«Trabajaba durante la crisis en un plan antidesahucios. Y me lancé»
La mediática figura de Laura Pérez eclipsó al resto del grupo parlamentario de Podemos en Nafarroa. Mikel Buil le toma el relevo, pero sigue sin ser una figura demasiado conocida, pese a sus cuatro años de labor como parlamentario.
Una de las claves para que el cambio se mantenga pasa por que Podemos recupere el voto que, en las elecciones al Congreso, ha ido a Pedro Sánchez. ¿Cómo piensa conseguirlo?
Puede hacerse. La sociedad navarra tiene memoria. Sabe que la única opción que dio lugar al cambio social y político ha sido Podemos. El PSN ha tenido todas las posibilidades del mundo para generar un cambio en Navarra, pero se ha plegado siempre a la derecha. A nada que la gente haga memoria, no les votarán como un partido progresista de cambio. Por mucho que inviertan en campaña para decirse de izquierdas.
¿Es su prioridad, su preferencia, un pacto a cuatro como el que ha funcionado estos años?
Sí. Nuestra prioridad, más allá de las coaliciones, ha sido el acuerdo programático. Nos gustaría revisarlo y hacerlo más social. Pero queremos trabajar en el mismo clima.
¿Cómo valora ese acuerdo?
Ha servido para cohesionar a cuatro partidos políticos diferentes. Nos ha dado una hoja de ruta y ha puesto a trabajar a un gobierno en las prioridades sociales. Ha servido para girar el barco. Esta metáfora la uso mucho. Hemos girado el barco y ahora hay que navegarlo. Votar al PSN supone quedarnos quietos. Y que gane la derecha, una vuelta a de donde venimos.
¿Es la misma derecha que cuando gobernaba o ha cambiado?
Es una derecha descompuesta y luego recompuesta. Son trozos de grupos parlamentarios y partidos que tenían una muy mala expectativa electoral y que se han reunido a fin de unificar el voto. Dede ya proponen que, en cuanto pasen las elecciones, van a dividirse en grupos y mantener sus chiringuitos. En realidad, es una derecha desconcertada y trasnochada. El proyecto de UPN eran cuatro dogmas. Ahora, todo es contradictorio entre sí. Unos defienden la eutanasia y otros no. Unos la foralidad, otros no. Yo auguro que romperán cuando lleguen al Parlamento, lo que sería un fraude electoral, o que tendrán conflictos muy fuertes dentro del grupo a la hora de votar.
Ya que menciona los conflictos en el Parlamento, los suyos han sido particularmente fuertes, con acusaciones muy gruesas. ¿Eso ya se acabó?
Ha habido una crisis que se ha plasmado en la vida institucional, pero por detrás ha habido un trabajo inmenso por reconstruir el partido. Hemos profundizado en la idea de unificar personas, candidatos, aprendiendo a trabajar de forma cooperativa. Lo que creo que la gente valora es que haya capacidad de autocrítica y poner soluciones. Quieren ver resultados. Ahora tenemos a Joan Bosch, que fue el rival de Laura Pérez; está en la lista de forma simbólica, como independiente. Ahora es nuestro asesor en política fiscal. Lo veo como síntoma de que el Podemos original ha vuelto.
¿Puede Podemos dar una garantía de que eso que se ha visto estos años no se volverá a producir?
El equipo lo ha pasado mal, por las tensiones. Hoy somos un partido mucho más maduro y cohesionado que en 2015. Nacimos de un aluvión de indignación que dio lugar a un gran éxito político. De repente, casi nos puso a gobernar.
¿Por qué se metió en política? La vida tormentosa del grupo ha eclipsado de dónde viene Mikel Buil...
Soy integrador social, trabajador social y sociólogo. He trabajado durante 10 años con personas en exclusión. Los últimos cinco años antes de entrar al Parlamento trabajaba en un programa antidesahucios. Me tocó lo peor de la crisis recibiendo en mi mesa a familias y familias absolutamente angustiadas por su situación de vivienda. Cuando surgió Podemos, me pareció la herramienta que ponía de verdad el problema en la agenda. Por eso me lancé. Vengo de ahí y volveré ahí. Nuestro compromiso es estar dos legislaturas y esta es la segunda. Mi intención es que la gente esté mejor cuando vuelva a mi mesa.
Parte de la sociedad navarra escarmentó en el «agostazo». Ahí aprendió que en el PSN manda Ferraz. ¿Qué pasará en Nafarroa si Sánchez e Iglesias se hacen muy amigos?
Los estatutos de Podemos atribuyen la capacidad de pactos a las asambleas locales. Mandan la Asamblea y el Consejo de Navarra. No hay órdenes de Ferraz. Se decide aquí. Nuestra estructura es federal y cada territorio lleva los pactos a su manera.
¿Qué es lo que más teme usted en estas elecciones?
Sabemos que la sociedad navarra rechaza la ultraderecha. La ha arrinconado con un 5%. El verdadero problema es que vuelvan los que han estado gestionando durante 35 años de la mano del PSN. Por eso sigo llamando a la movilización. Lo que nos jugamos son las políticas de vivienda, de empleo, la educación, la salud, los ingresos mínimos. Estas elecciones, para los navarros, son incluso más importantes que las generales.