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Williams sueña con Ter Stegen (0-0)

El guardameta alemán impide una merecda victoria de los leones, que dispusieron de las ocasiones de gol que no tuvo el Barcelona.


ATHLETIC 0

BARCELONA 0

 

Escribía un gran conocedor de lo que sucede en torno al Barcelona como es Martí Perarnau, que «cuando Messi ya no esté, el fútbol nos parecerá un deporte diferente y habrá un gran vacío. Se vivirá un duelo inmenso, largo como un ayuno. Un duelo de proporciones colosales. Un vacío en el estómago del fútbol. Cuando Messi no esté cambiará nuestra mirada sobre el fútbol porque andaremos angustiados recordando lo que fue y ya no es». Seguro que lleva razón. Incluso a Messi sin estar al 100% como anoche, le echaríamos de menos. Pero no es menos cierto que a la pregunta de «¿cómo seríamos sin el Athletic?», como respondería el gran periodista Manu Leguineche, «más pobres, un poco más pequeños, un poco más huérfanos, un poco más desilusionados». Ayer no se ganó, pero el Athletic desplegó sobre el césped de San Mamés todas las cualidades que atesora y que no tuvieron el merecido premio del gol porque enfrente estuvo un sublime portero Ter Stegen para encargarse de que Iñaki Williams no pegara ojo esta noche. Ni él, ni los demás.

El sábado, Nico, el hermano pequeño de Iñaki Williams, debutó con el Juvenil de Honor rojiblanco y, además, se estrenó con gol. Su hermano mayor sumó ayer 104 partidos ligueros consecutivos ‘con los mayores’, como decía Javi Clemente cuando le tocó a él evolucionar de cachorro a león. Antes, en los prolegómenos de todo un Athle- tic-Barça, recibió el trofeo al mejor jugador de la Liga en el mes de enero, de manos de otro campeón en lo suyo, athleticzale hasta el tuétano como el boxeador Kerman Lejarraga. Flotar como una mariposa, picar como una abeja, que diría el más grande todos, Mohamed Ali.

Correr como una mariposa, golpear como una abeja. Sobre todo cuando enfrente tienes un rival, como el azulgrana, ante el que tus manos no pueden pegar a lo que tus ojos no ven, que es como termina la famosa frase del mejor boxeador de todos los tiempos. Iñaki Wiliams corre como el viento. «Tienes tres cosas en tu contra: eres negro, eres zurdo y eres muy bueno», decía otro icono del ring como era Joe Frazier. Iñaki Williams es negro, es diestro y es bueno. Besa el escudo cada vez que marca, hace gala de su orgullo rojiblanco y es de esos jugadores que se lleva a casa el tercer tiempo, el de la moviola, repetida una y otra vez, donde rebobina el partido jugado, cada jugada protagonizada, y, de manera especial, cada error, cada acción inacabada, malograda. «Cuando salto al campo me digo ‘lo tienes que hacer bien, no hay oportunidad para meter la pata’. La gente te quiere, pero a veces aprieta mucho, y cuando me voy a casa jodido, me machaco la cabeza pensando: ‘ay, qué malo soy, ¿cómo he podido fallar en esta jugada?’. Yo soy el primero que sé cómo he jugado», confesaba hace apenas un año.

Anoche, Iñaki soñó hasta altas horas de la madrugada con ese remate que un enorme Ter Stegen volvió a sacar como se la había sacado a Susaeta en la primera mitad. E incluso de esa contra final liderada por San José y que Iñaki no logró culminar. El Athletic tuvo el triunfo en sus botas ante un Barça más terrenal que nunca, que se vio superado en muchos momentos por el tesón, el coraje y arrojo de unos leones a los que solo les faltó eso, el gol que hiciera justicia. El Athletic se movió como una mariposa, pero le faltó picar como una abeja.

Gaizka Garitano revolucionó su once, con Muniain y Córdoba en el banquillo, Yuri por delante de Balenziaga y Raúl acompañando a Williams arriba. En el rival, Messi en el once. Noventa y pico minutos después, suspense final incluido con el VAR, sobraban las dos manos para contar las ocasiones en que Herrerín tuvo que emplearse a fondo ante los culés. Todo lo contrario de un Athletic que firmó un completo partido en lo defensivo, titánicos algunos de los jugadores rojiblancos, y al que solo le faalto sentenciar en una muy buena primera mitad, o en ese alocado final de partido. Tuvo la pelota el rival, supo esperar sus momentos el equipo de Garitano, tener sus ocasiones como esa mano estratosférica que Ter Stegen impidió el golazo de Susaeta, o el tijeretazo de Raúl García, la última de Williams que San Mamés veía ya dentro, incluso el zapatazo de San José desde la frontal que todos quisimos ver dentro y no fuera.

Serio, competitivo, valiente, generoso en el esfuerzo una vez más, un Athletic que consiguió anular el juego del Barcelona al tiempo que jugar a lo que su entrenador había preparado. Dio lo mejor de sí en el primer tiempo, sufrió el cerco azulgrana en el segundo, mejoró y mucho con la entrada de San José y Muniain, y pudo acabar decantando el marcador a su favor en alguna de esa salidas al ataque en las que la grada llevó a los suyos en volandas. Que el mejor de los culés, incluso por encima de un Messi que es bueno sin estar al 100%, fuera su guardameta dice mucho en favor de un Athletic reivindicado al que seguro el punto le sabe a poco pero que recupera sensaciones tras el fiasco vivido ante la Real.

El Athletic revoloteó como una mariposa, quiso picar como una abeja, pero Ernesto Valverde tenía antídoto; no era Messi, era Ter Stegen. Sueña Williams.

 

Garitano: «Necesitamos puntos, porque de sensaciones no vive uno»

«Tengo las dos sensaciones, que hemos ganado un punto, hemos acabado pidiendo la hora, pero el resto del partido el primer tiempo muy bien, el segundo nos ha costado aguantar, aunque las ocasiones más claras han sido nuestras. Hemos tenido más remates, más córners, en todas las estadísticas importantes hemos estado más cerca de ganar que ellos. Contento con el trabajo de los jugadores. Una ocasión han tenido, habla bien del equipo, del trabajo de todo el mundo», analizó Garitano. Trató de «hacer el partido largo, de ahí dejar gente como Iker en el banquillo, porque la última media hora se te hace larga. Nos ha salido bien, excepto que no hemos hecho gol y hemos tenido ocasiones. Necesitamos puntos porque de sensaciones no vive uno. Un punto lo hubiéramos firmado antes, pero después de verlo, no hemos estado lejos de tener los tres». J.V.