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El sur chií de Irak se revuelve no ya contra Bagdad sino contra Teherán

El sur chií de Irak protagoniza una revuelta a sangre y fuego con la muerte de una treintena de manifestantes en Nasiriya, ciudad natal del primer ministro del gobierno de Bagdad, y con el incendio del consulado de Irán en el consulado de la ciudad santa chií de Najaf. La revuelta reviste abiertamente tintes nacionalistas contra la injerencia iraní.

Protestas en la ciudad santa chií de Kerbala. (AFP)

La revuelta tiene como epicentro la ciudad de Nasiriya pero se extiende desde Bagdad hasta el extremo sur del país árabe.

Tras crear una célula de crisis y enviar al Ejército al sur del país, el Ejecutivo se ha visto obligado a destituir al general Jamil al-Chemmari, que estaba encargado de «restaurar el orden».

El gobernador de la provincia de Nasiriya, Adel al-Dejili, había amenazado con dimitir tras la represión de las protestas en la capital del mismo nombre, que se han saldado ya con un balance provisional de 30 muertos.

Pero eso no arredra a los manifestantes, que han incendiado un cuartel de Policía y rodeado el comando militar provincial al grito de que seguirán en la calle «hasta la caída del régimen».

Cientos de combatientes tribales en armas se han desplegado en la autopista que viene de Bagdad para impedir la llegada de refuerzos de la capital a Nasiriya, ciudad natal del primer ministro, Adel Abdel Mahdi.

Amnesty Internacional habla de escenas de guerra y acusaba a las Fuerzas de Seguridad de violencia indiscriminada.

Más al norte, en la ciudad santa chií de Najaf, visitada cada año por cientos de miles de peregrinos, miles de manifestantes incendiaron y asaltaron el miércoles el consulado iraní al grito de «¡Fuera Irán!», «¡Victoria a Irak!». Hoy, dos manifestantes han muerto cuando se encontraban en las inmediaciones del consulado.

Teherán exige «acciones decisivas» a Bagdad, que ha denunciado la presencia de «extranjeros en las manifestaciones para erosionar las históricas relaciones entre Irak e Irán».

No piensan lo mismo los manifestantes, que denuncian que es Teherán el que manda en Irak, concretamente el general de las brigadas Al Quds Qasem Soleiman, quien presionó a los partidos iraquíes a que cerraran filas en torno al primer ministro, cuya dimisión exigen los manifestantes desde el 1 de octubre, y que se han saldado ya con más de 400 víctimas mortales, más de 15.000 heridos y miles de detenidos.

Las protestas, que tras un par de semanas menguaron en plena peregrinación chií del Hadjm, han vuelto con fuerza y se han extendido desde Bagdad a todo el sur de Irak, desde Najaf hasta la capital del sur de Irak, Basora, que alberga los principales yacimientos de petróleo del país..

«Principio del fin de Irak»

Tras haber fracasado en un primer intento y por presiones de Teherán de sumar a los suyos a las protestas, el líder chií Moqtada al-Sadr ha advertido de que si el gobierno no dimite «será el principio del fin de Irak».

Y la situación parece darle la razón. Los enfrentamientos han llegado a la villa santa chií de Kerbala y los manifestantes trataban de cerrar los accesos a Basora y a su petróleo en una segunda ciudad iraquí, que ofrecía una imagen fantasma con todas las escuelas y los edificios de la Administración cerrados.