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La tarde canadiense en la que todo cambió

Frente a delanteras y porteras, Lucy Bronze reivindica su condición de estrella en el Mundial.


Las delanteras acostumbran a acaparar atenciones pero en este Mundial están teniendo que compartir interés con las guardametas... y con una lateral derecha. Aunque no lo necesitaba para confirmarse entre las mejores futbolistas del planeta, el golazo que marcó Lucy Bronze sí ha acabado de descubrirle al gran público, cerrando en cierta manera el ciclo que arrancaba hace cuatro años en Canadá con otro gol de videoteca ante el mismo rival.

«¿Qué diferencias hay entre este día y la víspera de viajar a Canadá hace cuatro años?», le preguntaban en en el Media Day de Inglaterra previo al Mundial de Francia. «Que me habría sentado aquí y ninguno me habríais preguntado nada», aseguró. Y eso que para entonces ya jugaba en el Manchester City. Mark Sampson, aún seleccionador, aseguraba a la vuelta de Canadá que Bronze «puede ser la mejor lateral derecha del mundo». Cuatro años después, Phil Neville lleva meses diciendo que es no ya la mejor en su puesto, sino «la mejor jugadora del mundo». A Bronze no le «supone ningún problema» escuchar esos halagos: «siempre me marco las metas más ambiciosas».

Asegura que es legado de su madre, que siempre le ha empujado a pelear por sus objetivos. Cuando al acabar la escuela primaria Bronze se vio condenada, por la normativa de la Federación, a dejar el equipo masculino en el que jugaba, su madre se lo dejó claro: «nadie le dice a mi hija que no puede hacer algo». Rompió la hucha y las vacaciones familiares fueron ese año en Carolina del Norte, en un campamento para niñas futbolistas. Bronze sólo tenía doce años pero ya se le veían maneras: su entrenador le prometió que si volvía con 17 años, tendría una beca universitaria esperándole.

Y así lo hizo. Se apuntó a la academia del Sunderland, donde fue subiendo escalones –hasta el punto de lograr el ascenso y el título de Copa, siedo elegida MVP de la final–, hizo sus primeros pinitos en las categorías inferiores de la selección y con 17 años se marchó a Estados Unidos, con una beca de estudios anual. A la vuelta le esperaban el Everton y la Universidad de Leeds, donde se graduó en Ciencias del Deporte. También su debut en Champions... y su peor momento, en el que estuvo a punto de dejar el fútbol. Si compaginar los estudios con el fútbol y su trabajo en una pizzeria no fuera suficiente, llegaron las lesiones: se sometió a cuatro operaciones de rodilla en dos años. Y, peor aún que el dolor o la rehabilitación, fue la sensación de abandono. Clubes y selección, en la que ya era una habitual en categorías inferiores, desaparecieron.

Pero un día la pesadilla acabó. Su rodilla funcionaba, tenía un título universitario y también un equipo, el Liverpool, con el que ganó dos Ligas y que le catapultó a la selección absoluta. En 2014, con 23 años, fichó por el City y un año después llegó aquella tarde en Ottawa, en la que un golazo de la lateral confirmaba la victoria de Inglaterra ante Noruega en octavos de final del Mundial. «Fue histórico porque Inglaterra nunca había ganado un partido de eliminatorias en un Mundial», recuerda Bronze. Aquella tarde lo cambió todo. «No constaté la repercusión hasta que volví a casa. Empecé a sentir un respeto que no había notado antes». No sólo ella. «Viene más gente en los estadios, a muchas futbolistas nos reconocen por la calle, firmamos autógrafos, hay sueldos y mejores medios...». Y, en su caso, una carrera deslumbrante que en las dos últimas temporadas le ha llevado a Lyon para, con 27 años, presumir de un palmarés impresionante al que ahora quiere añadir el Mundial. Y quien sabe si, efectivamente, el reconocimiento a la mejor jugadora del mundo.

 

Dos novedades, dos históricos

Hoy se completa el cuadro de semifinales y uno de los ganadores hará historia.

Italia, la indiscutible revelación del torneo, y Holanda se enfrentan en Valenciennes (15.00) con el objetivo de romper su techo mundialista. La campeona europea, de hecho, ya lo ha conseguido porque en su única participación previa, en Canadá 2015, regresó a casa en octavos de final. Las italianas, de momento, han igualado su mejor resultado, del que han pasado nada menos que 28 años.

El equipo de Milena Bertolini jugará en campo hostil –se espera una invasión oranje en Valenciennes– pero el estado de ánimo de su equipo, al que sólo Brasil ha podido doblegar, y a duras penas, parece a prueba de bombas. Holanda ha tenido más problemas para desplegar el juego que enamoró en la Eurocopa pero su tridente ofensivo será el más peligroso al que se han enfrentado las italianas en el torneo.

El ganador se enfrentará en semifinales al vencedor de un duelo en el que, por el contrario, todo es palmarés e historia. Alemania y Suecia, campeón y subcampeón olímpicos, bicampeón mundial uno y tres veces podio el otro, dos de los siete equipos que han participado en todas las ediciones del torneo, se enfrentan en Rennes (18.30). El equipo de Martina Voss-Tecklenburg, el único al que todavía nadie ha sido capaz de marcarle un gol, podría contar con Dzenifer Marozsàn, que sólo pudo disputar el primer partido. Suecia llega con dos días menos de descanso y habiendo tenido que tirar del mejor repertorio de Lindahl para superar a Canadá.A.U.L.