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Torra sugiere una reunión a tres con Puigdemont y Urkullu

Tras la llamada de Torra a Urkullu para pedirle explicaciones por las declaraciones en las que pidió la liberación de Junqueras sin acordarse del resto de presos políticos, ambos dirigentes acordaron reunirse próximamente. El lehendakari no se ha pronunciado, sin embargo, sobre la posibilidad de viajar a Bélgica para citarse con Puigdemont.


Las relaciones entre la antigua Convergència y el PNV han sufrido esta semana el enésimo encontronazo. Aunque el malestar con las injerencias del lehendakari Urkullu lleva tiempo cociéndose en Catalunya, el último episodio arrancó el 16 de agosto, cuando el lehendakari visitó en la cárcel de Lledoners al líder de ERC, Oriol Junqueras. En Junts per Catalunya escoció que no visitase también a dirigentes como Josep Rull o Jordi Turull, que hace solo un año estaba en Zarautz acompañando el acto de inicio de curso político del PNV. Hoy no podrá hacerlo. En Catalunya decidieron entonces callar, pero las declaraciones de Urkullu el martes pasado en Miramar, cuando pidió la libertad de líderes como Junqueras, que apuestan por la distensión, sin mencionar a todos los presos de JxCat, fue la gota que colmó el vaso.

En declaraciones recogidas por EFE el martes, el grupo parlamentario catalán exigió a Urkullu que deje de interferir en Catalunya. «Es necesario evitar las iniciativas no consensuadas que puedan ser utilizadas por el Estado para intentar debilitar o dividir al independentismo», añadieron desde JxCat.

Las quejas, de hecho, fueron trasladadas al lehendakari al más alto nivel, ya que el propio president, Quim Torra, le llamó para pedirle explicaciones. Lo hizo público el mismo Urkullu, a través de un escrito difundido entre los periodistas pasadas las 20.00 del martes. Un escrito gramaticalmente discutible en el que defiende «poner fin a las situaciones de prisión provisional» y «restablecer el diálogo político para dar salida a un problema de naturaleza política». «Si alguien quiere entender a su antojo y necesidad otra cosa, ese no es el planteamiento que anida en la disposición ni en los hechos ciertos desarrollados por el Lehendakari», concluye un escrito que no esconde la irritación de Urkullu.

Reunión sin fecha

Por arte de birlibirloque, lo que el martes había acabado como un encontronazo se convirtió en las ediciones de la mañana siguiente en poco más que un malentendido que, tras la conversación entre Torra y Urkullu, dio pie al compromiso de celebrar una reunión. Así lo recogieron las ediciones del Grupo Noticias, de Vocento y EiTB. Sería el primer encuentro entre Urkullu y Torra. De hecho, aunque han pasado ya tres meses y medio desde la investidura, y aunque el lehendakari ha visitado Catalunya en ese tiempo, la de ayer fue la primera conversación telefónica que mantuvieron.

Las informaciones publicadas ayer añadían un detalle relevante que, sin embargo, quedó en un absoluto segundo plano. Los tres grupos mediáticos mencionaban la posibilidad de que la reunión se celebrase a tres bandas, con Torra, Urkullu y Puigdemont, algo que trasladaría el encuentro inevitablemente a Bélgica. Torra habría puesto esta opción encima de la mesa, sin que Urkullu concretase nada al respecto. De hecho, el Teleberri de ETB2 cerró la pieza informativa señalando que «no se descarta que pueda producirse también un encuentro del lehendakari con el expresident Puigdemont si este así lo solicita». Al cierre de esta edición, el silencio reinaba en Lakua sobre la posibilidad de retomar el contacto con el president exiliado.

Un largo desencuentro

La relación entre Urkullu y Puigdemont ha vivido numerosos altibajos en los últimos dos años. La incomodidad del lehendakari con el proceso catalán ha sido tan manifiesta como el enfado que sus constantes posicionamientos contra la hoja de ruta soberanista han generado en Catalunya. Baste recordar que, solo dos semanas antes del 1-O proclamó que el referéndum «no tiene garantías», o que el mismo 1 de octubre, tras las cargas policiales, se limitó a lamentar «los incidentes que ahondan en el riesgo de fractura social».

Pese a ello, ante la ruptura de la línea directa con Moncloa, Puigdemont aceptó lo que se ha presentado como la mediación de Urkullu a finales de octubre. Entre el 25 y el 26 de aquel mes, Urkullu logró que el president rebajase las cuatro condiciones que ponía para convocar elecciones autonómicas y dejarla en una: desactivar el 155. No logró, sin embargo, que Rajoy se comprometiese a no suspender la Autonomía. Pero el enfado no fue con el Gobierno español, sino con Puigdemont, que ante las maniobras de los que ahora Urkullu considera «posibilistas», decidió dejar vía libre a la declaración de independencia.

A partir de ahí, el desencuentro entre JxCat y PNV ha sido manifiesto. El pico llegó a principios de año, cuando la ahora consellera de Presidència, Elsa Artadi, se quejó de forma contundente ante Andoni Ortuzar por el papel jugado por el PNV. El dirigente jeltzale dio por no recibida la carta.