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¿2x1 o 1xn?


Desde hace semanas, y como corresponde al momento electoral, el PNV viene marcando que su voto es un 2x1. Lo repitió Andoni Ortuzar: «Ante tanta política líquida, de Twitter y pandereta, somos un partido sólido, con gente sólida y preparada. Merece la pena votar PNV, es el voto doble, un voto dos por uno: defendemos Euskadi, lo nuestro; y al mismo tiempo frenamos en seco a la derechona».

El PNV ha tenido históricamente el acierto de presentarse como el partido vasco que arrancaba en Madrid competencias o inversiones para la CAV, siempre que el Gobierno español de turno necesitara de sus votos. Y la táctica le ha rentado aunque el coste de sus apoyos fuera sostener en la Moncloa al Felipe González que siempre ponía X en la quiniela; al José María Aznar del que, aunque no llegara a hablar euskara en la intimidad, Xabier Arzalluz llegó a decir que «ha hecho más (por nosotros) que el PSOE en 13 años»; o al Mariano Rajoy cuya manchada memoria está tan cercana que no es preciso recordar.

Y no puede negarse que aunque el precio pueda ser considerado demasiado caro por muchas vascas y vascos, el PNV ha conseguido un apoyo por estas prácticas que va más allá de sus propios militantes, simpatizantes y votantes. Como muestra quedan las buenas notas que habitualmente reciben su dirigentes en todo tipo de encuestas.

A ello ha contribuido, no cabe obviarlo, que los jeltzales cuentan con «muy buena prensa», tanto en los medios institucionales que controlan como en la red clientelar que históricamente han sabido tejer. Esto ha posibilitado al PNV poder vender una y otra vez los mismos «logros». El «calendario de transferencias» sirvió tanto para apoyar los presupuestos de Zapatero en 2010 como después a Sánchez, y ambas veces con el mismo fruto. La rebaja de la tarifa eléctrica a las empresas vascas se multiplicó como los peces y los panes con Mariano Rajoy. Otra cosa es que después, a la hora de materializar las promesas, Madrid acabara incumpliendo la mitad de las inversiones que anunciara para Hegoalde. En el TAV, el escándalo es superior, y no se cumplió el 70% de lo presupuestado en 2017. No importaba porque la misma partida podía venderla el PNV al año siguiente como otro logro. No era ya tanto un dos por uno, sino un mismo «uno» repetido «n» veces.

Pero de un tiempo a esta parte el PNV ha empezado a notar que su flor se marchita. A la semana siguiente de apoyar los PGE de Rajoy, tuvo que votar su censura. Ahora, cuatro transferencias vendidas con orgullo, se han quedado en el alero. Retira cuentas. Dimiten consejeros... Seguirá ganando, pero algo ha empezado a cambiar.