El nivel de acierto es el que marca la diferencia
El Eibar es el equipo más rematador de Primera pero necesita invertir más de trece intentos en cada gol.
Explicaba José Luis Mendilibar tras el encuentro que enfrentó a Eibar y Espanyol que «antes de dar la alineación siempre preguntamos si hay algún problema. Y Sergi (Enrich) ha dicho, el problema es que no ganamos. Y es verdad, a veces te engañas o te quieres engañar con el buen juego, parece que estamos jugando bien, pero no ganamos», reconoció el técnico.
El lunes sí lo hicieron. Y jugando un partido muy parecido a los anteriores. Con una diferencia, el acierto. Y por partida doble, como reclamaba José Luis Mendilibar la víspera. Lo tuvieron arriba, donde los delanteros estuvieron más atinados que en las últimas semanas, pero también en defensa; no hubo concesiones al rival, que, hay que admitirlo, tampoco dio demasiada guerra. Y todo ello se tradujo en consecuencias sin, lamentablemente, muchos precedentes esta temporada: la portería quedó a cero por quinta vez y sirvió para sumar tres puntos (en las cuatro anteriores había ganado a Leganés y Real Madrid pero sólo empatado con Valladolid y Villarreal). Y además el Eibar no necesitó someter el área de Diego López a un bombardeo para celebrar su victoria más holgada de la temporada, junto a la que logró hace dos meses contra el Real Madrid.
Porque en esta Liga ha habido nueve partidos en los que el equipo armero ha rematado tanto o más que contra el Espanyol. Y de esos, sólo en el encuentro frente al Levante, cuando batió su récord y casi el del campeonato, con 32 remates, marcó más goles que el lunes; y sólo en el derbi contra el Alavés le alcanzaron para marcar dos goles y ganar el partido. Ante Huesca, Sevilla y Celta remató más que el lunes y no le bastó ni para salvar un punto; y frente a Celta, Valladilid y Villarreal, ni siquiera pudo batir la portería contraria.
No es de extrañar que el Eibar sea, con un tanto cada 13’6 remates, el equipo que más intentos necesita realizar para celebrar un gol. Ante el Espanyol mejoró esas cifras de forma evidente: necesitó 16 remates pero para marcar tres goles. Un promedio del que sólo había bajado ante Real, Girona y Real Madrid; es decir, en tres de sus cinco triunfos anteriores.
Tranquilidad y puntos
Aunque lo mejor de la victoria del lunes son sus consecuencias. Empezando por las anímicas. Aseguraba José Luis Mendilibar que «no estábamos nerviosos» pero también reconoció que acabar con la mala racha «nos viene bien».
También, lógicamente, en el plano deportivo. «La Liga está muy igualada –recuerda el técnico– y quitando el Huesca que ha quedado un poco más descolgado, todos los equipos estamos tratando de salir y sabemos que va a ser complicado. «Nadie se quiere quedar atrás –añade Mendilibar–, parece que habrá que sumar más puntos que otras temporadas y espero que estos puntos nos ayuden a seguir ganando».
De momento al Eibar la han servido para saltar cinco puestos en la clasificación, colocarse en la 11ª plaza, que sólo habían mejorado en una ocasión –tras la victoria contra el Real Madrid– esta temporada y, lo más importante, engordar a cinco puntos su colchón con el descenso.
Entre los equipos que ha superado se encuentra su próxmo rival, el Leganés, ahora tres puntos por debajo y al que visita el sábado (18.30). Los azulgranas, que descansan hoy, tendrán sólo dos días de trabajo para preparar el encuentro, para el que Mendilibar espera recuperar a Fabián Orellana.
Mendilibar y De Blasis, «cabezón» y argentino
Fue una de las imágenes del lunes. Mendilibar y De Blasis hablando acaloradamente junto al banquillo tras la sustitución del argentino, que había marcado el 2-0. No lo dejaron ni para celebrar el gol de Charles.
Ambos le restaron hierro después. «Son correcciones que le encanta hacer con los jugadores –explicó De Blasis–. Como me interesa mejorar, me interesa discutir esas jugadas. Él es así, en el campo se nos hace un poco difícil hablar las jugadas y cuando acabas, las discutes. Todo lo que sea para el bien del equipo, mejor». Mendilibar, con humor, ofreció después su versión. «Es argentino, no calla, y yo soy cabezón, pues hemos hablado un rato. Que no es fácil porque los jugadores, cuando les cambias, a veces salen de mala leche y se van. Hemos hablado un rato». GARA