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Un ‘¿Quién es quién?’ que destapa el racismo

Este experimento basado en el popular juego ‘¿Quién es quién?’ busca descubrir los estereotipos de base racista que sufren las personas racializadas.

 

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Dentro de la campaña #EsRacismo, la Federación SOS Racismo pretende, con este vídeo, poner encima de la mesa, y denunciar, la situación de racismo que sufren muchas de las personas que viven en entre nosotros así como hacer un llamamiento a la ciudadanía a implicarse en su erradicación.

El vídeo forma parte de una línea de trabajo de sensibilización y denuncia contra el racismo coordinada por la Federación SOS Racismo. El vídeo recoge un nuevo experimento social basado en la dinámica del popular juego “¿Quién es Quién?”. Para ello se diseñaron 16 piezas gigantes en las que, entre ellas aparecían las fotografías de 4 personas racializadas (una mujer gitana, una mujer boliviana, un hombre magrebí y otro camerunés). Con este montaje, se invitó a más de 30 parejas anónimas a acertar cuál es el personaje que aparecía en las tarjetas a través de algunos ítems prediseñados.

El planteamiento de esta acción, según Mikel Mazkiaran, Secretario de la Federación SOS Racismo, es «tratar de poner imagen a una realidad que SOS Racismo lleva años denunciando: que muchas personas sufren agresiones y discriminaciones en su día a día y que esto nos afecta a todos y todas, como vecinas que somos». Mazkiaran remarca que «queríamos poner encima de la mesa discursos que tenemos interiorizados y que salen de forma espontánea en una situación “relajada” como esta. Estos racismos cotidianos o “microracismos”, son la base de comportamientos que dificultan la convivencia en Europa, así como la mecha para la aparición de discursos extremos tal y como lo vemos en los últimos meses en diversos países europeos, Estados Unidos o Brasil».

Sobre el caso práctico, Mazkiaran destaca «que a pesar de que existe un grupo importante de personas con discursos que podríamos definir como estereotipados, prejuiciosos e incluso racistas, también es cierto que éstos desaparecen en el momento que cae el muro de la distancia con la persona racializada». «Esto nos lleva a la necesidad de trabajar –prosigue- en dos vertientes; una que lucha por la generación de más espacios de convivencia y encuentro, así como otra de tipo político que busque además de la participación de este colectivo, la mejora de los mecanismos legales y la eliminación de guetos físicos, mentales y políticos que aparten a las personas racializadas».