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La puerta abierta de Puigdemont, el Waterloo de Arrimadas

El nombre de Waterloo es sinónimo de derrota desde el derrumbe napoleónico de 1815. Los enemigos de Carles Puigdemont han jugado con el símil muchas veces, pero hoy ha sido Inés Arrimadas la que se ha hecho a sí misma un Waterloo. La concentración ante el president ha tenido efecto bumerán, cuando este le ha dejado la puerta abierta y quien se «exilia» a Madrid es ella.

Arrimadas y sus correligionarios, esta mañana ante la casa de Puigdemont.

Soy Inés Arrimadas, la candidata más votada en Catalunya en las últimas elecciones, y el anterior president independentista está en el exilio, así que puedo ir a Waterloo a jugar al vencedores y vencidos, ¿qué podría salir mal? Es lo que debió pensar la líder catalana de Ciudadanos cuando hace unos días planeó la performance de esta mañana.

Error.

Para empezar, la lideresa naranja no ha reparado en una circunstancia que también se le escapó a Napoleón: el rival también juega. Y Puigdemont ha hecho un movimiento muy catalán, que ha descolocado a la candidata. Cuando Arrimadas ha llegado ante su casa con sus correligionarios y una pancarta que rezaba «La República no existe», se ha encontrado con que la puerta estaba abierta. Era el modo con el president legítimo escenificaba su disposición al diálogo. Pero Arrimadas no quería hablar con Puigdemont precisamente, sino solo con los medios. A los que, a su vez, lo que les hubiera gustado informativamente es ver a uno y otro confrontando argumentos.

Entre el anuncio y la materialización de la cosa, además, había ocurrido algo que ha hecho manifiestamente impertinente la acción. El sábado, tras filtraciones de prensa, Inés Arrimadas tuvo que confirmar que deja Catalunya y se va a Madrid. Es un exilio voluntario, no como el de Puigdemont, pero al fin y al cabo es un exilio. Y a los periodistas que han acudido a cubrir su convocatoria les interesaba más la primera reacción sobre su futura labor como diputada que lo que tenía que decir sobre la Catalunya que deja atrás. Arrimadas se ha tenido que esforzar en negar lo evidente: «Hay que saber distinguir entre querer ir al Gobierno de España para solucionar el problema de Cataluña o salir de Cataluña», ha pedido.

Napoleón tuvo suerte en algo: en 1815 no había memes. Pero en Catalunya hoy ya han empezado a llenarse las redes para subrayar el ridículo de Arrimadas. Seguro que la concentración va a tener más viralidad que público, porque al evento profusamente anunciado no han acudido más de una decena de curiosos.