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No existe un prototipo de víctima, ni un solo victimario

La segunda jornada del seminario ‘Víctimas y política penitenciaria’, organizado por la fundación Fernando Buesa en Gasteiz, mostró las diferencias existentes entre las víctimas de ETA, y evidenció que no existe un solo victimario. Eso lo dejó claro Pili Zabala, que narró su historia en el turno de preguntas.


Marta Buesa, hija de Fernando Buesa, reconoció ayer que las víctimas de ETA forman un «colectivo muy plural», y la forma de afrontar el dolor es algo «muy íntimo. Cada uno lo vive a su manera». Unos comparten su experiencia en el programa Adi-adian, otros se han reunido con los presos acogidos a la denominada “vía Nanclares”, y algunos prefieren guardar silencio, seguir hacia delante sin reparar en la situación de los victimarios, que afrontan largas condenas de prisión que se ven agravadas por la aplicación de diversas medidas de excepción.

La postura de la víctimas ante la reinserción de los presos y presas vascas centró la segunda jornada del seminario “Víctimas y política penitenciaria”, organizado por la Fundación Fernando Buesa en Gasteiz. La hija del dirigente del PSE, fallecido junto al ertzaina Jorge Díez en una acción de ETA en el año 2000, compartió mesa con Josu Elespe, hijo de Froilán Elespe, y a Alfonso Sánchez, expresidente de la AVT que resultó herido en un atentado. También estaba prevista la participación de Cristina Cuesta, directora de la Fundación Miguel Ángel Blanco e hija de Enrique Cuesta. No pudo asistir, y su relato fue leído por la moderadora, la investigadora Gema Varona.

Las cuatro víctimas comparten un nexo de unión en el pasado, la violencia ejercida por una de las partes implicadas en el conflicto armado que ha padecido Euskal Herria, pero difieren a la hora de hablar de cómo se ha de afrontar el futuro. Buesa hizó hincapié en la necesidad de que los represaliados reconozcan el daño causado y de que retornen de forma «discreta y humilde», sin «espectáculos provocadores», en alusión a los recibimientos organizados por los vecinos y vecinas.

Elespe, por su parte, remarcó que, a día de hoy, los presos y presas vascas deberían recibir el mismo tratamiento que los presos sociales, lo que implica acabar con el alejamiento y excarcelar a los prisioneros enfermos. También reclamó un pronunciamiento por parte de «los veteranos» de la izquierda abertzale, a los que instó a «decir que matar estuvo mal y que fue un inmenso fracaso humano». Y reivindicó que se esclarezcan todas las muertes y que se detenga a los implicados. «No estoy dispuesto a renunciar a ello en base a no sé que bien común».

«Mala praxis»

Sánchez compartió esta posición, e insistió en que los presos deben colaborar con la Justicia. Además, remarcó que hace falta «mucha autocrítica». En este sentido, afirmó que es preciso un «reconocimiento por parte de todos», en referencia a los crímenes cometidos por el Estado español «cuando ha buscado atajos». «Por norma general el trabajo ha sido impecable, pero ha habido casos de mala praxis», apuntó tras escuchar las palabras de Pili Zabala, la hermana de Joxi Zabala, secuestrado y torturado hasta la muerte junto a Joxean Lasa por agentes de la Guardia Civil, entre ellos el exgeneral Enrique Rodríguez Galindo. Fue condenado a 74 años de prisión, pero solo permaneció preso 4 años y 4 meses.

«Es muy doloroso que no exista una ley que te proteja y te ampare», censuró, denunciando la discriminación que padecen las víctimas de la violencia ejercida por el Estado español. A su parecer, es necesario que «aquello que se hizo mal sea dicho con claridad, y eso no es avalar la teoría del conflicto». Un conflicto que las víctimas de ETA presentes en la mesa de ayer se empeñaron en negar.