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Todos fueron valientes (1-1)

Atrevida primera parte bilbaina para irse al descanso con ventaja, segunda sufrida y trabajada en que a Messi solo le dio para empatar.


BARCELONA 1

ATHLETIC 1

 

Frank Sinatra dirigió y protagonizó en 1965 el film bélico ‘‘Todos eran valientes’’, una película de cruentas refriegas, de lo absurdo de la guerra, de honores, de rezos inútiles, donde, casi al final, una frase sintetiza todo el mensaje trágico de que «nadie gana nunca». Eduardo Berizzo volvió a pedir a los suyos en la previa del partido, como ante el Real Madrid, que fueran valientes, osados, que jugaran al plan trazado. Convencidos todos para la causa. Al descanso, los leones tomaron rumbo al vestuario por delante en el marcador, algo que no sucedía en un encuentro liguero desde hacía 17 años, con gol de Isma Urzaiz, lo que reflejaba bien a las claras que los rojiblancos estaban haciendo las cosas bien, como tenían previsto hacerlas. Luego, es verdad, Ernesto Valverde se vio obligado a tirar del mejor jugador de la historia, como dijo Berizzo, al que había dado descanso pero dejó claro que sin él, el Barça no es lo mismo. El legendario Johan Cruyff sostenía que «el fútbol empieza como una democracia y acaba como una dictadura, porque al principio todos opinan pero al final solo uno decide». Decidió Messi. No marcó el gol de la igualada, apenas faltando diez minutos, pero él lo fabricó, él lideró a su equipo en el asedio a la meta de un enorme Unai Simón cuyo único lunar fue ese raro rechace previo al remate a gol de Munir. La dictadura del ‘10’ argentino fue la que privó al Athletic de una victoria histórica, valiente y sufrida en el Camp Nou. No pudo ser, se le escapó cerca de la orilla tras remar lo indecible, pero ver al equipo bilbaino en el minuto 82, tan solo dos antes de encajar el empate, apretar a la defensa culé en el balcón de su área como si fuera el minuto uno, eso es fe ciega en lo que uno hace.

Todos fueron valientes. Desde el joven guardameta Simón, inmenso y seguro, además de bendecido con la fortuna de los dos remates a la madera que firmó el Barcelona, hasta un Williams en punta, sin fortuna cara a portería en esas dos ocasiones que malogró, pero incisivo, intimidador de la defensa rival y todo hasta que le dio el fuelle. Entre ambos, la lesión muscular mediante de Iñigo Martínez antes de la media hora, portentosos Yeray y Nolaskoain, un Balenziaga de los de siempre en mi equipo, ‘tres pulmones’ Dani García –si luego sacara provecho a sus robos de balón sería un fenómeno–, el ‘caramelo’ en forma de pase con rosca del incansable Susaeta asistiendo para el gol, el aplomo y madurez que aporta Raúl García y, especialmente ayer, el Máster –este sí– de un tipo al que todos queremos como Óscar de Marcos. Partido antológico del de Guardia.

Años atrás, los athleticzales sonreían con aquel chiste de que Gaizka Toquero era ese tipo capaz de sacar un córner y rematarlo. ‘Demar’ es capaz de marcar un gol de auténtico llegador y sacarle a Messi un libre directo al borde del área –jugada ensayada–, y entre medidas sacrificarse para ser la sombra de Coutinho, ayudar en defensa y desplegarse en ataque como en esa jugada en que sorprendió y batió a Ter Stegen. Su primer gol con el Athletic se lo hizo al Barcelona en 2009 y ayer volvió a ver portería ante los azulgranas. Un gol que mantuvo por delante a su equipo hasta ese minuto 84 en que tanto fue Messi a la fuente que al final la rompió.

Dos balones a la madera

Sin Messi ni Busquets en el once de un Ernesto Valverde cuestionado más si cabe tras el 1-1, mismo once que ante el Betis de su homólogo Berizzo, repitiendo con Balenziaga y Berchiche, además de Raúl y Beñat en la medular. Les costó unos minutos a los rojiblancos cogerle el tranquillo a un Barça en el que a falta de Leo, Coutinho salió on fire, algunos errores propios se sucedían y Dani García apagaba cada fuego generado por el brasileño o las vertiginosas triangulaciones y paredes blaugranas.

Reaccionó con carácter el conjunto bilbaino, presión altísima, férreros marcajes al hombre, osadía, dispuso de sus cinco minutos de gloria en los que Williams malogró una vaselina ante Ter Stegen y luego un mano a mano en el que se quedó sin ángulo y sin amigos. No lo aprovechó y el Barça volvió a dominar aunque solo Luis Suárez, al que Simón le sacó el gol por dos veces, interpretaba bien cómo hacer daño a los rojiblancos. Y una jugada nacida tras el rechace de un córner y un encontronazo entre Dembélé y Raúl, Susaeta la adornó con un centro con rosca a un inesperado De Marcos que cruzó el 0-1. Dicho y hecho, a vuelta de vestuarios, primero Busquets y luego Messi salieron a solucionar el entuerto y sacarle las castañas a Txingurri Valverde. Paso atrás del Athletic ante el empuje catalán, pérdida de frescura, pero vendiendo caro el empate. Lo tuvo Coutinho, que mandó el remate al travesaño, la envió al poste Messi, pero entre ambos mediaron más de diez minutos. El Athletic se defendía como gato panza arriba, el balón en su poder le duraba lo que una eyaculación precoz, sus jugadores se multiplicaban en defensa, Williams echaba su último aliento en una contra que nos contuvo la respiración, hasta que llegó la igualada. Messi, desde la banda, como la canción infantil de los cinco deditos del bebé, él la recibió, él disparó, él remachó, Munir embocó. Diez agónicos minutos por delante en los que Rakitic tuvo el segundo en su bota, pero como aquella frase de Frank Sinatra, «nadie gana nunca».

Punto de fe para los de Berizzo, que los reafirma para encarar el derbi vasco por excelencia y corrobora que el entrenador argentino va por buen camino, ese en el que, como reconoció, te puedes equivocar durante el tránsito, pero que certifica que el que arriesga termina consiguiendo resultados. Como ayer, cuando todos fueron valientes.

 

«Por la actitud de los míos, me hubiera gustado ganar»

«Doy por bueno el punto», reconoció Eduardo Berizzo, para quien «recompensa tanto esfuerzo», y añadir que «agradezco el esfuerzo de los futbolistas». Muchos nombres propios en la actuación de los leones, pero el argentino quiso enfatizar a Raúl García y Williams, «cuyo trabajo nos permitió defendernos» y sobre el delantero, aventuró que «ya encontrará el gol, pero que no deje de correr como lo hizo hoy». En cualquier caso, el entrenador lamentó no haber tenido mayor premio. «Por la actuación de mis jugadores me hubiera encantado ganar. Principalmente, por el esfuerzo que les pidió el partido. El equipo nunca negocia el esfuerzo. La vanidad me viene a decirles que sí que me hubiera gustado ganar el partido, pero no soy necio al decir que puntuar es bueno cuando el Barça nos arrinconó», se sinceró. «Estamos en construcción, pero nuestros síntomas son saludables», concluyó.J.V.