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Trump se la juega, pero los demócratas más


Las midterm son un plebiscito sobre la presidencia de Trump tras su sorprendente pero ajustadísimo triunfo en noviembre de 2016 (logró 3 millones de votos menos que Clinton y unos escasos 77.000 en cuatro estados clave en el Rust Belt le dieron la victoria).

Unos malos resultados para el partido republicano, como la pérdida de su mayoría en la Cámara de Representantes (House) y la victoria de candidaturas demócratas a gobernador(a) en feudos conservadores –las encuestas auguran que el Old Party mantendrá el control del Senado– supondrían un correctivo a sus dos primeros años de errática legislatura.

No obstante, el sólido suelo de apoyos (40%) con el que cuenta el magnate, los buenos datos macroeconómicos y, sobre todo, la ausencia de alternativa a su liderazgo entre los republicanos le inmuniza frente a un eventual revés electoral. Solo un vuelco total, como la pérdida a su vez del Senado, pondría en serios apuros su aspiración a optar a la reelección en 2020 –e incluso podría impulsar un intento de impeachment– Todo lo que quede por debajo se interpretará como el correctivo habitual que sufre el partido ganador a mitad de mandato.

Son los demócratas los que se la juegan. No recuperar el control de la House sería una derrota sin paliativos, lo que reactivaría el cisma interno entre el establishment elitista-progresista y los sectores y candidaturas que van más allá y exigen una renovación política en clave social-ista. Cisma que se atisbó claramente en la pugna Clinton-Sanders en las primarias de 2016.

Esa discrepancia estratégica e incluso de objetivos aboca a la falta de un liderazgo claro, lo que explica que el Partido Demócrata haya tenido que recurrir a Obama y pasearlo de mitin en mitin por todo el país.

Los demócratas aspiran a movilizar con candidaturas renovadoras y discursos movilizadores a los jóvenes, a las mujeres y a las minorías marginadas que son forzadas a quedarse en casa por un sistema de inscripción electoral que impide su participación. En paralelo, buscan arañar votos republicanos, centristas y liberales descontentos con Trump en las zonas suburbanas de las ciudades. Es la cuadratura del círculo. A veces funciona.