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Grecia, Chipre e Israel salen al paso de la Turquía de Erdogan en el Mediterráneo Oriental

Atenas, Nicosia y Tel Aviv han firmado hoy un acuerdo para la construcción del gasoducto EastMed, con el objetivo de transportar gas natural desde Israel y Chipre hacia el sur de Europa. Con la firma del acuerdo, los tres países buscan poner coto a las pretensiones sobre los recursos energéticos en el Mediterráneo Oriental de Turquía, cuyo Parlamento ha avalado hoy mismo el envío de tropas a Libia.

El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, y su homólogo israelí, Benjamin Netanyahu, ayer en Atenas. (Aris MESSINIS-AFP)

Grecia, Chipre e Israel han firmado hoy en Atenas un acuerdo para construir el gasoducto EastMed, proyecto estratégico con el que salen al paso de las reivindicaciones de Turquía en el Mediterráneo Oriental.

El acuerdo interesados ha sido firmado por el anfitrión y primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, el presidente chipriota, Nicos Anastasiades, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

El objetivo del proyecto es convertir el gasoducto en un enlace estratégico en la cadenas de aprovisionamiento energético de Europa, pero va más allá y busca mostrar la determinación de los tres países frente a las reivindicaciones de Ankara, que quiere una porción del pastel de las reservas energéticas en la región marítima.

El ministro griego de Energía y Medio Ambiente, Kostis Hatzidakis, ha asegurado a la cadena Antena que el gasoducto es «un proyecto de paz y de cooperación en el Mediterráneo Oriental frente a las amenazas turcas».

Desde 2013

Con una longitud de 1.872 kilómetros, el EastMed, cuya mayor parte será submarino, permitirá llevar entre 9.000 y 10.000 millones de metros cúbicos de gas natural al año desde las reservas offshores a lo largo de Chipre e Israel hacia Grecia, así como a Italia y otros países del sur de Europa a través de los gasoductos Poseidon e IGB.

El origen del proyecto se remonta a 2013, cuando la Depa (sociedad pública griega de gas natural) logró inscribirlo en la lista de «obras de interés común» de la UE, lo que insufló fondos europeos para cubrir una parte de los trabajos preparatorios. El coste del gasoducto hasta Italia se estima en 6.000 millones de euros.

Atenas y Nicosia insisten en que «la aceleración del proyecto EastMed es un medio para contrarrestar los intentos de Turquía para bloquearlo», según el diario económico griego Kathimerini.

Y es que el descubrimiento en los últimos años de gigantescos yacimientos gaseros en el Mediterráneo Oriental ha atizado las históricas tiranteces entre los países ribereños.

Pretensiones turcas

Las reservas de gas y petróleo a lo largo de Chipre han desencadenado una disputa con Turquía, que ocupa desde 1974 la parte norte de la isla, miembro de la UE.

Nicosia firmó a principios de noviembre un primer acuerdo de explotación de gas con un consorcio que agrupa a la anglo-holandesa Shell, a la estadounidense Noble y a la israelí Delek.

Ankara, que discute el derecho de Chipre a monopolizar la exploración y explotación de los recursos energéticos de la región, ha hecho en los últimos meses una demostración de fuerza al enviar barcos de perforación a la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Chipre pese a las advertencias de EEUU y de la UE. Esta última ha adoptado una serie de medidas políticas y financieras para sancionar a Turquía.

En abierto desafío, el Gobierno turco firmó a finales de noviembre un acuerdo marítimo con el Gobierno Libio de Unión (GNA), que resiste en su bastión de Trípoli.

«Con este acuerdo, hemos aumentado al máximo el territorio sobre el que tenemos autoridad. Así, podremos llevar a cabo actividades de exploración conjuntas», ha señalado el presidente turco, Recep Tayip Erdogan.

El acuerdo, que delimita las fronteras marítimas entre Turquía y Libia, ha sido calificado de «perturbador» para la paz y la estabilidad en la región por parte de Ankara, que a comienzos de diciembre apeló a la ONU a condenarlo porque, a su juicio, violaría «el derecho marítimo internacional y los derechos soberanos de Grecia y de otros países».

Por contra, Ankara acusa a Grecia de exigir exclusividad marítima hasta las mismísimas costas turcas del Egeo por su soberanía histórica de islas e islotes en la zona.

La mano de Israel

Enemigos históricos de vieja data, Grecia no ha dudado en apoyarse en Israel para afrontar su rivalidad energética.  Al punto de que el ya ex primer ministro, Alexis Tsipras, moduló la histórica posición propalestina de su coalición de izquierdas, Syriza, para consolidar el acercamiento estratégico con Tel Aviv.

Israel no oculta sus propias ambiciones y hoy mismo, tras un decenio de trabajos y miles de millones invertidos, ha anunciado que ha comenzado a extraer gas del yacimiento de Leviatán, con el objetivo de convertir al Estado sionista en una «potencia energética regional».

Descubierto en 2010, el yacimiento cuenta con 605.000 millones de metros cúbicos de gas natural, según el consorcio israelo-estadounidense que lo explota.

El patrón de la sociedad israelí Delek, Yossi Abu, ha anunciado que hoy mismo comenzarán a suministrar gas de Leviatán a Egipto, concretamente desde la localidad de Ashkelon hasta El-Arich, evitando la Franja de Gaza.

El ministro israelí de Energía, Yuval Steinitz, ha reivindicado que la exportación de gas a Egipto «es la más importante cooperación económica» entre los dos países desde la firma del acuerdo de paz hace 40 años.

Para cerrar el círculo, y en paralelo a la firma de los tres máximos mandatarios en Atenas, la capital griega ha sido escenario hoy mismo de la firma de un preacuerdo de colaboración entre la griega Depa y el consorcio israelo-estadounidense que explota Leviatán, la Energean Oil&Gas.