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El Betis, tras otro borrón

El derbi del sábado volvió a mostrar al equipo rojiblanco plano y sin ideas previo al amago de recuperación.


Dicen las malas lenguas que el mejor disparo de los rojiblancos o, al menos, el que hicieron con más ganas en el derbi fue el que protagonizó el aizkolari Aitzol Atutxa en el saque de honor. Ningún otro jugador apretó los dientes el sábado como el deportista de Dima. Hay que tener mala baba para empezar con esta cita, aunque el partido del sábado fue tan pobre que hay que echarle imaginación para sacar algo de provecho al mismo.

El empate ante el Real Madrid y la victoria a domicilio ante el Levante en Liga y la victoria, con liderato de grupo incluido, en la Europa League, habían despertado ciertas esperanzas entre sus parroquianos para esperar un equipo, no ya brillante, sino que acogotará a la Real en su campo con un derroche de despliegue físico. Sin embargo, lo que ofreció el partido en San Mamés fue un espectáculo triste en el que lo único que se salva es el trabajo defensivo de Núñez, debutante en un derbi, y su pareja de baile Laporte, el derroche de trabajo de Mikel Rico y algunos desbordes de Susaeta.

El resto, no hay por donde cogerlo porque el Athletic volvió a jugar sin un patrón definido. Ander Iturraspe sin convocar, Beñat Etxebarria convocado para nada y Ager Aketxe viendo el partido desde la grada. Quienes tienen más cualidades para hacer que el balón se mueva con criterio por el césped no jugaron ni un solo minuto en La Catedral. Solo cabe la explicación de que Ziganda buscaba otra cosa y que su propuesta, nuevamente, salió rana.

Se da por hecho por la alineación que el Athletic quería apretar a la Real arriba, partiendo de un centro de campo que no dejara respirar al rival, que no puediera pensar. No solo eso, sino que, en un día marcado por la lluvia, los aspersores siguieron regando el campo durante el descanso, con lo que se trataba también de ahogar a la Real.

El Athletic buscó una pelea de camisetas mojadas más que un partido de fútbol. Así se lo tomaron los veteranos Aduriz y Raúl García que aplicaron una versión muy particular de la presión, pasando más tiempo en el suelo y protestando que haciendo algo de provecho. Sus virtudes son innegables, pero también la facilidad con la que son capaces de perderse en guerras anecdóticas y en teatralizar cualquier choque tratando de engañar al árbitro. Precisamente ellos, que son capaces de utilizar cualquier método para quitarse de encima a un rival. El sábado en San Mamés mostraron su peor versión, la de poner nerviosos a árbitro y rivales y desquiciar a aficionados, en lugar de dedicarse a jugar, que es, además, lo que mejor hacen.

Medias verdades sobre Kepa

Otro de los temas que centraron el derbi fue la ausencia de última hora de Kepa Arrizabalaga por unas molestias en su tobillo. El presidente del Athletic, Josu Urrutia, justificó su ausencia en base a esa lesión y otro tanto hizo Kuko Ziganda, solo que el entrenador navarro añadió la frase de que «el que duda es que no confía en la gente».

Las dudas sobre la lesión no solo son de gente mal pensada o desconfiada, proceden también de personas bien intencionadas que durante toda la semana no recibieron ni la más mínima información sobre molestias en la pierna del portero de Ondarroa. Nadie del club dijo que Kepa estaba entrenando con dolor, posiblemente porque parece algo injustificable. Si el guardameta tenía problemas en su tobilo lo que tenía que haberse hecho es darle descanso para una recuparción absoluta, porque precisamente para afrontar estos contratiempos están Iago Herrerín y Unai Simón.

Si hay quien desconfía y piensa que Kepa se ha bajado del barco es porque la información que había lleva a pensar eso. Es un tema delicado, desde luego, pero en manos del club y del portero está dejar de marear la perdiz con la renovación.