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Damir Koric, un croata en Sestao

El estallido de la guerra de los Balcanes hizo que miles de personas dejasen la antigua Yugoslavia en busca de seguridad y un futuro mejor. Algunas de esas historias están protagonizadas por las familias de los jugadores de la selección croata, otras, en cambio, no son tan conocidas.


En 1992 uno de los focos más emblemáticos del conflicto fue el asedio de Dubrovnik. Se estima que durante los seis meses que duraron los ataques, murieron cerca de 90 civiles, unos 600 combatientes –la mayoría del ejército croata– y alrededor de 16.000 personas dejaron la ciudad. Entre ellas, un joven futbolista de 22 años llamado Damir Koric, que puso rumbo a Euskal Herria.

Según cuenta a GARA, «llegué a Bilbao debido a la guerra en Yugoslavia. Siendo deportista tuve la posibilidad de salir. Tenía unos conocidos de mis padres en Santurtzi, fueron el primer contacto y ellos hablaron con un representante. Al llegar estuve dos meses entrenando con el Santurtzi, que dirigía Santi Urkiaga. Conocí un representante, apareció el interés del Sestao –entonces en Segunda– y finalmente fiché. Desde la directiva me preguntaron por algún otro jugador del Dubrovnik y yo les recomendé a Agim Xhafa –que actualmente vive en Benidorm y somos buenos amigos– y a Jaksa Colic. Tras la pretemporada Agim se quedó en el club». En Las Llamas compartió vestuario con un buen número de ilustres como José Luis Mendilibar, Antonio Karmona, Imanol Ibarrondo, Jon Aspiazu, Juanlu Fuentes, Xepe Gallastegi, Ángel Vélez “Moska”, Tito Subero, Juanan Mentxaka o Eleder Acedo.

La situación económica en Ezkerraldea no era alentadora, tampoco la del club. En plena reconversión industrial, el año en el que llegó Koric, desaparecieron alrededor de 30 empresas de la comarca. Al tiempo, las televisiones y periódicos de todo el mundo abrían con la situación en la antigua Yugoslavia. Un contexto que Koric recuerda así, «estuve un par de años, la gente fue majísima, me llevé muy bien, tanto en el club como en la calle. Fue una época muy difícil, tenía familia en Croacia, en Dubrovnik concretamente, estaban bombardeando la ciudad. Además, tampoco jugué mucho, tuve varias lesiones y me operaron. El entonces entrenador Niko Estefano apostaba por mi pero fue sustituido por Luis Mari Astorga. El segundo año con Blas Ziarreta, en Segunda B, no quiso extranjeros y no tuve oportunidades. Pero me gustó como entrenador y le tengo aprecio. Realmente, aunque no me ponía, tuve buena relación con él y dio buenas referencias de mi al Ourense», equipo que subió a Segunda en 1994, en el que volvió a coincidir con Xhafa o con Javier Izurza.

Buenos recuerdos a pesar de jugar poco

Los problemas físicos marcaron su estancia en Sestao, en abril de 1993 fue operado del pubis y no pudo ayudar al equipo verdinegro. Sin embargo, su recuerdo es bueno: «Fue una experiencia bonita, supuso mi llegada, le tengo mucho cariño a Bilbao. Mi mujer es de Portugalete y tenemos dos hijas que nacieron en Marbella. De Sestao a Ourense, luego a Ronda y finalmente nos instalamos en Marbella».

Actualmente, está desvinculado del fútbol profesional. «Estoy contento, me retiré en Málaga, normalmente paso los veranos en Dubrovnik, suelo ir en julio y agosto. Sigo jugando con veteranos o en la liguilla de aficionados en Marbella. Tras dejar el fútbol, fui el primer día a la escuela de entrenadores, pero al volver a casa le dije a mi mujer que quería hacer otras cosas en la vida. Mucha gente piensa que es fácil, empecé con 7 años, me convertí en profesional con 16 años en Dubrovnik, viajas mucho, fines de semana fuera de casa o mínimas vacaciones. Quería dedicar más tiempo a mi familia».

De hecho, su ocupación actual está muy lejos del mundo del balompié, «mi hermano y yo somos marchantes de arte. Tenemos una empresa y hemos empezado a llevar a artistas de Croacia, a algunos de los pintores más famosos de la antigua Yugoslavia. Hemos llegado hacer exposiciones. Lo estamos promocionando, primero en Marbella y luego abrimos una galería de arte en Madrid. Desde hace cuatro años nos hemos centrado en Marbella, en la edición de arte y representación de artistas. Al final, mis estudios de empresariales conectaron con el mundo del arte». Y es precisamente desde la localidad andaluza desde donde está siguiendo el fantástico Mundial completado por su selección. Según relata, «estoy muy emocionado, no me lo esperaba, sabía que Croacia tenía una buena selección, pero no quería hacerme demasiadas ilusiones. Veo un equipo muy compacto, jugadores con mucha experiencia y el grupo no ha estado centrado únicamente en una estrella como en otras selecciones que han quedado fuera. Una vez más se ha demostrado que el conjunto gana por encima del individualismo».

Los medios están destacando el papel de Modric y Rakitic, pero Koric subraya que cree «en el conjunto, todos los jugadores se merecen un aplauso, no destacaría a ninguno en especial, todos han estado bien. No obstante, es cierto que el centro del campo es el corazón del equipo y que cuando funciona se nota mucho». En ese sentido, la comparativa con la selección que alcanzó las semifinales de la Copa del Mundo en 1998, para el ex jugador del Sestao, «aquel grupo tenía más estrellas , habían sido campeones del mundo sub’20, se esperaba más de ellos que del equipo actual, que ha tenido dificultades para llegar a Rusia. Hubo muchas críticas en Croacia y ha hecho algo impresionante, aunque comparar es complicado».

Koric mantiene contacto con otros compatriotas futbolistas, «he hablado con amigos que están en Croacia, uno de ellos es Igor Jovicevic, que jugó en el filial del Real Madrid, coincidimos en un partido incluso mientras yo estaba en el Sestao, y que también vivió aquí en Marbella. Ha sido entrenador en Ucrania y Eslovenia, ahora dirige al segundo equipo del Dinamo de Zagreb. También mantengo mucho contacto con Alen Peternac, que jugó en el Valladolid, Murcia y Zaragoza y que ahora es el ayudante de Igor Jovicevic».

Temor al cansancio de los jugadores

Sobre la final, destaca la fortaleza del equipo de Deschamps, «si te digo la verdad, Francia es el equipo que más me ha gustado desde el principio, tras los dos primeros partidos yo ya decía que iban a llegar a la final. Es muy completo y va a ser difícil, pero en este Mundial se han visto muchos resultados como sorprendentes, aunque si Croacia gana para mí no sería una sorpresa».

Asimismo, teme que pueda acusar el cansancio, aunque confía en que los jugadores de la ajedrezada puedan revertir la situación, «de Croacia me preocupa el estado físico, también lo temía en la semifinal. Además si sumas las tres prórrogas supone haber jugado un partido más o tener un día menos de descanso. Es un desgaste enorme, pero si uno está mentalmente fuerte y sube la adrenalina, se puede mover montañas. Francia está más acostumbrada a ganar títulos, se lo pueden tomar con más calma, pero en Croacia está siendo impresionante, hay una euforia colectiva a todos los niveles».

A pesar de la euforia, Koric se muestra tan prudente como satisfecho. «Yo ya estoy contento viendo hasta dónde hemos llegado. Luego es verdad que según empieza el partido y el equipo gana, te vas emocionando y te vuelves loco. Estoy feliz con lo logrado y si somos campeones, imagínate. Pero, aunque pierdan la final, el lunes habrá un recibimiento impresionante. Lo de Zagreb, ganen o no, será enorme».