Lula dice que fue a la cárcel y no al exilio para demostrar que sus captores «están mintiendo»
Luiz Inácio Lula da Silva, ha acudido a la sede del sindicato donde resistió durante dos días en abril de 2018, antes de entregarse para ingresar en prisión. Ha sido recibido por miles de personas, ante las que ha advertido a Jair Bolsonaro de que ha vuelto para luchar por Brasil.
Liberado tras pasar 580 días en la cárcel, el expresidente más popular en las historia de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha sido recibido por cientos de personas que se aglomeraron en la sede del sindicato metalúrgico de Sao Bernardo do Campo, ciudad vecina a Sao Paulo en la que inició, como líder obrero, la vida política que le llevó finalmente a la presidencia de Brasil, en 2003.
En ese mismo edificio sindical Lula permaneció dos días, rodeado por una multitud y antes de entregarse, cuando en abril de 2018 los tribunales ordenaron su ingreso en prisión una vez que su condena por corrupción había sido ratificada en la segunda instancia.
«Podría haber ido a una embajada, a otro país, pero precisaba probar la mentira y que Sergio Moro (hoy ministro de Justicia que le condenó en su momento) no era un juez, sino un canalla», ha declarado ante sus seguidores.
En el lugar se han congregado miles de personas y toda la dirección del Partido de los Trabajadores (PT), así como dirigentes de otras fuerzas del arco progresista nacional y diversos movimientos sociales.
A su llegada a la sede sindical, Lula ha dedicado a sus seguidores sus primeras palabras, pero tras un agradecimiento inicial por la solidaridad mostrada, ha asegurado que al ir a la cárcel actuó como quien «tiene claridad sobre lo que quiere en la vida y lo que representa, y también tiene la claridad de que sus captores están mintiendo».
El exmandatario ha declarado que «si hubiera salido de Brasil» cuando se ordenó su encarcelamiento «sería tratado como fugitivo», y que para «demostrar sus mentiras» decidió «ir bien cerca de ellos».
Ha admitido que tiene todavía una decena de procesos, que ha calificado de «una mentira atrás de otra», y ha apuntado que sigue con «la conciencia tranquila» y se siente «libre como un pajarito». Ha indicado que eso mismo no ocurre con el ahora ministro Moro, con los fiscales que le acusaron y con el propio presidente Jair Bolsonaro, líder de la ultraderecha y su principal antagonista en la política brasileña.
De vuelta para luchar por Brasil
Tras la reunión con la cúpula del PT, Lula da Silva se ha dirigido a sus seguidores para lanzar un desafío a Bolsonaro al asegurar que está «de vuelta» y «en la lucha» por Brasil y por sus trabajadores.
Ayer, a su salida de prisión en Curitiba ya había dado a entender que se propone pasar a engrosar la oposición al Gobierno de Bolsonaro, pero hoy ha sido mucho más directo y ha afirmado que volverá «a andar por todo Brasil, porque no es posible que vivamos en un país en que los ricos se ponen más ricos y los pobres son siempre más pobres», una situación que ha atribuido al ministro de Economía, el ultraliberal Paulo Guedes, a quien ha calificado de «destructor de sueños».
También ha dicho estar «seguro» de que, en 2022, cuando se celebren las próximas elecciones presidenciales, «la llamada izquierda a la que Bolsonaro le tiene tanto miedo va a derrotar a la ultraderecha que hoy está gobernando».