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Johnson derriba la «muralla roja» laborista y tiene vía libre para su Brexit

Westminster no volverá a ser un problema para Boris Johnson y su Brexit. Con una mayoría absoluta en su poder, cosechada en parte por la debacle laborista que alcanzó incluso sus propios feudos, el líder conservador se dispone a sacar el país de la UE el próximo 31 de enero.


Una de las principales lecciones que deja la cita electoral del jueves en Gran Bretaña es que, en un sistema mayoritario, la táctica política es tan –o más– importante que las posiciones partidistas. No hay más que anali- zar las claves de la inapelable victoria electoral de los tories que, con una mayoría absoluta por 80 escaños en la Cámara de Westminster, tienen vía libre para imponer su Brexit, que se traduciría en una salida ordenada del bloque comunitario el 31 de enero del año próximo.

El del primer ministro conservador Boris Johnson ha sido narrado como uno de los mayores triunfos de las últimas décadas, comparable a los cosechados por la «Dama de Hierro» (Margaret Thatcher) en la década de los 80. Con el 100% de los escaños repartidos, los conservadores suman 365 representantes en el Parlamento británico, 47 más que los logrados por su predecesora en el cargo, Theresa May, en las elecciones anticipadas de 2017. Ello supone un incremento sustancial en número de escaños, aumento que, no obstante, no se ha visto reflejado en el número de votos.

Y es que Johnson tan solo ha logrado un punto porcentual más que May en 2017, dato que evidencia que más que una victoria conservadora estamos ante una de las mayores derrotas del laborismo. En efecto, los todavía liderados por Jeremy Corbyn no cosechaban un resultado tan desastroso (van a sumar 203 escaños, 59 asientos menos que en las últimas elecciones generales) incluso desde antes de la Segundo Guerra Mundial, lo que ha abierto una batalla ideológica dentro del partido que pone en jaque el giro izquierdista de su líder.

Ha sido el Brexit el asunto subyacente de esta cita electoral, el que ha polarizado el electorado. Ante ello, el mensaje simple del Partido Conservador (Get Brexit done, que se asemeja bastante al Take back control de la campaña del Brexit) ha resultado más eficiente que la ambigüedad mostrada por el Partido Laborista, que ha perdido un 7,8% de votos. La pérdida, además de cuantitativa, ha resultado ser cualitativa, al darse sobre todo en feudos situados en lo que se denomina la «muralla roja» (red wall), que está formada por circunscripciones que históricamente han votado al Partido Laborista. Entre otros, destacan Workington (laborista desde 1918), Blyth Valley (dominada desde 1950) y Sedgefield, escaño este último que perteneció al último primer ministro laborista, Tony Blair, que pasará a manos conservadoras por primera vez en la historia. En total, ha sido una treintena de escaños los que el laborismo ha perdido en el red wall.

Trasvase de votos

En concreto, los conservadores han subido un 6% en porcentaje de voto en aquellas zonas en las que en el referéndum de 2016 votaron «Leave» por encima del 60%, mientras que en los distritos en los que el voto a favor de la permanencia superó el 55% la caída de los tories ha sido de un 3%. Esta bajada en votos de los conservadores, sin embargo, no ha sido aprovechada por los laboristas, que han perdido porcentaje de voto tanto en zonas favorables a la retirada británica de la UE (un 10,4%) como en aquellas remainers (un 6,4%).

En ese sentido, queda claro que los conservadores han atraído el voto favorable a la salida británica de la UE, amén también a las facilidades ofrecidas por el Partido del Brexit, que renunció a presentar candidato en aquellas circunscripciones con representante tory. Consecuencia de ello es el número de escaños cosechados por los liderados por Nigel Farage, que a pesar de haber sumado más de medio millón de votos se ha quedado sin representación en Westminster.

Si bien los tories han fagocitado el voto del campo brexiter, no ha ocurrido lo mismo en el sector remainer, lo que claramente ha acabado perjudicando a las principales formaciones del mismo. Si los laboristas han resultado los principales perdedores del paso por las urnas, los liberal demócratas tampoco están para echar cohetes. A pesar de haber subido un 4,2% en votos, han perdido un representante en Westminster, el que más duele; su líder, Jo Swinson, no pudo mantener su escaño en el distrito escocés de East Dunbartonshire, lo que le llevó a presentar su dimisión.

Lo peor, no obstante, es que la suma de votos de ambos partidos (Laborista y Liberal Demócrata) es mayor que la cifra cosechada por el Partido Conservador, dato a tener muy en cuenta sobre todo al hablar de una victoria aplastante del Brexit cuando, en número de votos, los partidarios de una segunda consulta son más. Y es que, en términos generales, solo un 47% del electorado británico ha respaldado a los tories o al Partido del Brexit.

Con todo, se puede decir que de esta cita electoral nace una nueva identidad política en Gran Bretaña, ligada al Partido Conservador y centrada en aquellas zonas rurales en las que la clase obrera es predominante. Aquellos exmineros y trabajadores del sector textil, acérrimos adversarios de Thatcher y sus políticas neoliberales, aquellos que nunca se imaginarían votando a un candidato tory, han acabado haciéndolo. Todo por el Brexit.

 

Escocia y norte de Irlanda, nacionalistas y proeuropeas, antítesis del voto tory

El SNP se presentaba a las elecciones británicas con la propuesta de un segundo referéndum de independencia como cuestión central de su programa electoral. Y los votantes escoceses, lejos de eludir una nueva colisión constitucional con Londres, han decidido legitimar todavía más la renovada apuesta independentista de la formación gubernamental.

Con sus 48 escaños nacionalistas de los 59 en juego (13 más de los logrados en los comicios de 2017), Escocia ha vuelto a demostrar que ya hace tiempo que empezó a recorrer un camino distinto al británico, uno que pasa por la permanencia en la UE, y que tiene como objetivo la consecución de un Estado soberano, a través de una consulta pactada con Londres, que es donde está el riesgo de bloqueo.

Y es que Johnson ha dejado claro en más de una ocasión que mientras él ostente el poder Escocia no volverá a votar sobre su independencia. A pesar ello, Nicola Sturgeon adelantó ayer que enviará en los próximos días al premier británico la solicitud de traspaso de competencias para que Holyrood pueda convocar dicha consulta. «Escocia ha mandado un mensaje claro: no queremos un Gobierno de Johnson, no queremos abandonar la UE. Tiene que aceptar que tengo el mandato de ofrecer a Escocia la elección de un futuro alternativo», declaró la ministra principal escocesa.

Sturgeon, en su alocución, reconoció que no todos los que han votado al SNP están a favor de la independencia de Escocia, pero advirtió de que, más que una petición, la suya es la ejecución de unos derechos en los que el líder tory no puede interponerse. «No se trata de preguntar a Johnson ni a ningún otro político en Westminster, se trata del derecho democrático del pueblo de Escocia a determinar su futuro».

Otras de las sorpresas agradables de la jornada electoral llegó desde el norte de Irlanda. Por primera vez en la historia, habrá una mayoría nacionalista en la Cámara de Westminster, donde los representantes de Sinn Féin no ocupan sus escaños. El DUP, con ocho, fue el partido más votado, pero su victoria resultó agridulce al perder el asiento su portavoz en Londres, Nigel Dodds, que pasó a manos del candidato republicano John Finucane.

Sinn Féin, con siete, ha vuelto a consolidarse como principal oposición a un DUP que ha podido pagar en las urnas su insistencia en restaurar la frontera que divide la isla, barrera que los unionistas prefieren al Brexit de Johnson, en el que el norte de Irlanda se alinearía con la legislación europea en ciertos temas. En el norte de Irlanda, a diferencia de Gran Bretaña, se formó una alianza entre las formaciones contrarias al Brexit, que a la postre ha resultado ser efectiva. El nacionalista SDLP, con dos escaños, y el Partido de la Alianza, con uno, se han visto beneficiados por dicha decisión.A.E.