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Belarriprest: «Que te hablen es la única vía de aprender»

Sin saberlo, era ya una Belarriprest, y su sueño es llegar a ser Ahobizi. Gracias a Euskaraldia, la gente que siempre le había hablado en castellano lo hace en euskara. Damos un apasionante paseo por Orio con Josi Roig y el sonido del taconeo, las olas y el viento.


Vino en un puente, conoció a un euskaldun, y se quedó. Josi Roig es de Girona, de Blanes, el primer pueblo de la Costa Brava empezando por el sur. Desde hace once años vive aquí. Viene de una familia catalana y todo su entorno en Blanes es catalán. De hecho, empezó a usar más el castellano cuando conoció a su pareja. «Llegué con la clara intención de aprender euskara, porque para integrarme bien en esta comunidad tengo que hablar su idioma. Me apunté a un euskaltegi. No podía seguir el nivel más bajo. Pero no me lo tomé mal. Aproveché para licenciarme en Antropología Social y Cultural».

Al no poder seguir las clases de euskara, decidió cambiar y empezar a entender la lengua ella misma, escuchando, de una manera natural. «Comencé a pedir a la gente que cuando hablaran euskara no cambiaran el idioma por mí. Si tuviera necesidad, ya le preguntaría a la persona de al lado ‘¿me traduces esto?’. Escuchaba canciones en euskara. Cuando iba a la frutería preguntaba ‘cómo se dice pera?’». ¡Era ya una Belarriprest!

«Me vino surgiendo interés porque el euskara es una lengua apasionante», comenta antes de saludar a una compañera del euskaltegi, de Gasteiz. «Egun on!». «Zer moduz?». «Ondo, eta zu?». Charlan un poco entre ellas, combinando el euskara y el castellano, corrigiéndose e indicando una a la otra cómo se dice esta o aquella palabra.

«El euskara utiliza la lógica para hacerse entender y eso me parece muy valioso. Por ejemplo, lo-gela, ikas-gela, il-argia. Así me fui enganchando y empecé a ver cómo funciona. En el tema del género es una lengua muy evolucionada. Cada género tiene su término y espacio: no dices ‘tengo hermanos’, sino ‘anaia eta arreba ditut’. No hay que usar el masculino para todo».

Terminó Antropología, se quedó embarazada, y entró en un proyecto de la Diputación. Allí el ambiente era muy euskaldun, lo que le vino genial. Desde entonces ha trabajado muchas horas y no ha tenido espacio para poder apuntarse en el euskaltegi.

Muestra de mimo y esmero

«A las lenguas hay que tratarlas con mimo y esmero, y Euskaraldia es muestra de ese trato. Igual que la cultura es la expresión máxima de un pueblo, la lengua es lo que ha hecho que esas personas entiendan el mundo y la forma de relacionarse de determinada manera. Al euskara le tengo un respeto brutal. Sí espero llegar a sacarme el EGA, que será de aquí a cinco años, porque ya tengo ese espacio para aprender; también oído. Ahora disfruto las clases».

En estos ocho años ha trabajado en dos empresas. «He tenido la suerte de que las compañeras y compañeros eran ‘euskaldun zaharras’ y la lengua de comunicación diaria era el euskara. Me hablaban en ambos idiomas, pero si en una reunión hablaban euskara se dirigían a mí en esa lengua. Es algo que valoro mucho». En Antropología hizo un trabajo sobre cómo veía como catalana las relaciones en cuanto al euskara, y lo que vio en Donostia le sorprendió. Cuando se juntaban madre, hija y nieta, madre e hija hablaban en castellano, la amona con la niña en euskara y con el perro también. «Mi conclusión fue que sin querer estaban infantilizando el idioma».

«Después, cuando me quedé embarazada de mi primer hijo, le dije a mi marido, Edorta, que quería vivir en un pueblo, para que los niños sientan y comprendan el mundo en la lengua de aquí y también en la mía. Vine a Orio. Aquí la lengua vehicular es el euskara en todos los ámbitos». Este año han realizado un proyecto de remo, llamado “Zergatik ez?”, absolutamente todo en euskara. «¡He aprendido a remar en euskara! Badakizu, ¿lo bonito que es eso? Las palabras referidas al remo me las sé en euskara. Si yo puedo, puede cualquiera, lo único que hay que hacer es no poner barreras, porque no pasa nada; si no entiendes te traducirán. Demos al euskara la importancia que tiene».

Hay un tema que le preocupa y quiere compartir: «En temas asistenciales, como el cuidado de una persona con alzheimer, las cuidadoras o cuidadores reciben una subvención. Para ello tienen que pasar un recorrido que incluye unos cursos de preparación, que se imparten en castellano. Se están olvidando de lo más importante: la persona con alzheimer tiene todo el derecho de que su idioma vehicular, el único que utiliza, sea el euskara. En cuanto a la persona cuidadora, ya lo está pasando suficientemente mal para que le castiguen más con un curso que no es en su idioma».

«Está tan impuesta la realidad bilingüe que al final nos da igual que sea en euskara o en castellano. Pero no da igual. Hay cosas que sí o sí deberían ser en euskara». En opinión de Roig, tendría que estar establecido que la lengua principal es el euskara. «Si no valoramos, desde el mimo y el esmero, el entender, el vivir en euskara, de aquí a 200 años estaremos castellanizados. Nos estamos cargando una cultura, que es lo que nos distingue de los animales. ¡Es muy grave!»

«Egun on!», saluda a todas las personas con las que nos cruzamos.

En la cuadrilla, todos son euskaldunes. Su pareja es de Oiartzun. «Viene de familia castellana, es ‘euskaldunberri’ y le hablaban combinando el euskara y el castellano. Pero al entrar yo, ‘denak erdaraz!’. Y les dije: ¿No sois euskaldunes? ‘Somos bilingües’. ¡Pero con la excusa de ser bilingües estáis haciendo daño a vuestro idioma!».

Reivindica que las lenguas minoritarias hay que cuidarlas, porque, además, son nuestras. «Por eso te digo que el euskara es apasionante porque ayuda a entender. Por ejemplo, ‘Zu eta biok’ me parece espectacular. Dice mucho de vosotros. Te estoy recogiendo. Si digo ‘denok’ me estoy incluyendo. ¡Eso es único! ¡Son tesoros! Dicen que los vascos son muy suyos, cerrados. Si hablas su idioma te darás cuenta de que sin necesidad de abrazarte te están incluyendo a través del lenguaje». Le digo que estoy aprendiendo con ella y se ríe.

«Es interesante no cerrarte en banda. El querer aprender, aunque no sea de manera formal. Se dice ‘el euskara es muy difícil’. No se dice lo mismo del finlandés». Con sus hijos habla siempre catalá. «Edortak beti euskaraz. Y entre nosotros mucha de la comunicación es en castellano. Es lo que yo poco a poco quiero dejar de hacer y pasar al euskara. Porque los pequeños Ander y Bidane hablan conmigo en catalá. Cuando estamos los tres, también. Pero los hermanos entre ellos hablan en castellano». Posa su mirada en Itxaspe, su monte favorito. Y reconoce: «Quiero acabar siendo Ahobizi. Es mi ilusión más grande. Poliki-poliki, aurrera».

En Orio han sacado unos carteles con 14 representantes de Euskaraldia, como en las traineras. «Soy una de ellas, y la gente que siempre se había dirigido a mí en castellano ahora lo hace en euskara. ¡Es fantástico! La labor de las Belarriprest es perder el miedo a que te hablen en ese idioma, porque es la única vía de acabar entendiéndolo. Luego hay otra clase de reto para los euskaldunes y es hablarnos. Euskaraldia me parece una iniciativa súper bonita. Se hace desde la libertad, teniendo en cuenta todas las partes, y desde la alegría». Podríamos ir hasta Zarautz y seguiríamos hablando…

 

Pozik eta harro: «Hemendik aurrera, euskaraz egin niri»

Orioko ikastolara ekarri gaitu Josi Roigek, berarentzat berezia den “ahobizi” bat aurkezteko: Mari Jose Garate, 3 urteko haurren andereñoa. Txikiei irteeran lagundu eta euren mahai borobil horietako batean jartzera gonbidatu gaitu koloredun zapi bat buruan jarria duen irakasleak. Elkarrizketa labur bat egin diogu, espero eta prestatu gabea. Ikastolako irakasle eta langile guztiak ahobiziak dira. 700 umetik gora dituzte eta gehienek euskaraz egiten dute. Gero eta familia gehiago daude bi hizkuntzatan mintzatzen direnak eta txikiek duten hizkuntza erabiltzen dute komunikatzeko. «Orduan, saiakera berezia egiten dugu tresnak emateko, komunikazio hori ahalik eta azkarren euskaraz hasteko».

Garateren ustez, Euskaraldia hausnartzeko aukera bat da: «Euskara erabiltzen dut? Noiz?». Kurtso hasieran familiei azaldu zieten zer den Euskaraldia. «Berehala, iaz dena erdaraz egiten nion guraso bat pozik eta harro etorri zitzaidan ‘belarriprest’ dela kontatuz. ‘Hemendik aurrera euskaraz hitz egin niri’, eskatu zidan. Eta jada euskaraz hasi naiz, beste belarriprest batzuekin bezala».M. I.

 

«Hay que prestigiar a las que comprenden y abrir caminos que les sirvan»

Pablo Suberbiola, investigador y técnico de Soziolinguistika Klusterra, defiende que poner el acento en las Belarriprest es «necesario, pertinente y positivo». Apunta que los euskaldunes completos, los que hablan con facilidad, son minoría en esta sociedad. «Además, con los mecanismos de hoy en día, seguirán siéndolo. En cambio, hay otro colectivo que está creciendo mucho, especialmente entre los jóvenes, gracias a la labor de la escuela: es la gente que comprende el euskara. Esta lengua está en alguna parte de su vida, aunque no en el centro. Busquemos maneras para que pasen a usos reales. Formas que les sirvan a ellos».

En el cluster llevan varios años trabajando en el cambio de las costumbres lingüísticas mediante el proyecto Aldahitz. «Con la gente que entiende bien una conversación común se pueden hacer muchas cosas que no se han hecho hasta ahora. También con las personas que no entienden todo, pero facilitándoles el camino siguen una conversación. Esa tipología es cada vez mayor y hay que buscar vías para trabajar con ellos».

La comprensión tiene otra vertiente: la igualdad. Según el técnico, cuando llegamos a entender el euskara y el castellano, o el euskara y el francés, las dos partes somos libres. Sobre el cuidado del euskara, aunque tiene aspectos positivos, le parece que «se ha sobredimensionado. Muchos jóvenes dicen que quieren hablar en euskara en un lugar donde su euskara sea aceptado, donde no se sientan juzgados. Es verdad que a veces se juzga desde fuera y otras veces es cada uno quien se juzga. Y cuando pensamos mucho de lo que hablamos, resulta difícil hablar. Se necesita un punto de libertad».

Suberbiola subraya que prestigiar a las euskaldunes que tienen una capacidad limitada y hablar con ellas será un punto muy importante. «La figura de Belarriprest viene, entre otras cosas, a valorar a estas personas y poner encima de la mesa que hay mucha gente que entiende euskara y que le gustaría que le hablaran en esta lengua. Uno puede hablar en un euskara adecuado, comprobando si el compañero o la compañera le entiende o no, y ese compañero debe estar muy atento y expresar en cada momento qué entiende y qué no. Así ambas partes lograrán la confianza necesaria».

Cree que no hay que esconder las dificultades o incomodidades que pueden surgir, sobre todo las transitorias. «Al dirigirte en euskara a alguien con el que te has comunicado durante años en castellano, es normal que en los primeros días ambos os sintáis raros. La comodidad y la naturalidad necesitan su tiempo y entrenamiento». Euskaraldia nos invita a probar y sentir.M.I.