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Datos para saber lo que se cuece entre sus selfies y whatsapps

De «Entre selfies y whatsapps» dicen que es una herramienta para quienes viven y trabajan con menores, una ventana a su vida online de utilidad para educar. Como en otros ámbitos, normas, valores y responsabilidad en el uso y la seguridad son las pautas.


Se titula “Entre selfies y whatsapss” y es «un diagnóstico exhaustivo sobre Internet, infancia y adolescencia de Europa y Latinoamérica». Ocurre que en muchas ocasiones los riesgos que supone Internet, esa especie de puerta abierta a un mundo infinito asusta a las familias, porque es también un apuerta abierta a innumerables peligros. Resaltan sus autores que no hay que perder de vista las oportunidades que representa Internet, que este es hoy un medio de relacionarse con el entorno y que la vida on line no es tan diferente a la vida cara a cara. En una y en otra es importante saber discernir lo que está bien de lo que está mal, demostrar empatía y trabajar la resilencia. En esencia, los expertos destacan que educar es hacerlo a todos los niveles en el día a día, también a la hora de utilizar el smartphone.

Son algunas de las reflexiones que Estefania Jiménez, coeditora del libro y profesora de la UPV-EHU, comparte con GARA sobre la presentación del libro. Para situarnos, explica que “Entre selfies y whatsapps” es un estudio realizado entre adolescentes, basado en el método científico, que sirve para tener una visión completa de qué está pasando con niños y adolescentes, cómo se defienden con el smatphone, un buen punto de partida para saber cómo enfrentar este mundo para familias, educadores y agentes implicados en la seguridad en Internet. Precisa, sin embargo, que el libro no es una guía con consejos para familias pero sí una forma de entender mejor qué está pasando.

Según explica, hay situaciones realmente peligrosas, que crean alarma, casos llamativos que deben ponerse en manos de las autoridades. Pero, pese a su gravedad, en realidad no es algo demasiado representativo de lo que pasa en Internet, «donde vemos que, a veces, puede haber otro tipo de problemas a los que no se le presta tanta atención». «El bulliyng, por ejemplo, preocupa mucho a los chavales, más cara a cara que el ciberbullyng. Es más habitual la agresión de toda la vida que la que se produce a través de Internet», apunta Jimenez, al precisar que el libro está compuesto por varios capítulos que abordan distintos aspectos y que están firmados por expertos en la materia. Así, «el ciberbullyng, el sexting, el contacto con desconocidos, el uso excesivo, la perspectiva de género, la gestión del desembarco de Internet en la escuela o la labor de mediación de las familias, entre otros» son algunas de las cuestiones abordadas en la publicación, en la que ha participado la UPV-EHU y conocidas referencias en la materia como la investigadora de la red europea EU Kids Online Sonia Livingsttone.

Más mensajes sexuales

El libro recoge numerosos datos, algunos que sorprenden, como el hecho de que haya aumentado extraordinariamente el porcentaje de menores que ha recibido mensajes sexuales: casi uno de cada tres responden afirmativamente. La mayoría, el 94% de los jovenes del Estado entre 11 y 16 años identifica el sexting (envío de contenidos sexuales) como una práctica peligrosa, el 44,7% entiende que es parte del juego erótico o sexual y uno de cada cuatro considera que mejora las relaciones de pareja.

Quizá ocupen los titulares ciertos contenidos en Internet y, sin embargo, comenta Jiménez que «llama la atención» lo fácil que es acceder a contenidos no adecuados, en los que no es necesario tener una red abierta, basta con acudir al buscador para acceder a páginas que inducen a la anorexia, a la bulimia o al suicidio. «El debate sobre la censura es complicado, pero son contenidos que no deberían estar a disposición de menores».

La adolescencia es una etapa compleja. La impulsividad es uno de losfactores asociados a esta edad que hace temer que cualquier exceso llegue a pasar sin calcular las repercusiones que puede llegar a tener. Como comenta Estefanía Jimenez, no hay receta mágica, cada casa y cada adolescente tiene sus propias normas, lo que funciona es establecer pautas, mostrar que es importante que se responsabilicen de sus actos. Considera que es importante que exista la mediación parental, que se pongan reglas como se hace con otras cuestiones, y que es igualmente importante tener el control sobre el uso que se hace de Internet. «Ayudarse de la técnica» a través de programas informáticos «no es mal consejo», según señala.

Mirando a la comunidad educativa, considera Jiménez que es importante trabajar las capacidades críticas, entendidas como «enseñarles a discernir lo que tienen que obtener, dónde tienen que buscar la información y saber discernir que no todo en la red tiene por qué ser certero». Ofrece un dato: «Tenemos el 64% de chavales de 9 a 16 año considerando que saben más de Internet que sus padres, el 79% dice que sabe más que ellos de smartphone. Pero luego les preguntas a esos mismo chavales si saben bloquear, cambiar las configuraciones de privacidad de sus redes..., cuestiones de seguridad muy básicas, y te encuentras con que prácticamente la mitad de ellos no saben».