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El subjefe de la comisaría de Deustu no creyó crucial apartar las escopetas que dispararon

Raúl Alberto Otaola, subjefe de la comisaría de Deustu y mando que supervisó a pie de calle el operativo policial fuera del estadio de San Mamés, ha dicho hoy en la novena jornada del juicio por la muerte de Iñigo Cabacas que no estimó crucial que se apartaran las escopetas que se dispararon aquella noche. Ha confesado que no supieron de la gravedad de lo que había pasado hasta el día siguiente cuando el joven se debatía entre la vida y la muerte en el Hospital de Basurto.

El padre y la madre de Iñigo Cabacas y su abogada se dirigen al juicio hoy. (@goikodeustu)

La novena sesión del juicio en el Audiencia de Bizkaia por el «caso Cabacas» no ha hecho sino reforzar las tesis de la acusación particular, que sustenta que la Ertzaintza cometió numerosas negligencias en su actuación en el callejón de María Díaz de Haro que provocaron la muerte del joven aficionado del Athletic.

En la última jornada de la prueba testifical, la defensa de la mayoría de los policías autonómicos acusados ha renunciado a testigos que había propuesto, limitándose a preguntar el letrado que defiende al oficial Juan José de Pablo, ya jubilado y al que sus superiores pretenden hacer responsable de lo que sucedió aquel 5 de abril de 2012. La fiscal ha permanecido toda la sesión de espectadora, algo que se viene repitiendo a lo largo de sucesivas vistas.

Precisamente ha sido el abogado Iñaki Irizar quien había citado como testigo a Raúl Alberto Otaola, que responde al número profesional N66M1 y que entonces era el 3325. Era el subjefe de la comisaría de Deustu y se encargó aquel día de partido europeo del operativo fuera de San Mamés y su perímetro, donde se encontraba el comisario de Bilbo, Jorge Aldekoa, actual jeje de la Ertzaintza. Ha explicado que se enteró de los incidentes al escuchar por un canal de radio destinado a mandos –el canal 3– que «Ugarteko» mandaba furgonetas al entorno del callejón de la herriko taberna para sofocar los incidentes supuestamente generados por una pelea. Precisando que sabían de dos agresiones graves.

Nadie conoce al jefe de investigación

Otaola estaba junto a la Escuela de Ingenieros con la «totalidad» de la Brigada Móvil desplegada en San Mamés. Bajó «medio corriendo» hasta el entorno del callejón con el jefe de investigación –que nadie acaba por identificar, sospechosamente– y se encontró con los efectos de las cargas ordenadas por «Ugarteko» desde comisaría por las informaciones que le llegaban desde diferentes canales, a quien informó de la situación. Ha detallado que fue consciente de la actuación, cuando el jefe de operaciones desde comisaría ordenó a las furgonetas del sector 1 y 2 entrar en el callejón

No enviaron a agentes de paisano para comprobar la veracidad de las llamadas telefónicas que estaban recibiendo, ya que confíaron en ellas por su número, y porque se habían desechado emplearlos porque habían tenido problemas en partidos internacionales anteriores, al haber confundido los aficionados con hinchas rivales. Más tarde, precisamente, ha testificado la ertzaina 9185, que estaba aquel día de paisano y a quien no se le requirió para ninguna labor de comprobación de supuestos incidentes en el callejón, a pesar de que se encontraba en las dependencias que la Policía autonómica tiene en María Díaz de Haro, a escasos metros de la herriko taberna de Indautxu.

Otaola vio a Cabacas herido, aunque ha asegurado que «desconocía la gravedad» de las heridas ni que hubiesen sido provocadas por una pelota de goma. A pesar de que sabía del empleo de las escopetas, no comunicó al responsable del bunker de la comisaría que se apartaran por si era necesario estudiarlas, al contrario, las limpiaron, borrando posibles evidencias que se pudieran detectar en un análisis posterior.

Interpelado por qué no se ordenó preservar las escopetas de los agentes que actuaron, ha asegurado que, «en ese momento, Iñigo Cabacas es evacuado al hospital y desconocemos la gravedad de las heridas», a la hora de «decidir medidas precautorias para retirar las armas». Además, ha expuesto, «el análisis que hago de la situación es que ha actuado un gran número de agentes, que los agentes han utilizado sus escopetas en sitios diferentes a donde se produjeron las heridas a Iñigo Cabacas, que han utilizado las escopetas antes y después y que teóricamente cualquier escopetero de los que hayan utilizado las escopetas podría decir que la ha utilizado fuera del contexto donde se produjeron las heridas, antes o después. Por ello, consideró que «la retirada de las armas por sí misma no aporta ningún elemento probatorio de investigación que, de una manera o de otra, permita la averiguación» de los presuntos autores.

A continuación, ha añadido que «evaluando más o menos quiénes podían haber utilizado las escopetas de las furgonetas 12, 13 y 14, se produce la retirada en esas furgonetas y se firma la entrega a disposición judicial». Según ha explicado el entonces subjefe de la comisaría, decidió esas furgonetas, a las que pertenecían los seis imputados en el juicio, porque «en esos momentos la constancia de quién había utilizado las armas con respecto al callejón eran esas furgonetas y no tenía constancia de que la F-1 o la F-6 hubieran disparado hacia el Kirruli».

En este sentido, ha comentado que, al llegar a la zona, el oficial 3389 le indicó que «sus recursos (las F12, F13 y F14) habían avanzado» hacia el callejón y a la F-1 y F-6 las encontró en el cruce de María Díaz de Haro con Pozas.

A Otaola solo le ocupaba en aquel momento retirar los recursos del callejón tras las cargas, ha declarado, no se preocupó entonces por las armas. En la sala se ha vuelto a escuchar un audio en el que un interlocutor muestra su preocupación por las consecuencias de lo sucedido, cuando Cabacas estaba debatiéndose entre la vida y la muerte en el Hospital de Basurto tras el pelotazo. «Nos van a sacar a hostias por todos los sitios», afirma.

Iñaki Larrea Arrutia, con número profesional 3316 y conocido en este caso como «Ugarteko», negó el día de su declaración que él fuera esa persona, tal y como le preguntó Jone Goirizelaia. Otaola ha dicho hoy que no reconoce a la persona que habla, como tampoco sabe cómo se llamaba el jefe de investigación, encargado de plasmar en un informe los sucesos de aquella noche, a pesar de que estuvo con él.

Otaola ha respondido a preguntas de la abogada de la familia Cabacas Liceranzu que no le consta ninguna investigación interna tras lo sucedido aquella noche y sí cambio de protocolos.

Apoyando a «Ugarteko»

Otro de los «momentos» de la sesión de hoy se ha producido en el interrogatorio a la agente 9163, una de las operadoras de radio en la comisaría de Deustu, quien ha dicho que ellos recibían órdenes de «Ugarteko», que estaba con ellos. Al responder a las preguntas del abogado de Juan José de Pablo, ha defendido que el criterio de actuación en el lugar era de ese oficial acusado, avalando la tesis del jefe de operaciones que estaba con ella. Ha dicho que el mando 3316 ordenó entrar en el callejón «porque el que estaba allí no estaba haciendo lo que había que hacer».

Esas manifestaciones han llevado a Irizar a interpelarle sobre su grado de responsabilidad, porque de sus declaraciones se dejaba entrever que, en vez de una transmisora, ella sustentaba el proceder de Iñaki Larrea Arrutia, «Ugarteko». No ha sido plácida la toma de declaración, ya que la testigo ha abandonado molesta la sala soplando a la vez que decía: «La madre que me parió».

El primero en declarar ha sido el testigo al que se le había citado en dos ocasiones y no había comparecido. Fue el joven que vio la pelea en el callejón y que llamó al teléfono de emergencias 112, advirtiendo de una «batalla campal» en el lugar. Ha situado la bronca en la zona de acceso a la plazoleta de la herriko por el túnel de Licenciado Poza y ha añadido que informó a la base de la Ertzaintza de Erandio, quienes comunicaron con él tras la primera llamada, que los participantes en la pelea se habían ido por ese acceso.

Las referencias a «cabezas rapadas» y «encapuchados», ha aclarado, provenían de los comentarios que le hicieron agentes que contactaron con él. Después de la primera llamada, ha desvelado, abandonó el lugar, por lo que no vio presencia policial al dirigirse hacía la calle Doctor Areilza.