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El Congreso condena «los comentarios racistas» de un insistente Donald Trump

Los parlamentarios demócratas en el Congreso de EEUU estallaron finalmente contra los cambios en la política migratoria del Gobierno de Donald Trump y condenaron en una votación su actitud «racista» hacia los ciudadanos inmigrantes, tras unos días de polémica generada por varias acciones del mandatario.


La Cámara de Representantes, dominada por los demócratas, condenó formalmente el martes al presidente, Donald Trump, por sus ataques xenófobos contra cuatro congresistas pertenecientes a minorías. La resolución fue adoptada con el voto favorable de los 235 demócratas y solo 4 legisladores republicanos. La cúpula del partido gobernante se mantuvo del lado del mandatario.

«La Cámara de Representantes condena enérgicamente los comentarios racistas del presidente Donald Trump, que han legitimado e incrementado el miedo y el odio hacia los nuevos estadounidenses y hacia la gente de color», dice el texto.

«Esto es una afrenta no solo a las cuatro congresistas, sino a los 22 millones de estadounidenses naturalizados que nacieron en otro país e hicieron su camino hacia EEUU», dijo antes de la votación el legislador demócrata Jamie Raskin, uno de los impulsores del documento.

Los demócratas tienen mayoría en la Cámara de Representantes, de 435 miembros, pero están en minoría en el Senado, donde la resolución probablemente no sea ni analizada.

En varios tuits, Trump atacó el fin de semana a Alexandria Ocasio-Cortez (representante de Nueva York, de origen puertorriqueño), Ilhan Omar (de Minnesota, estadounidense nacida en Somalia), Ayanna Pressley (una legisladora negra que representa a Massachusetts) y Rashida Tlaib (de Michigan, de ascendencia palestina) y les aconsejó que «regresen» a sus países.

Estas cuatro legisladoras, que llegaron a la Cámara a principios de 2019, son apodadas «La brigada» por algunos medios, ya que destacan por su intensa actividad en las redes sociales y por mantener posiciones izquierdistas. Afirmaron el lunes que el mandatario promueve una «agenda nacionalista blanca» y prometieron que sus voces no serán silenciadas.

Trump se aferró a su estrategia de alimentar la controversia que él mismo lanzó y el martes reiteró su mensaje a las congresistas: «Si no están felices aquí, pueden irse», les espetó. «Estos tuits no eran racistas. No tengo ni un hueso racista en mi cuerpo», dijo Trump en Twitter.

Ocasio-Cortez respondió: «Tiene razón, señor presidente, no tiene ni un hueso racista en su cuerpo. Tiene una mente racista y un corazón racista».

Trump tiene antecedentes de explotar temas raciales, según sus detractores. Lideró un movimiento que afirmó falsamente que el expresidente demócrata Barack Obama no nació en EEUU. Poco después de una marcha de supremacistas blancos en Charlottesville, Virginia, en 2017, dijo que había «gente muy buena en ambos bandos».

Antes de la votación, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, llamó a todos sus miembros, de ambos partidos, a que se unieran a la condena. «Hacer cualquier otra cosa sería un escandaloso rechazo de nuestros valores y una vergonzosa abdicación de nuestro mandato de proteger al pueblo estadounidense», manifestó.

En su carrera por ganar las elecciones de 2020, Trump parece más decidido que nunca a avivar las llamas de la tensión racial para reforzar su base electoral, mayoritariamente blanca, pero también para sembrar división entre sus opositores. Tras la votación, se felicitó en Twitter por «lo unificado que estaba el Partido Republicano».

Aunque algunos políticos republicanos condenaron las declaraciones racistas, los líderes del Congreso cerraron filas en torno al presidente. Mitch McConnell, jefe de la mayoría republicana en el Senado, dijo que Trump «no es un racista». Para Kevin McCarthy, líder de los republicanos en la Cámara de Representantes, esta polémica «es solo una historia política».

Para el exsenador republicano por Arizona Jeff Flake, que se ha enfrascado en varias pugnas con Trump, el silencio de su partido no puede justificarse: «Hay momentos en los que los comentarios del presidente son tan viles y ofensivos que los propios republicanos tienen que responder condenándolos».

Chuck Schumer, el jefe de la minoría demócrata en el Senado, también criticó el silencio en las filas republicanas. «Me pregunto si el silencio de muchos republicanos ante los tuits xenófobos es por vergüenza o porque concuerdan con él. Tanto la vergüenza como la concordancia son igualmente inexcusables», declaró.

Para Joe Biden, exvicepresidente y aspirante a la candidatura demócrata a la Casa Blanca, ningún jefe de Estado de EEUU «ha sido tan abiertamente racista» como Trump.

 

Una asesora presidencial, a un periodista: «¿Cuál es su etnia?»

Un día después de que Trump iniciase la polémica, sugiriendo a cuatro congresistas que regresen a su país –aunque tres de ellas han nacido de EEUU y la cuarta dispone de un pasaporte del país desde 2004–, una consejera del presidente ha agravado el debate sobre el racismo presente en la Administración. En una rueda de prensa, la consejera de la Casa Blanca Kelyanne Conway, quien sostuvo que el tuit de Trump no implicaba que los miembros del Congreso tuvieran que visitar los países en los que residían sus ancestros en el pasado, tuvo que contestar a un periodista que le preguntó a qué países se refería el presidente. Conway contestó con otra pregunta: «¿Cuál es su etnicidad?», alimentando aún más la polémica, ya que ha disparado una ola de reacciones negativas en Twitter, donde el periodista de «Breakfast Media» publicó el vídeo de la rueda de prensa. Andrew Feinberg, sorprendido por la pregunta de la asesora, le cuestionó sobre la relevancia de dicha información, a lo que Conway contestó: «Es relevante porque le estoy haciendo una pregunta. Mis antepasados eran de Irlanda e Italia». Conway intentó contener la tormenta y tuiteó que su intención era subrayar que todos los estadounidenses son «originariamente de otro país» y que está «orgullosa de su etnicidad».GARA

 

Mujer, demócrata, progresista y joven, así es «La brigada» que hace frente al establishment

Con orígenes diversos, pero unidas por sus ideas de renovación de la política, cuatro mujeres jóvenes, demócratas y progresistas se han convertido en blanco de las críticas de Donald Trump y, simultáneamente, en «La brigada» («The Squad») que desde el Congreso planta cara a la agenda de la Casa Blanca. Se han convertido en los rostros de los nuevos vientos que soplan en la Cámara Baja tras la inédita representación femenina alcanzada en la elección legislativa de noviembre de 2018. Han marcado distancias con respecto a algunas posturas de su propio partido, liderado en el Congreso por la poderosa presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi.

Alexandria Ocasio-Cortez dio la sorpresa en la elección demócrata en Nueva York al desbancar al veterano Joe Crowley. Ahora es, con 29 años, una de las líderes más reconocidas del Parlamento por combativa. Lideró en febrero un proyecto para que EEUU neutralice sus emisiones de gases con efecto invernadero en un plazo de 10 años y pase a producir el 100% de su energía de fuentes renovables.

Ilhan Omar, de 37 años, es la primera mujer en la historia de EEUU que lleva la cabeza cubierta en el Congreso por motivos religiosos, la primera congresista nacida en África y una de las dos primeras musulmanas en llegar al Capitolio.

Rashida Tlaib, nacida en Detroit, es una abogada de 42 años hija de palestinos. En su ciudad se convirtió en la primera mujer musulmana en ocupar una silla en el Parlamento estatal, entre 2008 y 2014. Llegó al Congreso con una agenda marcadamente progresista en la que reivindica la necesidad de acabar con la discriminación, no solo racial, sino también económica, en EEUU.

Ayanna Pressley se convirtió en la primera mujer negra en representar a Massachusetts. Se define como superviviente. Cuenta en su biografía que su padre «entraba y salía del sistema judicial» por sus problemas de adicción, que ya superó.GARA