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Y lo que no mejora empeora

Los leones, que renunciaron al balón, se parapetaron setenta minutos hasta que el rival aprovechó dos groseros fallos y sentenció.


ATLÉTICO 2

ATHLETIC 0

 

Heráclito, filósofo griego de Efeso, ilustró su teoría del cambio constante con la imagen de un río: «No podemos bañarnos dos veces en las mismas aguas, porque fluyen constantemente». El Spartak de Moscú no es el Atlético. De eso se percataron ayer los leones. Lo que no cambia es el Athletic. Todos los peros del mundo serán bienvenidos en el día después, pero la realidad del equipo, y su entrenador como máximo responsable –ya es el técnico con menor porcentaje de victorias de la historia del club, 6 de 24 partidos, superando al ínclito Stepanovic–, es que futbolísticamente no tiene por dónde cogerlo. Ni un pero al desgaste físico y entrega de los que salieron a dar la cara en el Metropolitano, al partidazo en tareas defensivas de Iñigo Martínez, al coraje en el tú a tú del joven Núñez con un incendiario Diego Costa, al aceptable encuentro que firmó Saborit, al trabajo de pico y pala de San José hasta esas dos pérdidas imperdonables que culminaron en sendos goles y le crucificaron, a todo lo que sacó de donde no había Williams en la primera parte, abandonado a su suerte... «Mucho trabajo, pero sin brillo», lo vio así Kuko Ziganda. Y sin capacidad ofensiva, sin un tiro entre los tres palos, sin el mínimo tino en los pases al compañero... ¡Aquello no eran pases, eran hipotecas! El escritor mexicano Juan Villoro contaba en su ‘‘Dios es redondo’’ que «la pelota reclama afecto. Si es pateada con pasión, acabará en las redes. Si es pateada con angustia o despecho, acabará junto a un vendedor de cervezas». La realidad es tan tozuda que el propio capitán Susaeta, poco acertado en el partido, reconoció que «el juego que estamos haciendo durante toda la temporada no es el que estamos buscando y estamos muy lejos de nuestro mejor nivel». Muy lejos.

Oportunidad o marrón. Pues oportunidad perdida para algunos jugadores y regalo envenenado el que les deparó su técnico. Kuko puso en liza un once de circunstancias ante un Atlético que suma, con el de ayer, 16 encuentros con la portería a cero en 24 fechas ligueras. Sin Aduriz ni Raúl García, ni los titulares Rico, Iturraspe o De Marcos. En su lugar, un trivote por delante de la zaga en el que figuraba Beñat, 131 minutos jugados en las últimas cuatro jornadas, Vesga, tres minutos, y un San José inédito. Sabin Merino en la banda, por delante de Saborit, ambos no ya segundas sino terceras opciones para el entrenador navarro. Hala, a ganarse el puesto.

Mimbres con los que el Athletic planteó un choque eminentemente defensivo, pero sin capacidad de merodear siquiera el área de Oblak, no dejando eso sí mapa del tesoro alguno a los locales por el que llegar hasta Kepa. Tan solo un remate cruzado de Giménez y poco más en cuarenta y cinco minutos. Ambos equipos tomaron camino de vestuarios sin firmar un disparo entre los tres palos, apenas dos córnes, similares porcentajes de duelos ganados y hasta centros al área, y solo nueve faltas entre ambos. Curiosamente, Williams remató más veces, hasta tres, intrascendentes, que Griezmann y Diego Costa juntos. Atasco total.

Ni aprecio al balón ni reacción

La apuesta de contención de los rojiblancos era tan arriesgada y tan sujeta con pinzas, que el castillo de naipes de Ziganda terminó por venirse abajo al primer error grueso. Era cuestión de paciencia colchonera. Diego Costa seguía cayéndose más que Jesucristo camino al calvario, mientras enganchaba el primer chut atlético a las manos de Kepa. Los anfitriones apretaban cada vez más y el ‘Cholo’ quemaba sus naves poniendo en liza a Gameiro junto a su compatriota Griezmann, Correa y el propio Costa.

El Athletic no salía de la gruta, ni salía, ni podía, ni sabía. Williams y Oblak se hacían mutua compañía, hasta que, de repente, Kuko quitó a Beñat para dar salida a Iturraspe, cambio para el que hasta Paco Lobatón busca explicación. Justo dos minutos después, despiste grosero de San José al alimón con el de Matiena en la medular –debieron de pensar que el colegiado iba a señalar una falta–, la rendija que aguardaba el Atlético para en una vertiginosa diagonal finiquitar a Kepa. Gameiro no fallaba y los leones tiraban por tierra el trabajo de los casi 70 minutos previos. Sin capacidad de reacción, la sentencia llegaba tras otra pérdida de balón en el círculo central de un ya ‘tocado’ San José, que acabó de nuevo en las redes de Kepa, fusilado al atardecer por Diego Costa.

Ziganda había dado entrada a De Marcos por un intrascendente Sabin Merino y sacó del ostracismo al chaval Córdoba a falta de veinte minutos, que al menos dejó más regates que todos sus compañeros juntos. Todo en vano. El segundo gol fue para el Athletic su certificado de defunción, si no lo había sido ya con el primero. El último tramo del partido fue una penitencia para muchos futbolistas, algunos especialmente señalados como San José, un alma en pena. A su vera, Iturraspe, una sombra. Sus compañeros, el ejército de Pancho Villa. «La curiosidad es el balón», defendía el genio salvadoreño ‘Mágico’ González. El Athletic lo desdeñó. Lo más próximo que estuvieron del gol fue un ‘ataque de portero’ que le dio a Oblak fuera del área ante dos rivales, aburrido como estaba.

El escritor francés Martín Page sostenía que «reír es la manera más bella de desobedecer a la desgracia». Le faltó añadir aquello de reír por no llorar. Y lo que no mejora, empeora. No hay proyecto de juego definido ni visos de que se vaya a encontrar. Solo les queda apretar los dientes, al entorno mantener fe en el compromiso grupal del vestuario y en julio, Urrutia proveerá.

 

«Hemos tenido demasiados errores no forzados. Días que te salen cruzados»

A Kuko Ziganda se le acaban los argumentos. Sugerir que su propuesta en el Metropolitano era la de aguantar al Atlético y tratar de pillarle en alguna salida, se antoja difícil de creer visto lo visto. «El partido tenía mucha dificultad, pero les hemos incomodado, no estaban cómodos, aunque tampoco éramos capaces de darle sustos ni llegar. Pero les poníamos nerviosos». El problema es que «ellos aprovechan cualquier circunstancia y así ha sido, han estado vivos y han acertado. Luego, nos ha costado mucho ir adelante», resumió el encuentro. «La idea era intenta salir, que en determinados momentos podíamos crear alguna superioridad, pero nos costaba y cuando lo hacíamos hemos tenido demasiados errores no forzados. Son días que salen cruzados, no hemos estado lo finos que en situaciones simples teníamos que haber estado», reconoció la casi inexistente circulación de balón. «No se trata de individualizar», rechazó señalar a jugadores concretos, «porque el Atlético aprovecha cualquier circunstancia del partido y de ahí sus números, que ganan jugando bien o mal», justificó.

El navarro insistió en que «son días que salen cruzados, no tiene que ver con la técnica ni preparación. No vamos a dudar de ningún jugador que ha salido al campo, algunos venían también tiempo sin jugar como para estar más sueltos. No se puede dudar de estos jugadores y les voy a apoyar a muerte, se lo merecen».J.V.