el momento de ensimismamiento, parece que el independentismo empieza a mirar de nuevo a los desafíos que sigue teniendo ante sí.
Rovira a punto, Mas enfadado
Si Puigdemont fuese detenido o siguiese en Bruselas, se abriría el debate de la sucesión en el seno del independentismo, aunque si gana ERC la jugada está clara. El miércoles Junqueras situó de presidenciable a su número dos, Marta Rovira, que ayer se mostró dispuesta. Eso sí, recordó que el 21D debe servir para «rehabilitar el gobierno legítimo, el mandato democrático y las instituciones».
La aspereza en el seno del independentismo la introdujo ayer el expresident Artur Mas, que con Puigdemont en el exilio está ganando cuota de pantalla y protagonismo. Reprochó a Esquerra que haya dejado solo a Puigdemont ante la cita electoral y advirtió de que fijar plazos cortos para la independencia puede «ahogar» el proceso. El debate y la polémica están servidos, al menos hasta que el soberanismo no logre consensuar una nueva hoja de ruta que tome el relevo a la que acabó con el referéndum del 1-O.
«El Parlamento Vasco respeta y acompaña las resoluciones del Parlament del 27 de octubre»
«El Parlamento Vasco respeta y acompaña las resoluciones que sobre la soberanía de Catalunya y el proceso constituyente fueron adoptadas por el Parlament en sesión celebrada el pasado 27 de octubre». Este fue el acuerdo aprobado ayer mayoritariamente por la Cámara de Gasteiz. ¿Qué pasó el 27 de octubre en Barcelona? Repasemos algunas primeras páginas. Según GARA «Nace la República catalana, sigue el pulso». Para “Berria” «2017-10-27. 15:27 Katalunia, errepublica independientea». Mas portadas: «El Parlament aprueba la república catalana» (“Deia”); «Un Parlament fracturado declara la independencia» (“El Correo”); «Rajoy responde con elecciones el 21-D a la declaración de independencia»...
En todo caso, el Parlamento autonómico no quiso ayer «reconocer» expresamente la República catalana, como pedía EH Bildu. Hubo intentos de la formación independentista de llegar a un texto común con el PNV, cuyo portavoz, Joseba Egibar, –como le recordó Maddalen Iriarte– se había comprometido en Bilbo ante Jordi Turull, portavoz de la Generalitat, y Jordi Sánchez, presidente de la ANC, ambos hoy encarcelados, a que la Cámara de Gasteiz fuera la primera en reconocer la independencia catalana. Pero ayer, nuevamente, la figura de Iñigo Urkullu prevaleció sobre la de Joseba Egibar quien, de todas formas, mantuvo su compromiso para cuando la proclamación de la República catalana sea efectiva.
Ante la falta de consenso, EH Bildu optó por apoyar la enmienda del PNV, que además de respetar y acompañar las resoluciones del Parlament del 27 de octubre, incluye el «rechazo» de la Cámara a «cuantas medidas excepcionales de intervención que, al amparo del artículo 155 de la Constitución española, han sido adoptadas por el Gobierno del Estado amputando la representación institucional de Catalunya y su capacidad de autogobierno, convirtiendo este en una carta otorgada en lugar de un derecho inherente a la nación catalana».
El tercer punto recoge que «el Parlamento Vasco manifiesta que corresponde exclusivamente a la sociedad catalana y a su legítima representación institucional determinar su futuro atendiendo a cauces exclusivamente pacíficos y democráticos».
PP, PSE y Elkarrekin Podemos votaron en contra de la propuesta de EH Bildu, y el PNV se abstuvo. La enmienda jeltzale salió finalmente aprobada con los votos jeltzales e independentistas, el no de PSE y PP, y la abstención de EP». I. IRIONDO
Los apuntes del día
Piolín abandona el puerto
57 días después de atracar en el puerto de Barcelona, el símbolo del despliegue policial español en Catalunya con motivo del 1-O, el barco de Piolín, abandonó ayer el puerto. No lo harán, sin embargo, todos los agentes policiales; muchos siguen en Catalunya.
Las prioridades del PSOE
El PSOE pidió ayer la comparecencia de Sáenz de Santamaría para que explique la «injerencia extranjera» en el conflicto catalán, en alusión a Rusia. Por su parte, Susana Díaz consideró un «disparate» hablar de España como nación de naciones.