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Por primera vez este verano, hoy puede desatarse el incendio perfecto

Este verano no se han producido grandes incendios. Se debe, sobre todo, a que está siendo muy húmedo. Sin embargo, el riesgo de un incendio forestal no ha terminado. Hoy, por primera vez, en Nafarroa se dan las condiciones para un fuego perfecto: los «tres treintas».


Los bomberos le llaman la regla de los Tres Treintas. Cuando el aire sopla a más de 30 kilómetros por hora, la humedad cae por debajo del 30% y la temperatura sobrepasa los 30 grados, entonces es cuando se dan las condiciones de un incendio perfecto. Es lo que ocurrió en Tafallaldea en 2016, el último gran desastre forestal que ha vivido Euskal Herria.

Los días propicios para un incendio perfecto no son tan inhabituales. Lo raro es que las condiciones se den hoy por primera vez con el verano tan avanzado. «Está siendo un verano tranquilo, con menos hectáreas y menos intervenciones», explica Juantxo Cisneros, bombero del Area Forestal del Gobierno navarro. La clave ha sido la humedad. Aunque la temperaturas han sido altas durante la estación, ha habido multitud de tormentas y la humedad se ha mantenido. Pero ahora ya lleva bastante tiempo sin llover y eso pone en alerta al cuerpo de apagafuegos. En la zona de Lizarraldea no llueve en condiciones desde el 8 de julio y en Tafallaldea tampoco cae una gota desde los chuzos del 13 de abril (el pluviómetro registró 33,7 litros en 10 minutos, récord histórico).

El campo se ha secado y ahora se suma otro problema, pues las lluvias han hecho crecer la maleza, uno de los combustibles que más preocupan a Cisneros. «Esas yerbas son el máximo iniciador de los incendios forestales, porque prenden enseguida con cualquier chispa y hacen que coja fuerza e intensidad hasta que el fuego es capaz de saltar a los árboles».

Otro de los motivos de la tranquilidad que ha habido hasta ahora es que han sido pocos los días de viento sur, que es el más problemático y el que soplará hoy. En la práctica, los bomberos han hecho dos salidas importantes. Una a Puiu, donde ardieron cinco hectáreas, y otra a Zizur, donde el fuego se extendió por 25 hectáreas. Al parecer, el fuego se inició por el descuido «de unos chavales que andaban con unos petardos». En su mayoría prendieron rastrojos.

El hecho de que la humedad haya tardado tanto en bajar proporciona a los bomberos forestales la ventaja de contar con unas noches más largas. «La ventana del incendio forestal se hace más pequeña conforme el día se acorta», explica Cisneros. La noche, por lo general, es la gran aliada de los bomberos cuando el monte arde. «Ahí es cuando le podemos meter mucha mano al fuego hasta controlarlo, ganarle metros..». Además de bajar la temperatura, las noches permiten recuperar a la vegetación niveles de humedad y frenar las llamas.

Pinares de los Urraules, el gran miedo

Para las campañas de incendios de verano se contrata a 150 eventuales en Nafarroa. Este dispositivo especial se mantiene hasta el 5 de octubre. No obstante, a mediados de setiembre, la mitad de estos refuerzos terminan su contrato y queda reducido a 75 efectivos. Aun así, existe la posibilidad de estirar en el tiempo el operativo, ya que el riesgo de incendios veraniegos solo terminará cuando regresen las lluvias típicas del otoño. «Tienen que caer por lo menos 20 litros para que el riesgo de un incendio se acabe», recuerda este bombero.

Todos estos refuerzos se apostan, además de en Iruñea, por los puestos de bomberos del sur de la capital. Estas zonas más secas donde se cultiva el cereal existe más riesgo de incendios de verano hay. Precisamente, uno de los elementos que ha favorecido que en la primera parte del verano haya habido pocas salidas de bomberos ha sido la cosecha tan particular de este año. Las continuas tormentas y lloviznas de julio e inicios de agosto, obligaban a los agricultores a parar la recolecta continuamente. «Eso ha hecho que las máquinas no se fuercen, cuando normalmente los agricultores las exprimen al máximo. Eso evitó sobrecalentamientos y riesgo de que salte alguna chispa».

Hasta ahora, el clima ha sido bastante favorable. Pero eso es cuestión de pura suerte y en el Área Forestal de bomberos preocupa un tiempo tan cambiante, del que nadie sabe qué esperar. «No sé qué haríamos aquí si nos toca un verano como el que están teniendo en Inglaterra y Alemania. Allá no conocían un incendio de pasto, que para nosotros es normal. En las imágenes se ve que van al monte con equipación para un incendio urbano», asegura el experto.

Preguntado por sus miedos, Cisneros no tarda un segundo en responder que el peor incendio de todos sería uno en la zona de «los Urraules, Agoitz y Aramendia». Los bosques de pinos son los que más le preocupan. En estos meses, los hayedos son cortafuegos naturales. «El hayedo, en verano, no prende. Los árboles tienen hojas verdes y a su sombra hay humedad». Las hayas arden en los inviernos secos, cuando las ramas están desnudas y las capas de hojas del suelo se resecan con los hielos hasta cumplir el rol de iniciador de la maleza. Los últimos grandes incendios de hayas han sido en diciembre Bortziriak (2015 y el histórico de 1989).

Un incendio en los pinos que circundan Agoitz lleva tiempo preocupando a los bomberos forestales. Hay pocas pistas, pocos puntos donde tomar agua y mucha continuidad de masa boscosa. Sería muy difícil y peligroso pararlo. Más allá de la norma genérica de los Tres Treintas, lo que más temen los bomberos es el dónde se inicie el fuego.