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La parálisis parcial del Gobierno de EEUU genera incertidumbre y caos

Sin acuerdo presupuestario para financiarlo y con un Trump que ha hecho del muro en la frontera de México un todo o nada, el Gobierno de EEUU echa parcialmente la persiana. Por si no hubiera ya pocas crisis que lidiar, esta deja a miles de empleados públicos sin cobrar y servicios públicos «no esenciales» sin atender.


Desde la medianoche del viernes el Gobierno de EEUU está parcialmente cerrado, después de que los legisladores no pudieran llegar a un acuerdo para romper el impass presupuestario. El presidente Donald Trump, que debe firmar cualquier tipo de acuerdo, se ha enrocado en la demanda de incluir 5.000 millones de dólares para la construcción del muro en la frontera de México, una de sus promesas estrellas y un tema que le interesa traer a la primera línea para estimular a sus bases y esquivar la pesadilla en una semana que ha sido horrible para él.

El «shutdown» o cierre del Gobierno es una figura relativamente común en la política estadounidense, muy dada a la polarización y a las estrategias de bloqueo presupuestario que precipitan la parálisis parcial de servicios considerados «no esenciales» por el gobierno federal. Cuanto más duran estos bloqueos, más graves son sus consecuencias.

En este caso, aunque casi el 75% del Gobierno, incluyendo las Fuerzas Armadas y el Departamento de Salud, tienen asegurada su financiación hasta julio de 2019, por lo que funcionarán normalmente, se calcula que las consecuencias de este cierre parcial se harán sentir en 800.000 empleados públicos. Se espera que 380.000 de entre ellos queden automáticamente despedidos y sin sueldo, incluyendo el 95% de los empleados de la NASA y del Departamento de Vivienda y 52.000 funcionarios de los servicios fiscales.

Por su parte, otros 420.000 funcionarios públicos, cuyos servicios se consideran esenciales, tendrán que trabajar sin cobrar de inmediato: 150.000 empleados de la secretaría de Seguridad Nacional, de la que depende la policía de fronteras y transporte, y más de 40.000 agentes del FBI, la DEA y la administración penitenciaria.

Acusaciones cruzadas

Donald Trump, descontento con la bancada republicana, pidió a sus senadores que se pusiesen en «modo de ataque nuclear» para defender su postura. Y los demócratas no perdieron tiempo en culpabilizar al presidente y en enzarzarse en una «guerra en Twitter» con el argumento del «tú más» como latiguillo.

El inquilino de la Casa Blanca, enrabietado e insistiendo en su defensa del muro de «listones de acero» que pararía «la invasión de los inmigrantes», no perdió la ocasión de denominar la situación como la del «cierre de los demócratas». Estos, por su parte, lo han denominado «Trump shutdown» y denunciaban «la rabieta y el berrinche» de Trump que, a falta de financiación para su «muro particular», rechazó una oferta bipartidista de un presupuesto para la seguridad fronteriza que incluso contaba con la aprobación del Comité de Asignaciones del Senado.

Mientras tanto, el presidente de la Federación de empleados gubernamentales de EEUU, David Cox, dijo en un comunicado que «la falta de financiación de las operaciones gubernamentales es penoso, inaceptable» y representa «un incumplimiento de los deberes del Congreso y el presidente.

Trump anunció que aplaza sus vacaciones en Florida. Por otra parte, ante el impass presupuestario, en víspera de Navidad y cuando se hacen los balances de final de año, se multiplicaron las campañas de crowfunding para pagar el muro. Solo en 4 días, se recogieron más de 15 millones de dólares.

 

El muro, cortina de humo para Trump

Si bien los servicios de seguridad se mantendrán operativos, los efectos de esta pugna en torno a los presupuestos y la incertidumbre que genera desataron vientos de caos en Washington, en una semana horrible para Trump. Wall Street conoció su peor caída en una década, el Tribunal Supremo tumbó el plan del presidente de prohibir el asilo, la Fundación Trump echó la persiana entre fuertes acusaciones de actos ilegales, y la decisión de retirar las tropas de Siria y de Afganistán ha generado una tormenta en el Pentágono, con la dimisión del secretario de Defensa, Jim Mattis, interpretada como un rechazo frontal a la política exterior de seguridad nacional de Trump. Y todo ello, mientras que las investigaciones en torno a Rusia siguen su curso y el espectro de una inculpación que pueda derivar en un proceso de destitución se hace cada día más amenazante.

Ante este panorama de tintes dramáticos, cabe pensar que quizá es mejor para Trump desviar la atención con el tema del muro en la frontera de México e incluso dar por bueno una parálisis, más o menos parcial, del Gobierno. Así, colma su necesidad de adulación, mantiene a su base política y emocionalmente contenta, y sigue creyendo que aún mantiene el control, aunque su Administración se hunda cada vez más en el pozo.GARA