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COSTE EN BAJAS Y BENEFICIOS DE LA INTERVENCIÓN RUSA EN LA GUERRA SIRIA

Rusia reconoce 41 bajas mortales desde setiembre de 2015. en Siria. El balance no incluye a las empresas rusas de mercenarios, pero en todo caso lo considera asumible comparado con los beneficios de prestigio y económicos para la industria armamentística rusa.


Rusia comenzó oficialmente su intervención en el conflicto en Siria a finales de agosto de 2015. Su intervención ha sido clave para que a día de hoy el régimen de Bashar al-Assad no solo no haya perdido la guerra civil y la paralela lucha contra el ISIS, sino para que controle actualmente más del 90% del territorio del país árabe.

La intervención ha tenido un coste en bajas militares para la Federación Rusa, que el Ministerio de Defensa cifró oficialmente en 41 muertos hasta mediados de noviembre de este 2017. La cifra real es con toda seguridad bastante mayor, pero es muy difícil de conocer por el secretismo de la legislación rusa. Por un lado, a raíz del conflicto de Ucrania y la no reconocida pero real participación rusa desde el 28 de mayo de 2015, las pérdidas de las Fuerzas armadas rusas en tiempos de paz son secreto de estado y no se divulgan. Por otro lado, el Gobierno no contabiliza entre sus fallecidos oficiales a los voluntarios, denominación utilizada para los miembros de las empresas militares privadas: las PMC por sus siglas en inglés.

Empresas rusas de «mercenarios»

Al menos ocho empresas rusas de este tipo han participado en el conflicto sirio contratadas presuntamente por el Estado sirio, según analistas independientes. Esas mismas fuentes hablan de que al menos cinco de esas empresas habrían participado también en el conflicto del Donbass. Lo curioso es que las PMC son ilegales como tales en la propia Rusia y sus trabajadores serían considerados mercenarios si no utilizaran dentro del país la denominación de simples empresas de seguridad: vigilantes jurados dentro de Rusia, combatientes profesionales fuera.

A una PMC pertenecen precisamente los de momento dos únicos ciudadanos rusos capturados con vida en Siria, habiendo una grabación de ellos al poco de ser capturados. Se les considera muertos, pero su destino se desconoce a ciencia cierta, ya que a pesar de haber sido capturados por el ISIS, este no publicó ningún vídeo de su ejecución, pese a que sí hizo pública una grabación poco después de ser aprehendidos.

Por todo ello es de suponer que sean estas PMC las que hayan llevado el grueso de pérdidas rusas en Siria. Pero su transparencia no es mayor que la del Kremlin y sus cifras de bajas mortales van desde unas 40 hasta varios centenares. Hecha la ley, hecha la trampa. Cuando apareció la información de esos dos ciudadanos capturados, Dmitri Peskov, jefe de prensa de Putin, se apresuró a declarar que las Fuerzas Armadas no habían perdido personal en aquellas fechas. El mensaje fue claro: Si a esos ciudadanos se les captura, son heridos o muertos, el estado no se hace responsable. Una lección aprendida por los rusos de los estadounidenses y sus diversas guerras de los últimos años.

De los 41 fallecidos oficiales no todos tienen el mismo rango, ni sus historias son iguales. El más destacado fue el piloto Oleg Peshkov, abatido por un caza turco en noviembre de 2015. Dos eran enfermeras fallecidas por un ataque de artillería en Alepo. Los altos cargos rusos tampoco se han librado. Un teniente general y dos coroneles han muerto en Siria. Algunas muertes han sido utilizadas hábilmente por los medios rusos para proporcionar una imagen heroica de sus soldados, como la del teniente A. Projorenko, rodeado por el ISIS y que habría pedido fuego de artillería sobre su posición sacrificando su vida junto al enemigo.

Por otro lado, se calcula que los yihadistas de nacionalidad rusa en Siria podrían ser varios miles. Según Moscú eran uno de los objetivos principales de los ataques de la aviación rusa en Siria.

La guerra como escaparate

Las pérdidas materiales también están presentes. Moscú reconoce la pérdida de cuatro aviones, uno derribado en el incidente citado con Turquía, y el resto oficialmente a causa de accidentes. A ello se suma la pérdida de seis helicópteros, cuatro de ellos por acción enemiga y el resto por accidentes.

Por otro lado, Rusia ha probado en Siria más de 160 nuevos tipos de armas, desde fusiles, pasando por equipos de comunicación, blindados, hasta misiles de crucero lanzados desde submarinos en el Mediterráneo.

Esto ya le ha ayudado a la firma de varios contratos para proporcionar armamento a países tan diferentes como helicópteros Ka-52 a Egipto, tanques T-90 a Vietnam о misiles tácticos Iskander a Argelia, todos ellos probados en Siria. Los representantes de Rosoboronexport, la empresa estatal rusa encargada de las exportaciones en el campo militar, se muestran entusiasmados con las perspectivas de venta en los próximos años. Una guerra exitosa es su mejor escaparate.

De momento parece que los beneficios superan para el Kremlin el coste político en ciudadanos rusos muertos, más cuando solo admiten la de aquellos que fueron enviados allí oficialmente por el Estado ruso. Las sociedades modernas parecen cada vez más difíciles de conmover ante el coste en vidas humanas, incluso cuando son propias.