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Txapadunes


Existe un pacto no escrito fuera del euskaltegi y de los barnetegis. Todos sabemos que, por muchos años que pasen, si vuelves a encontrarte con un viejo kide de la gela, vas a arrancar en euskara. Si solo es un saludo formal, que no vas más allá de un zer moduz? y poco más, probablemente el euskara aguante hasta los agures del final.

A veces, no va bien. De la alegría del encuentro –pues siempre es una alegría encontrarte con alguien al que has relatado cada lunes de un año entero las correrías de tu fines de semana para practicar con los pasados– los ojos se apagan y el otro responde bajito con un euskara algo tembloroso. Utzi zion. Nekatuta zegoen. Nadie mejor para entenderle que quien habla con él. Pasar al castellano reconforta el trago y el euskara ya volverá en el ikusi arte. No pasa nada. La próxima vez que se encuentren, la conversación volverá a iniciarse en euskara. Así es el pacto no escrito. Quizá haya mejor suerte en esa ocasión.

Otras veces, el encuentro va realmente bien. Es un placer infinito de ver cómo aquel compañero clava un nizkizun o un gintuen, relatando algún pasadizo tonto. Reconforta notar sus avances, descubrir que lo está consiguiendo. Hagitz ongi! Y si la conversación se calienta y aparecen los trinkoas, ederki. Pronto llega el primer zartako al Elhuyar, ambos se dan cuenta y los dos sonríen. Konfiantza berritzen da. El primer fallo compartido genera un placer similar a ese nizkizun del principio.

La enorme pena para los euskaldunzarras es que no saben lo bonito que es aprender su lengua. Desconocen que antes de existir las txapas de «Ahobizi» y «Belarriprest», los veteranos del euskaltegi ya llevamos las nuestras, ikustezinak, pero ahí están. Aunque hay algunos euskaldunes que, no sé bien por qué, siempre parecían o parecen llevar su txapa invisible. Aitziber Sarasola, adibidez.

Pero claro, descubrir qué euskaldun está dispuesto a aguantar la txapa de un tipo que solo quiere alargar un agurra por el mero hecho de practicar un poco su tosco euskara es harto difícil. De ahí que la idea de clavarse una señal con un imperdible en la pechera me parezca bikaina. Benetan, bikaina. Nire ustez, ikaskide berriak aurkitzea Euskaraldiaren eragin ondorio nagusia/ederrena izanen da.

Zuek, euskaldunzarrak, lagundu ahalko diguzue. Bakarrik entzuten, zuzentzen (ez da beharrezkoa, kontuz honekin), agurrak luzatzen... nahikoa izanen da. Eta bueltan, emango dizkizuegu gure poza eta ilusioa, gure euskara jakitearen gosea. Zortearekin, ikasiko duzue “nizkizun” ongi kokatu izanaren alaitasuna.