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Con la confianza en la sociedad, Etxerat apela a los avances

Claros y oscuros. El arrope de la ciudadanía y las sinergias entre agentes y fuerzas plurales; el Foro Social como ejemplo. La cerrazón del Estado español, que mantiene una política penitenciaria represiva. Pese a todo, Etxerat valora los avances y se reafirma: «la paz es posible». Agradece a la sociedad vasca su apoyo inequívoco. «Es el motor principal».


La situación sigue siendo urgente y apremia una solución. Ya. El pasado año ocurrieron once accidentes de tráfico de camino a la visita o de vuelta a casa. En lo que va de año se han registrado dos. Son decenas las personas heridas. 22 presos y presas padecen enfermedades graves, incurables en muchos casos. Hace tres semanas el iruindarra Xabier Rey se quitaba la vida a más de mil kilómetros de su hogar tras diez años de prisión, la mayoría en absoluto aislamiento. El 95% de los presos y presas están en primer grado, lo que impide cualquier avance de la vía penitenciaria individualizada.

Hay más. En la actualidad, 113 menores tienen a su madre, a su padre o a ambos en prisión. El 45% recorre cada vez que tiene que hacer una visita entre 400 y 790 kilómetros, el 39% entre 800 y 1.100 kilómetros. El resto menos de 400 kilómetros. El de las personas mayores que se ven obligadas a hacer largos viajes es otra dura realidad sobre la que también se está incidiendo para que la sociedad tome conciencia.

Etxerat realizó ayer en Tolosa su XVII asamblea nacional. Y pese a las duras cifras quiso enviar un mensaje de «contenida esperanza» porque creen que, «pese a todo», se está avanzando. «En el año transcurrido desde la cita de Leioa se han producido hechos y se vislumbran signos que alientan nuestro trabajo y que consideramos avances de calado si se miran en su conjunto», valoraron los portavoces.

Pero las familias no ocultan el temor que sienten respecto a la actitud represiva del Gobierno español y los sectores partidarios del alejamiento y la política carcelaria que alimentan. «No vamos a mentir», admitieron. También les extraña y desmoraliza que «nunca», en ninguna circunstancia, se oiga la palabra «paz».

Pasos a ambos lados

Tal como hiciera Sare justo el día anterior en su asamblea anual celebrada en Donostia y donde puso en valor los pasitos que se van dando, Etxerat insistió en esa misma idea. «Avanzamos». Pusieron varios ejemplos de esas sinergias. Empezando por Ipar Euskal Herria, donde a la voluntad de agentes políticos y sociales se le suma la labor de los artesanos de la paz en el desarme de ETA el pasado 8 de abril, entre otras iniciativas. También reconocieron el trabajo de diversas delegaciones por la humanización de la política carcelaria, las visitas realizadas a diferentes centros penitenciarios franceses…

A este lado del Bidasoa también han constatado una creciente implicación institucional, sindical y social. Aumenta, en opinión de las familias, el conocimiento y la concienciación respecto a las consecuencias de la política penitenciaria. Resoluciones, mociones y otras declaraciones en ayuntamientos y Juntas Generales son vistas con muy buenos ojos.

El papel de la sociedad vasca

En el último año en Europa también se han oído voces en contra de la situación que viven los presos y presas vascas. Dos informes lo han denunciado. El primero, elaborado por la eurodiputada Joëlle Bergeron, reconoce que el alejamiento «constituye un castigo añadido para las familias». Recabó un amplio apoyo. El segundo, el informe anual de la Controladora General de Prisiones del Estado francés, cuyo contenido rechaza el alejamiento sistemático.

El trabajo que la propia asociación Etxerat ha realizado en el Viejo Continente, con diversas giras no ha sido en vano. Por ejemplo, europarlamentarios han iniciado visitas a los presos gravemente enfermos para denunciar su situación y exigir que los liberen.

Y como no, el Foro Social y su activa implicación. De hecho, Etxerat la reconoció ayer en Tolosa como «el carril central del camino emprendido por una gran mayoría de la sociedad». «Es en este marco en el que Etxerat plantea situar en la agenda política y social, con carácter urgente, la necesidad de dar una solución más pronto que tarde».

La intervención, realizada en euskera, castellano y francés, acabó con un reconocimiento al conjunto de la sociedad vasca, «el motor principal de este avance que, si bien no se produce con la premura que todos necesitamos, resulta imparable». Toda su confianza Etxerat la tiene depositada en ella, en una ciudadanía «que se expresa mayoritariamente en defensa de los derechos de los presos y sus familias», tal y como lo viene demostrando en cada convocatoria.

Queda trabajo por delante y en ello seguirá Etxerat, en que se conozca el alcance del daño. «Vamos a seguir dando lo mejor de nosotras mismas en la asistencia y apoyo a las familias y personas afectadas por el alejamiento. Vamos a seguir trabajando en clave de futuro porque la paz es posible, sabemos que lo es», defendieron.

 

«Esperamos que los acercamientos no sean puntuales, sino parte de una estrategia

Tras la comparecencia pública, repasamos con el familiar Jon Fano, padre del preso Unai Fano, los puntos destacados previamente por Etxerat, como el Foro Social, la urgencia de la situación y el papel de la sociedad vasca.

«Para nosotros y nosotras el Foro Social tiene una importancia muy grande porque efectivamente está consiguiendo aglutinar a agentes políticos y sociales, salvo el PP, prácticamente. Al margen de la relevancia de las citas anuales y otras iniciativas que convocamos, ampliar la búsqueda del arrope social es importante».

En opinión de Fano, el grueso de la sociedad vasca tiene asumido que de inmediato hay que acercar a los presos y presas a las cárceles más cercanas a su entorno; también tiene «absolutamente interiorizado» que la situación «cruel» de los presos enfermos ha de ser resuelta.

Preguntado sobre los recientes acercamientos que ha posibilitado el Gobierno francés, afirma que estos hechos demuestran «que es perfectamente posible», y que básicamente es «cuestión de voluntad política». «Tenemos la esperanza de que no sean movimientos puntuales, sino que respondan a una estrategia lenta de acercamiento. Lamentablemente, no percibimos lo mismo en el Estado español, que mantiene la situación en toda su crudeza». Fano pone su caso como ejemplo. Su hijo Unai Fano está preso en Algeciras, a 1.100 kilómetros de casa.

Tiene 72 años, y afirma que goza de buena salud, pero pone el acento en los familiares que están enfermos y cuya situación les impide viajar para ver a sus hijos, o hacerlo a duras penas. Cita, asimismo, a los padres y madres que tienen más de 75 y 80 años. «En el autobús conmigo viajan personas muy mayores. El viaje supone para ellos un sacrificio enorme», admite.

Cuenta el caso concreto del padre de Gotzon Aranburu, preso en Villena. Últimamente, bien antes de la visita o inmediatamente posterior, ha tenido tres ingresos dado su estado de salud. De hecho, por dos ingresos previos, ha perdido dos visitas. En este sentido destaca el «estrés» que sufren «por el viaje, por llegar a tiempo, por la propia carretera y por dejar después allí a nuestros hijos e hijas…», cita. O.L.