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Entrevista
JABIER SALUTREGI
DIRECTOR DE «EGIN»

«El cierre fue la demostración clara de que ‘Egin’ era un éxito»

Jabier Salutregi era el director de ‘‘Egin’’ en el momento de su clausura. Cumplió una condena de 7 años y 6 meses de prisión como responsable del proyecto periodístico.


«Egin» había atravesado circunstancias delicadas; desde la situación económica propia del sector al boicot publicitario, atentados contra destacados miembros, ataques a sedes y el procesamiento a periodistas hasta el hostigamiento directo desde los gobiernos español y vasco... ¿A qué respondía esa estrategia de acoso y derribo?

En todo contencioso quien tiene el poder de difundir opinión e información es poseedor de una potente arma social y política. Y “Egin” era una potente arma en manos de un amplio sector de Euskal Herria que iba más allá de la izquierda abertzale. El periódico les hacía daño, y mucho, pues diariamente dinamitaba la verdad oficial y neutralizaba la opinión hegemonizadora y uniformadora de los poderes central y autonomista. El periódico daba expresión y forma a la contestación social y nacional y marcaba cauces y visiones revolucionarias, plasmaba diariamente una verdad –la suya– que constituía una auténtica exaltación de la libertad. Siempre digo que cuando estalla una guerra lo primero que se destruye o se secuestra son los medios de comunicación y los aeropuertos.

¿Por qué cerraron «Egin» y Egin Irratia?

Los cerraron porque ellos eran el poder y no podían aguantar que un periódico les cuestionara todos los días, con papel y tinta, ese poder. Salvando las distancias, ‘‘Egin’’ cumplía con muchas de las expectativas que hoy día cubren las redes sociales. Rompía con sus ideas la monotonía de las tertulias, servía de catalizador, punto de encuentro y caja de resonancia de todo ese mundo que el poder no quiere que se vea, que se note, que se sepa, que se intuya. Cerraron “Egin” porque así se quedaban solos, como los toreros ante el toro muerto, mirando al tendido como dueño de la plaza.

El Tribunal Supremo resolvió en 2009 que no había motivo para la clausura. Sin embargo, el proceso supuso la muerte de los dos medios... ¿Ese fin formaba parte de la operación judicial desde su inicio?

El cierre de un periódico, aunque sea provisionalmente y por un tiempo limitado y corto, puede suponer su muerte inmediata. No existe entre los grandes periódicos del Estado uno solo que resista un cierre como el sufrido por “Egin”. Y esto creo que, si no lo tenían pensado, lo supieron de inmediato tras conocer nuestra economía empresarial, que, verdaderamente, era heroica. Así que, sin ninguna duda, el último objetivo no era obtener un cierre eventual de “Egin”, sino su asesinato y muerte definitiva, lo que acarrea una lectura más profunda sobre la acción judicial en sí misma. ¿Tras el veredicto del Tribunal Supremo en contra del cierre se podía abrir la puerta a una devolución del periódico tal y como se encontraba en el momento de su clausura? ¿Se podría presentar una denuncia contra Garzón por prevaricación, dado que cerró un periódico contraviniendo a sabiendas las leyes que se lo impedían? Preguntas al viento después de veinte años.

¿Qué supuso el cierre de «Egin» para el periodismo y la sociedad vasca?

El cierre supuso una herida de suma gravedad para Euskal Herria. Con la clausura de ‘‘Egin’’ se cerraron las puertas a un periodismo de concepción nacional ejercitado sin miedo, escrito diariamente con absoluta libertad. También se hicieron más pequeñas las puertas para realizar proyectos comunicativos desde la voluntad popular. El poder estatal y autonómico lograron la estabilización de su mensaje oficial, la criminalización y marginalización de la información que no proviniera de sus medios. Taponaron en buena parte la canalización de las corrientes de opinión del independentismo vasco y metieron el temor en el cuerpo a los editores vascos. En este sentido, estoy convencido de que desde el 15 de julio de 1998 los periodistas de Euskal Herria se han autocensurado un poco más de lo que lo habían hecho hasta entonces. Y creo que muchas personas, según me cuentan quienes se me acercan, se sienten un poco huérfanas de aquel ‘‘Egin”.

¿Espera reparación por lo acontecido a lo largo de este proceso?

A la vista de lo acontecido durante estos veinte años no espero ya ningún tipo de reparación oficial. Otra cosa es la reparación popular, algo que he sentido desde el minuto uno a partir de aquel maldito día de julio y que esta sí es importante; sin embargo, esta reparación, este reconocimiento también debe mantenerse en el tiempo. El cierre de ‘‘Egin’’ y nuestro calvario a lo largo del proceso 18/98 deben ser incrustados en la memoria colectiva de Euskal Herria, para que este episodio histórico no pierda ni un ápice de su valor, para que sirva de modelo periodístico, como una forma revolucionaria de ejercer la libertad, como demostración de que los proyectos populares se pueden llevar a cabo y que estos son sostenibles. Definitivamente, el cierre fue la demostración más clara de que nuestro proyecto era un total éxito.F.M.