El (f)actor Puigdemont
Las dos primeras encuestas preelectorales que merece la pena mirar se publicaron ayer en un diario catalán (‘‘El Periódico’’) y otro español (‘‘Abc’’); las anteriores no tenían sentido por la enorme agitación del escenario previo, que no daba margen a una reflexión reposada, y porque incluían en su muestra a un partido, PDCat, que no concurre. En estos dos sondeos se confirma a ERC en cabeza, pero el dato más noticiable es el tirón de Junts pel Catalunya, la «llista del president», que logra 25 escaños en ‘‘El Periódico’’&flexSpace;y 24 en ‘‘Abc’’, pugnando claramente por el segundo puesto. No son los 62 de CiU en 2010 –aquellos tiempos nunca volverán–, pero tampoco la decena que se le preveían a un PDCat que nunca ha arrancado.
Todo ello habla del tirón del president, un personaje político peculiar y fascinante. Los medios especulan sobre el impacto que tendrá en campaña el «factor Puigdemont» desde su exilio en Bruselas, pero eso que aparentemente suena a elogio en realidad lo minusvalora. El exalcalde de Girona no es un factor sino un actor, no es objeto sino sujeto, no se limita a gestionar políticamente su situación sino que crea nuevos escenarios con la misma. En lo jurídico y también en lo político.
Comenzando por lo jurídico, en el eterno afán español de crear contradicciones al independentismo una de las últimas artimañas ha sido intentar imputar a la «fuga» de Puigdemont el encarcelamiento de sus compañeros de Govern por parte de la Audiencia Nacional. La decisión del Supremo de liberar a la Mesa del Parlament acusada de los mismos delitos desmontó esa patraña. Y hoy es más realista concluir que si Forcadell está en la calle y Junqueras acaba saliendo de prisión será precisamente gracias a que Carles Puigdemont movió ficha, dificultó al Estado encerrar a todas las instituciones legítimas y ha dado dimensión internacional a la existencia de presos políticos catalanes.
En lo político, su movimiento no ha sido menos inteligente ni con menor riesgo. A Puigdemont se le prejubiló antes de tiempo, pero la decisión primera de autoproclamarse candidato y la posterior de rodearse de una lista de país y no de partido (el cabeza de lista por Tarragona, Eusebi Campdepadrós, milita en ERC) han sido dos jugadas maestras que vuelven a cambiar todo el tablero. El principal fortalecido no es el president, ni siquiera su partido aunque a futuro ésta pueda acabar siendo su tabla de salvación, sino el conjunto del independentismo. Y es que con ello ha impedido la marcha atrás con que soñaban algunos en PDCat y dado una tercera opción a quienes no gustan de ERC, y menos aún de la CUP, por izquierdistas.
Sobre el actor sí está luego el factor. Si Puigdemont logra articular una campaña electoral desde Bruselas, nadie tendrá más proyección que él. En una época en la que no había memes con que hacer leña de árboles aparentemente caídos, a Francesc Macià también lo dieron por muerto antes que tiempo y luego volvió de Bélgica a liderar la Generalitat.