INFO

«Europa tiene el deber de identificar a los migrantes ahogados»

Conocida por su incansable lucha para identificar a los migrantes y refugiados que se ahogan en el Mediterráneo durante su travesía en busca de un futuro en Europa, Cristina Cattaneo asegura que sus familiares tienen el derecho a que sus muertos sean identificados y Europa, el «deber» de involucrarse y financiar ese trabajo.


Para la médico forense italiana Cristina Cattaneo, los miles de migrantes y refugiados que han muerto ahogados en el Mediterráneo tratando de llegar a las costas de Europa en los últimos años merecen el mismo trato que cualquier otra víctima de una catástrofe, por lo que reclama un esfuerzo concertado para identificarlos e informar a sus familias sobre su muerte.

«Los muertos necesitan ser identificados, no por los muertos, ellos ya no están, sino por los vivos. La gente necesita enterrar, identificar y llorar a sus muertos», afirma Cattaneo en una entrevista con AFP. Y esa es la misión a la que se dedica con su equipo, a hacer justicia e identificar a los ahogados , a dar una respuesta a sus familiares, atormentados durante años por un luto imposible.

El Laboratorio de Antropología y Odontología Forense (Labanof), creado en 1995 y que ella dirige en la Universidad de Milán, realiza desde 2013 un trabajo colosal para identificar los cuerpos de dos naufragios que causaron centenares de víctimas (más de 360 muertos en octubre de 2013 y al menos 800 en el hundimiento del Barcone en abril 2015, principalmente adolescentes y hombres jóvenes procedentes de África).

«Si se diera a estas familias la misma dignidad y los mismos derechos que a las víctimas europeas o estadounidenses de las catástrofes aéreas, podríamos identificar rápidamente a estas personas en Italia e informar a sus familias, pero hoy en día esto no se hace», lamenta.

Ante estas miles de muertes en el Mediterráneo, «nos dimos cuenta en 2013 y 2014 de que nos enfrentamos al mayor desastre humanitario masivo desde la II Guerra Mundial» y que muchos de esos náufragos «no tenían nombre». «Desde un punto de vista científico, deontológico y ético, sentimos que debíamos involucrarnos» y luchar contra la idea de que «algunos muertos son más importantes que otros», afirma Cattaneo.

Sus familiares son víctimas de «discriminación» y «tienen derecho a que se identifique a sus muertos», señala la forense, quien apunta, además, que los certificados de defunción son cruciales para hacer valer los derechos de viudas y huérfanos.

Un puñado de tierra

En su libro “Naufraghi senza volto” (Naúfragos sin rostro), traducido y publicado esta semana en el Estado francés, Cattaneo describe minuciosamente y de forma humana su trabajo y experiencias vividas, como una investigación policial.

Cerca de 90 páginas las dedica al Barcone. El 18 de abril de 2015, esta pequeña embarcación, prevista, según dice, para transportar a unas 40 personas, pero en la que iban más de 800, se hundió tras chocar con un carguero portugués que había acudido a su rescate. Sólo hubo 28 supervivientes, que relataron que iban hacinados a bordo.

En su libro describe la bodega del Barcone: una «alfombra de restos humanos en 60 metros cuadrados. A los lados, algunos cadáveres colgaban todavía enteros de las paredes rotas».

Algunos de los efectos personales que descubrió la conmovieron particularmente: carteras con fotos de madres, novias o fiestas de graduación, y algunas cartas de amor. También encontró saquitos de tierra que muchos migrantes, sobre todo eritreos o subsaharianos, llevaban cosidos en la ropa o en sus bolsillos, para tener un puñado de la tierra de sus países.

«Esto me marcó mucho porque es algo que yo hacía de pequeña», cuenta esta mujer de 55 años, que guardaba «hojas, flores, pequeñas ramas» en los bolsillos «para recordar un lugar que amaba».

«Con muy pocos recursos y pocas capacidad» para contactar a las familias de refugiados en Europa o que viven en África, gracias a la ayuda del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), «40 personas pudieron ser identificadas y se emitió un certificado de defunción», recuerda Cattaneo.

Pero el trabajo continúa. Su equipo tomó muestras de los 528 cuerpos del Barcone, que pudieron ser enterrados, y aún quedan por estudiar «20.000 huesos», que «necesitan ser reasignados».

Pero lamenta que la falta de fondos «frena» su trabajo, que sólo es financiado por universidades, fundaciones religiosas y un banco, pero no cuenta con ninguna ayuda oficial.

Por eso, sostiene que la Unión Europea (UE) tiene el «deber» de implicarse en esta labor. «Es una tragedia europea, no es una tragedia italiana, es responsabilidad de las instituciones de la UE y de los países europeos identificar estos muertos», subraya.

Esto no debe ser sólo responsabilidad de «Italia, Grecia o España», los países de entrada de los migrantes. Europa tiene «el deber de hacerlo, es una cuestión de derechos humanos», concluye Cattaneo.