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Entrevista
Bel POZUETA
Altsasu Gurasoak

«Nuestros hijos están hoy en la cárcel, pero esta historia es suya»

El de Bel Pozueta es el rostro más reconocible de los 16 madres y padres de los condenados a penas de entre 2 y 13 años de prisión por los sucesos de la madrugada del 15 de octubre de 2016 en el bar Koxka. Su hijo lleva un año y siete meses preso.

Bel Pozueta, madre de Adur Ramírez de Alda. (Jagoba MANTEROLA/FOKU)

Lleva ya más de año y medio con su hijo encarcelado. Otros de los padres de Altsasu apenas una semana. ¿Cómo lo sobrellevan todos?
Hace poco, le he preguntado a Miren, a la madre de Iñaki, a ver qué tal estaba. Ella me decía: «He aprendido mucho de vosotras, de la fortaleza que habéis mostrado». Yo le he dicho que no, que lo que le ocurre a ella y al resto, es que tienen ya acumulado mucho. De algún modo han creado un colchón para amortiguar el golpe. Han estado muy cerca de lo que hemos vivido nosotros y les ha ayudado. Aunque hayan tenido siempre la ilusión de que sus hijos no iban a entrar dentro, un pequeño recorrido habían hecho. 

¿Cree que han podido mentalizarse? 
Hasta cierto punto sí, pero hasta que no ves la realidad tampoco te puedes poner en situación… [Calla unos segundos] No esperábamos esto. No esperábamos las detenciones del martes. No se nos pasaba por la cabeza. Nos preguntábamos: «¿Se atreverán?». Y cada uno nos respondíamos: «No es posible, no va a ser posible. No harán tal barbaridad». Pero se hizo. 

¿Dónde están ahora? 
Están todos en Soto del Real. Julen [Goikoetxea], Aratz [Urrizola] y Jonan [Cob] están en el Módulo 3. Y en otro módulo separado Iñaki [Abad]. No vemos motivo a por qué han apartado a Iñaki. La razón que nos han dado es que tiene más edad, pero ya anteriormente, en el mes que estuvieron detenidos, Aratz e Iñaki estuvieron en Soto del Real juntos. Y sus edades eran igual de diferentes entonces y ahora. Vemos una intencionalidad en castigar a Iñaki. El hecho de que Iñaki desmontara el relato con el vídeo que grabó se lo están haciendo pagar. Eso creemos. 

La manifestación de hoy tiene un enorme apoyo por parte de organizaciones. ¿Qué supone esta solidaridad hacia vosotros como padres y hacia los presos?
Acabo de hablar con Adur. Me ha dicho: «Ama, cada vez que te llamo estás en algo». Le he respondido: «Chico, ¿te aburro?». Entonces, me ha soltado: «No, aburro yo a los demás, porque dicen que a ver qué fuerza hay detrás vuestra». No entienden que Altsasu Gurasoak haya podido mover esto o, más bien, que alrededor de nosotros se haya generado un movimiento tan grande. Me parece que la sociedad ha focalizado en esta injusticia que se está haciendo con nosotros otras injusticias que existen en la sociedad. Ya no es «lo de Alsasua», sino que se ha convertido en una ikurra, un símbolo. 

¿Un símbolo de qué? 
No lo sé, no me lo explico. Esto a veces parece un tsunami. 

Hoy se espera gente de muy lejos. De Catalunya, Valencia…
Y de Asturias y de todas partes. De A Coruña, Madrid… Vienen de todo el Estado. 

No sé si tienen un mensaje para ellos. 
Un eskerrik asko gigante. Lo agradecemos un montón. ¿Recuerdas la frase de que la solidaridad es la ternura entre los pueblos? Aquí lo vemos claramente. Nos están cuidando, nos hacen sentir arropados y queridos. Como gurasos [madres y padres, en euskara], pero el foco no podemos ser nosotros, sino nuestros hijos que están viviendo en la cárcel esta historia que es la suya. Y además de ese eskerrik asko, me gustaría decirles que aunque nos sintamos pequeños ante una injusticia, juntándonos todos los pequeños podemos convertirnos en algo grande. 

De qué forma esta experiencia está transformando su vida. 
¿Nuestras vidas, dices? ¿Las de las familias? Pues de una forma total. A todos y cada uno de nosotros. El día empieza y termina con esta historia en cuanto al pensamiento. [Se señala con los dos índices las sienes y cierra los ojos hasta arrugar los párpados]. Es todo el rato ir proyectando qué podemos hacer, con quién podemos estar, cómo socializar, dónde conseguir algo para avanzar y avanzar. Nuestra vida natural, nuestro ocio, todo eso ha cambiado totalmente. Hay unos que están jubilados y ya no pueden disfrutarla como el resto de jubilados. Otros estamos de baja por enfermedad, porque ya el pensamiento y la fuerza física no da para más. Otra gente sigue trabajando, pero de aquella manera. Es increíble cómo nos acostumbramos. 

Y sin embargo, aunque en algún momento, como el día de la sentencia, se les vio rotos, no les veo decaer en ánimo. La meta es sacarlos. 
Si alguien es madre o padre entiende que cuando has creado algo, luchas por eso que has creado, que no es tuyo, pero lo has hecho tú. Ese nexo existe de una manera nítida y por eso la lucha te sale. Esto lo haría cualquiera. Cuando nos dicen cosas como «¡qué fortaleza tenéis!» o «¡cómo lo estáis haciendo!», creo que se equivocan. Insisto: esto lo haría cualquiera. Es cierto que hemos aprendido en este camino a hablar, a hacernos entender, a compartir… pero hemos hecho exactamente lo mismo que hubiera llevado a cabo cualquier persona en nuestra situación. Hemos dicho muchas veces que no pedimos impunidad. Nunca hemos dicho que aquí no hubiera pasado nada. Si hubo una riña, los daños que hubo en esa riña hay que pagarlos. Pero de una manera proporcionada... Pero, a día de hoy, pienso que todo eso ya ha quedado atrás, por todo el dolor que hemos sufrido y estamos sufriendo. Hay tres chavales que llevan ya un año y siete meses en la cárcel. Y ahora entran otros cuatro. Eso paga con creces y más que creces todo el daño generado. Ahora decimos libertad.

¿Es el miedo ese castigo? 
Ya no es solo el miedo. Ahora tienen 2, 9, 12 y 13 años de condena. No es una petición de cárcel, están condenados. Ya no es la desazón de esperar qué petición harán, cómo irá el juicio. Eso se acabó. Ahora hay una condena, que no es firme, pero es una condena. Y es una barbaridad.

Al fiscal se le queda corta y vuelve a insistir en el terrorismo, en que merecen ir a la cárcel 50 años como mínimo.
Es una nueva demostración de crueldad y diría también que de intencionalidad política. Existe un empeño en mantener la idea del terrorismo para poder castigar de una manera ejemplar. No lo entendemos, estamos consternados. Nos rompe  todo, si en algún momento veíamos luz, esta se apagó. Es reafirmarse en la crueldad. La mayoría de la sociedad no está con eso y esto en Europa no lo entienden.