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El Ártico se derrite y permite el paso al tráfico marítimo

La menor presencia de hielo en el polo norte abre la posibilidad a que rutas marítimas extremas puedan tener un uso comercial. La naviera Maersk ha fletado un buque para analizar las posibilidades de la Ruta del Norte, en la que Rusia tiene mucha experiencia.


El mayor operador mundial de buques de contenedores, la naviera danesa Maersk, ha anunciado que analizará la viabilidad comercial de una ruta entre Europa y Asia a través del océano Ártico. Como informó GARA en su edición del pasado 23 de agosto, a principios de este mes de setiembre, un buque con un cargamento de pescado congelado navegará entre los puertos rusos de Vladivostok (en el océano Pacífico) y San Petersburgo (en el mar Báltico). Se trata del “Venta Maersk”, el cuarto de una serie de siete barcos rompehielos fletados por la compañía danesa. Tiene 200 metros de eslora y una capacidad de carga de 3.600 TEU (unidad equivalente a veinte pies, esto es, la longitud de un contenedor normalizado de 20 pies o 6,1 metros, que viene a ser la medida estándar de un contenedor).

Durante su travesía por el océano Ártico, el navío recogerá información y testará las condiciones del hielo, así como los sistemas operativos de coordinación y apoyo entre el propio barco y los servicios de tierra. A pesar de la importante inversión realizada, un portavoz de la compañía nórdica señaló a las agencias de información que, por el momento, no están contemplando esta vía como «una alternativa comercial a la red de rutas actual».

En cualquier caso, resulta evidente que el interés por las rutas comerciales a través del círculo polar ártico no ha hecho más que multiplicarse en los últimos tiempos. El calentamiento global como consecuencia del cambio climático ha adelgazado la capa de hielo, haciendo posible la navegación para cada vez más barcos.

Así lo atestiguan los datos del Gobierno federal de Rusia. El anterior pico se alcanzó en 1986, con 6,4 millones de toneladas transportadas por esta ruta. Esta cantidad no se superó hasta el año 2016, cuando se alcanzaron los 7,2 millones de toneladas. Y ello a pesar de que, tras la caída de la Unión Soviética en 1991, Rusia abrió el tránsito por la ruta del norte a la marina mercante internacional. Ya en 2017 se alcanzó un nuevo récord, con 10,6 millones de toneladas transportadas, lo que indica que la progresión continúa por la misma senda ascendente.

El esfuerzo ruso

El interés de Rusia por esta ruta viene de lejos y está relacionado con la explotación minera del Ártico. El desarrollo de Norilsk, la ciudad más septentrional del mundo con más de 100.000 habitantes, exigía un sistema de abastecimiento por mar que obligó a los rusos a esforzarse por mantener abierta la navegación todo el año. Finalmente, lo consiguieron en mayo de 1978 con un convoy formado por dos rompehielos –“Siberia” y “Capitán Sorokin”– y dos buques de mercancías.

Además de las administraciones regionales, los más fervientes impulsores de la apertura de la ruta marítima del norte son las grandes compañías como Nornikel, Gazprom, Lukoil, Rosfnet y Rosshelf. Precisamente, otro hito en la navegación por las frías aguas árticas vino de la mano de Gazprom, que en 2012 consiguió que el gasero “Ob River” llevara un cargamento de gas licuado (GNL) desde Noruega hasta Japón.

Hoy en día, Rusia mantiene una flota de rompehielos de cuarenta unidades, de los que seis son atómicos. Estados Unidos, por su parte, de siete rompehielos tiene solamente tres en servicio y solo uno de ellos es pesado. Además, Rusia continúa innovando y ha construido un rompehielos atómico preparado para el transporte de mercancías, el “Sebrmorput”, único en su categoría y uno de los cuatro buques mercantes no militares más grandes jamás construidos propulsado con energía nuclear.

La Ruta del Noroeste

La otra ruta por el océano Ártico es el llamado Paso del Noroeste, que partiendo entre Canadá y Groenlandia llega hasta Asia atravesando el estrecho de Bering. Un trayecto que, aunque puede ser viable, no parece que, de momento, cuente con el interés de Canadá. No está claro que este país apueste por equipar esa ruta para convertirla en una alternativa comercial viable. Carece de rompehielos nucleares y tampoco se conoce que tenga planes para equipar el trayecto. Rusia, por ejemplo, además del desarrollo de la flota, pretende equipar nueve centros de respuesta a emergencias entre la península de Chukotka y el mar de Barents.

Cualquiera de las dos rutas árticas proporciona indudables ventajas al transporte marítimo en forma de ahorro en combustible, en tiempo y en gastos asociados con el transporte, como los salarios. Tampoco se pagan cánones, ni hay que hacer cola como en el canal de Suez. Y, además, disminuye drásticamente el riesgo de que se produzca un abordaje de piratas.

 

El calentamiento global es más intenso en Rusia

Los efectos del calentamiento global se notan especialmente en Rusia. Según explica Yevgueni Tishkovets, del centro meteorológico Fobos, este verano se han registrado varios records de temperatura y los glaciares, que ocupan solamente un tercio de su superficie media, se hallan en mínimos históricos.

La razón es el «inmenso territorio litoral que tiene Rusia en el Ártico». Al calentarse la atmósfera, la diferencia de temperatura entre los polos y el ecuador ha caído, y eso ha provocado que las masas de aire se desplacen ahora por los ejes de meridianos (norte a sur), en vez de moverse como habitualmente por los ejes latitudinales (de este a oeste).

Tishkovets pertenece al grupo de científicos que respalda la teoría de que el cambio climático responde a ciclos de unos 200 años. Considera que, en el ciclo actual, el calentamiento ya ha alcanzado su pico aunque asume que «en los últimos tres años la Tierra ha registrado temperaturas máximas desde que existen mediciones».I.E.