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«Testimoniar es sangrar, pero vence»

Hubo un tiempo largo en Argentina sin condenas por una tortura que fue masiva. Hoy son ya 620, según destacó en Donostia José Schulman, víctima y referencia de esta lucha. En Euskal Herria apenas suman 20, pero la recién llegada de Europa alimenta la expectativa de que «la verdad es invencible» a la larga.


No se salía precisamente con buen cuerpo de la charla ofrecida ayer tarde en Donostia por José Schulman, secretario nacional de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, activista contra la tortura y torturado él mismo. Había explicado al auditorio qué es morir empalado, cómo desde la ESMA de Buenos Aires salían los aviones que arrojaban a los detenidos vivos al mar o los quemaban en lo que llamaban «asaditos», o cómo la hija de la persona que inventó la picana murió víctima de ella. Historias macabras pero reales, por las que en un momento dado casi hasta se excusó: «En Argentina este sistema empezó en 1976, pero en España lo tuvieron muuuuucho más lejos, viene de la Inquisición».

Todo este detalle no era morbo, tenía una explicación en su moraleja final: «Testimoniar la tortura no es gratis, es soltar la misma sangre que cuando te torturaron –resumió Schulman–. Pero testimoniar es un arma muy potente. Hay que decir lo que nos hicieron. La verdad es invencible».

Argentina y Euskal Herria

Admitió el invitado, en cualquier caso, que hacen falta tiempo y perseverencia para que esa verdad se abra camino. Así, recordó que en su país durante mucho tiempo no hubo juicio alguno, hasta que en 2001 «el pueblo se levantó y arrasó con los gobiernos. Y tuvieron que salir de esa crisis de gobernabilidad liquidando la impunidad».

El resultado, 620 condenas ya frente a las apenas 20 que ha registrado en el Estado español el reciente estudio del Instituto Vasco de Criminología (en la mesa estaba también Laura Pego, una de sus responsables). El contraste entre allí y aquí es brutal, pese a que los números de torturados no son tan diferentes, menos aún si se comparan con la dimensión poblacional de Argentina (44 millones de habitantes) y Euskal Herria. Detalló Schulman que esas 620 condenas recogen torturas o detenciones ilegales a 12.000 militantes políticos, mientras solo en la CAV se contabilizan ya 3.500 víctimas en este informe encargado por Lakua.

Los casos censados de torturas oficialmente, como se sabe, son 4.113, pero por delante del IVAC hay un trabajo de hormiga de Euskal Memoria. Desde esta fundación, Eugenio Etxebeste avanzó en la mesa redonda que han recopilado ya cerca de 6.000 episodios de tortura en todo el conjunto del país. E hizo dos apuntes significativos. Por un lado, más del 40% de los torturados quedaron libres posteriomente, lo que refleja que «no tenían nada que ‘cantar’». Por otro, el 25% de las personas detenidas bajo incomunicación no denunciaron maltratos, lo que desmonta los discursos oficiales sobre el «manual de ETA». «¿Acaso no tenían ese manual o es que desobedecieron a ETA?», ironizó Etxebeste.

Ese argumento ha quedado muy tocado por el fallo europeo sobre Portu y Sarasola. ¿Puede marcar un antes y un después? La abogada e investigadora Laura Pego constató que se trata de un avance importante, si bien se ha conseguido gracias a algunas circunstancias excepcionales visto lo visto con anterioridad: una labor muy detallada de los forenses, una instrucción consistente, una sentencia bien construida en Gipuzkoa...

A su lado, Schulman cargó contra esos matices jurídicos que han llevado a Estrasburgo a discriminar entre «trato inhumano» y «tortura» cuando el hecho de fondo es el mismo. Y sobre todo cuando esta lacra supone «un delito imprescriptible e inamnistiable, porque no afecta ya a la persona concreta, afecta a toda la Humanidad. La Humanidad no soporta la tortura. No es fácil lograr que un hombre torture», expuso.

El orden injusto, la raíz

Su intervención dio la perspectiva exacta de la inhumanidad que conlleva esta práctica, que ligó al capitalismo o al imperialismo destacando que los pueblos autóctonos no torturaban. En un repaso histórico rápido, Schulman destacó que los poderes coloniales primero torturaron a quienes no consideraban personas, como los indios; luego, «a los que perjudicaban el progreso, como ustedes los vascos»; y hoy día se usa «contra el terrorismo, que es algo que ni pueden definir». Frente a ello, contarlo, insistió, y tener claro que «para terminar con la tortura hay que terminar con el orden injusto».