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La City de Londres, ¿un universo implacable para las mujeres?

¿Es la City londinense un mundo de hombres sobrepagados? Esa es la imagen que proyecta el sector financiero británico, símbolo de flagrantes desigualdades salariales y de dificultades para que las mujeres accedan a los puestos mas altos del escalafón.


Una nueva regulación obliga a las grandes compañías financieras ubicadas en Gran Bretaña a publicar las diferencias salariales entre hombres y mujeres. Y las cifras que se han dado a conocer no son, en absoluto, halagüeñas.

Si en el conjunto de las empresas del país un hombre gana de media un 18,4% más que una mujer, la desigualdad aumenta en el sector financiero, el peor alumno en esta materia junto al transporte aéreo. Entre los bancos, la brecha asciende al 33% en Lloyds Banking Group y al 37,2% en RBS, y se dispara en las entidades dedicadas a la banca de inversión, con una diferencia del 48% en Barclays International, 55% en Goldman Sachs y 59% en HSBC. «Es impactante que esto ocurra ahí en 2018», señaló alarmada la presidenta de la influyente Comisión del Tesoro de la Cámara de los Comunes, Nicky Morgan, al comentar los datos de Barclays.

Este principio de transparencia es el resultado de una normativa adoptada en el Reino Unido en abril de 2017 que impone a las empresas de más de 250 empleados publicar, antes de este 6 de abril, las desigualdades salariales entre hombres y mujeres.

El techo de cristal

La mayoría de los bancos se ha adelantado a la fecha límite de hoy, pero a pocos días de tener que hacer públicos los datos, la semana pasada aún no habían sido publicados por la mitad de las 9.000 empresas de todos los sectores económicos que deben hacerlo.

La brecha se mide en base a la media de ingresos de los empleados de cada sexo, sin tener en cuenta el tipo de puesto que ocupan o la antigüedad. El Gobierno no ha obligado a publicar las diferencias salariales para un mismo puesto dado que una ley de 1970 prohíbe, en teoría, cualquier tipo de discriminación a este respecto. Esta es la razón por la cual los bancos se apresuran a explicar que las enormes diferencias de ingresos publicadas se deben a un reparto de puestos desfavorable para las mujeres.

Lo que está en cuestión es el famoso techo de cristal que arrincona a las mujeres en los puestos subalternos y les impide acceder a la cima de la jerarquía o a las actividades más prestigiosas, como la banca de negocios o el mercado financiero, el reino de los comerciantes. «La industria de las finanzas no tiene todavía bastantes mujeres en los puestos más altos y ahí es donde se encuentran los mejores salarios», constata a la Agencia France-Presse (AFP) Karen Frank, directora general de banca privada en Barclays.

Es cierto que los comités ejecutivos o los consejos de administración se han abierto a las mujeres, pero ninguna es directora general de una gran institución financiera, salvo una excepción: Inga Beale, que dirige Lloyd's of London, el histórico mercado de seguros londinense. «Debemos hacer más para permitir que las mujeres accedan a los puestos más altos», reclamaba ella misma a principios de marzo.

«No dar nada por sentado»

Las instituciones financieras están poniendo en marcha muchas iniciativas, pero los progresos son lentos. La mayoría de ellas se marcan objetivos cuantificables para tener más mujeres en puestos de dirección, diversifican el reclutamiento o avanzan en la conciliación del trabajo con la vida familiar.

Para acelerar este proceso, el Ministerio de Finanzas lanzó en marzo de 2016 la «Carta para las mujeres en las finanzas», suscrita actualmente por más de 200 empresas que se han comprometido a tener una representación más justa. No obstante, el balance que se ha hecho público en marzo es bastante flojo. De entre los 68 primeros firmantes, poco más de la mitad han aumentado la proporción de mujeres en puestos de responsabilidad durante el último año y medio. E, incluso, en el 22% de estas empresas la tasa ha descendido en este periodo.

«Todavía queda mucho por hacer y espero con impaciencia que estas empresas respeten de verdad sus objetivos en los próximos años», subrayó al respecto la primera ministra británica, Theresa May.

Y tampoco cabe olvidar que en el mundo de los negocios continúan registrándose manifestaciones de sexismo, que este invierno volvieron a repetirse con estrépito por un escándalo de acoso sexual durante una prestigiosa cena benéfica del sector financiero de Londres.

En este contexto, Megan Butler, una de las responsables de la autoridad bursátil británica, relataba recientemente cómo un banquero había ofrecido una «señorita» a un inspector de esta entidad. «No debemos dar nada por sentado», advirtió.